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¿Cómo hacer bailar a 8.000 niños?

Ada Colau se convierte en una moderna flautista de Hamelin y lleva a 8.000 niños de segundo de primaria al Palau Sant Jordi

El Palau Sant Jordi vivió uno de sus días grandes con 8.000 bailarines de 7 y 8 años
El Palau Sant Jordi vivió uno de sus días grandes con 8.000 bailarines de 7 y 8 añoslarazon

Ada Colau se convierte en una moderna flautista de Hamelin y lleva a 8.000 niños de segundo de primaria al Palau Sant Jordi

El Palau Sant Jordi vivió ayer un gran día, con 8.000 niños que demostraron que el baile siempre habla de futuro. Los alumnos de segundo de primaria de 150 colegios de Barcelona, divididos en dos tandas, ofrecieron a sus familiares un espectáculo de primera en el que coreografiaron su entusiasmo a la perfecció. A través de una serie de números mostraron cómo se expresa la felicidad nerviosa y desenfadada infantil. A través del programa “Dansa Ara” del Ayuntamiento de Barcelona, los niños y niñas de 7 y 8 años bailaron desde un mambo a Grieg o Aretha Franklin y en todos los casos lo hicieron con la misma franqueza, con esas ganas locas de divertirse aprendiendo nuevas formas de moverse. “¿Os gusta bailar? ¿Os gusta hacer deporte? ¿Os gusta Barcelona? ¡Uhhhh!”, exclamó extática Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, dando el pistoletazo de salida a un espectáculo que convocó a unas 20.000 personas a la montaña de Montjuïc. En cierta medida, la alcaldesa interpretó el papel de flautista de Hamelín, y todos los niños empezaron a bailar hasta la puesta de sol. En realidad sólo fue hasta mediodía, pero la alegría de los chavales duró hasta el anochecer.

El programa se inició con la interpretación de los jóvenes bailarines del conservatorio de danza del Institut del Teatre y de la Factoría Mascaró, pero el plato fuerte llegó con el primer número de los niños, la copla “Ball de l’aliga” que empezó con el pie lento y acabó corriendo al ritmo de la fanfarria. Los padres y madres no dejaban de levantarse y saludar en la distancia. Así bailan los adultos, buscando cosas. Los niños bailan encontrándolas. Tanto se levantaban que parecía que hubiese chinches en sus asientos. Y eso que era difícil de distinguir quién era quién desde tan lejos. Encontrar a tu hijo era como encontrar una aguja en un pajar. Pero el papá o mamá de la aguja la encontraría al instante. Al menos eso parecía. Algunos hasta llevaban prismáticos como si jugaran a detectives. Los niños, por si acaso, saludaban indiscriminadamente a todos los padres y así evitaban desilusionarles.

“¡Buscamos el silencio!”, susurraba entonces el maestro de ceremonias de la gala para dar paso al segundo número. No es fácil movilizar a 4.000 bailarines a la vez, no es fácil movilizar a dos niños a la vez, pero los maestros de las escuelas y la organización del evento tenían todo controlado. Con “Pizzicato”, de Leo Delibes, los niños, en parejas, sacaban sus pañuelos y se movían con delicadeza. Allí estaban los alumnos de la escuela Sant Miquel, por ejemplo, como Camila, Mía, Julia, Carlota, Unax, Enzo, Alexia, Clara, en perpetuo movimiento y esa sonrisa tonta que no puedes borrar cuando disfrutas lo que estás haciendo. Con “Think”, de Aretha Franklin, se intentó hacer cuadrados, pero se hicieron círculos y fueron todavía mejor. Y con “En la gruta del rey de la montaña”, de Edward Grieg, los niños ya se dejaron llevar chocando sus cuerpos en una coreografía espontánea que los liberó de cualquier cortapisa. La intención de esta gran iniciativa era “conseguir los conocimientos curriculares específicos de las habilidades rítmicas, expresivas y artísticas”, y vaya si lo consiguieron. Eran rítmicos, expresivos y ¿artistas? En ese momento eran todo lo que querían ser.

La mañana se acabó con un mambo, bailando con banderolas, y el imprescindible “Soul Bossanova”, de Quincey Jones. Desde que se inició esta actividad, a principios de los 90, ya han pasado más de 100.000 niños por el Palau Sant Jordi. Ayer había jóvenes padres que pudieron recordar con sus hijos ese día en que ellos también bailaron y fueron rítmicos y expresivos y artistas. Que así sea y hasta el año que viene.