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Exposición

Cuando se baja el telón, alguien llora

El pintor y atrecista Sacris muestra sus obras tras 16 años de trabajos entre bambalinas en el Liceo

Las obras de Sacris son estudios al óleo que recrean esa sensación de inmediatez, de momento atrapado para la eternidad y ayudan a explicar las historias secretas del teatro
Las obras de Sacris son estudios al óleo que recrean esa sensación de inmediatez, de momento atrapado para la eternidad y ayudan a explicar las historias secretas del teatrolarazon

El pintor y atrecista Sacris muestra sus obras tras 16 años de trabajos entre bambalinas en el Liceo

Cada noche, Amat se quitaba el maquillaje con lentitud, con los brazos pesados, dolor en las palmas y un cierto agotamiento de espíritu. A pesar de sentarse frente al espejo, le costaba mirarse en él mientras el trapo de algodón iba cogiendo el color.Hacía tantos años ya. A veces, cuando creía haber acabado, colgaba el trapo en el espejo y reconocía más el grotesco dibujo creado con los restos de su maquillaje que ese rostro pálido y aterido que sólo parecía la exclamación de un quejido. La primera vez que pisó el escenario del Liceo tenía 14 años, ahora tenía 64. ¿En cuantas funciones había participado? En demasiadas, pensaba, mientras cogía su bolsa y se marchaba a casa.

George Turne era el segundo violinista de la orquesta del Liceo y cada noche, en la gran aria de la soprano, se quedaba hipnotizado viendo a un hombre del coro que reflejaba tal tristeza y cansancio, que sentía que estaba tocando expresamente para él, para transmitirte aliento, esperanza, una sensación de belleza revitalizante. A veces creía verlo sonreír, creía haberlo afectado directamente, pero era como un espejismo porque cuando la música dejaba de sonar, su xtresión volvía a caer, a destrozarse. No sabía su nombre. Le llamaba Amat porque parecía un hombre que hubiese amado, pero hubiese perdido.

Merche siempre había pensado que, si la vida le hubiese sido más amable, ahora sería una de esas sopranos que todo el mundo aplaude. Cuando iba al Liceo, a veces cerraba los ojos y movía los labios tímidamente, como si fuese ella la intérprete de la gran aria. Cuando abría los ojos, llenos de lágrimas, y oía los aplausos, sonreía con una tal sensación de calor que por un segundo todos sus problemas desaparecían. Ni siquiera se lamentaba por no haber podido cumplir su sueño de ser soprano. Al acabar la función, tenía que correr a los camerinos y ayudar a desmaquillar a los cantantes del coro. Su padre todavía cantaba en algunas funciones. Cuando era pequeña, no le gustaba que le llamasen papá, prefería Rigoletto. nunca supo cómo se llamaba de verdad su padre.

El Gran Teatro del Liceo encierra millones de historias anónimas, que nunca saltarán al escenario, pero que ayudan a conformar la identidad y la historia de uno de los coliseos líricos más célebres del mundo. El pintor y atrecista Sacris, que lleva dieciséis años trabajando en el teatro y observando de cerca lo que ocurre entre las bambalinas, muestra ahora algunas de estas historias sin nombre a través de la exposición «Desde dentro», que acoge el propio teatro hasta el próximo 30 de octubre.

Son estudios al óleo de los cantantes durante los descansos, de los trabajadores, los técnicos, los coros, los atrezzistas, decoradores, músicos en momentos de agitación, o los cuerpos del coro a la espera del aplauso o la insatisfacción. Sacris lleva 16 años con un bloc de dibujo y carboncillos cuandoe el talón hace tiempo que ha caído y en ese tiempo ha podido captar un detalle, una acción, un momento único e inmortalizarlo para toda la vida. Ya fuesen los ensayos de «Macbeth» o «Rigoletto», Sacris dibujo a los artistas en traje de época o en ropa de calle, pero siempre en momentos que parecen encapsular la emoción última de las grandes óperas.

Nacido en Barcelona en 1969, Sacris empezó a pintar muy joven, con a penas 18 años, y desde entonces ha expuesto su obra de la National Portrait Gallery de Londres a medio mundo. Gran especialista en la «figura humana», como explica la comisaria de la exposición, Rosa Ferrer,. quien asegura que Sacris «no es un trabajador de atrezo que pinta, sino un pintor que trabaja en atrezzo, alguien que en los ensayos, durante los momentos de pausa que requiere su oficio, aprovecha para sacar los apuntes y captar lo que ocurre a su alrededor». «Quiero conservar la frescura del apunte del momento, transmitir la sensación del instante vivido, reproducir la escena tal y como la vivo», señala el artista.

Más exposiciones

El Liceo inicia así una temporada cargada de exposiciones en el foyer. En total serán nueve, que complementarán los estrenos operísticos. La próxima girará en torno a la opresión y la libertad de la mujer, teniendo en cuenta que la obra en cartel será «Kàtia Kabànova», de Leos Janacek. Le seguirán una muestra de seducción y escultura alrededor de la obra de Rossini. «Madame Butterfly» convocará a pintores del Real Cercle Artístic. Para acabar, la fotografía protagonizará el estreno de «Luisa Miller», de Verdi.

Dónde: Gran Teatro del Liceo. Ramblas, 51-59.

Cuándo: Hasta el 30 de octubre.

Cuánto: Tel: 93 485 99 00.