París
El retorno de Casagemas
En 2008 las oficinas de la Succession Picasso, en París, el organismo encargado de gestionar los derechos del pintor malagueño y gestionado por sus herederos, recibían una insólita llamada. Al otro lado del teléfono se encontraba un representante del cementerio de Saint-Ouen para anunciarle que se estaba a punto de enviar a la fosa común al ocupante de una tumba que desde hacía tiempo no se pagaba. El finado se llama Carles Casagemas, uno de los más destacados nombres de la biografía picassiana, además de artista de talento que se suicidó a los veinte años fruto de una historia amorosa condenada al fracaso. Claude Picasso, el hijo del autor de «Les demoiselles d'Avignon», visitó el lugar en el que fue inhumado Casagemas en febrero de 1901 y, desde entonces, se hace cargo de esa tumba, un gesto que habría aplaudido y compartido el mismo Picasso.
Éste es uno de los nuevos datos que están surgiendo alrededor de la figura de Casagemas y que pronto culminarán en una exposición que le dedicará el Museo Nacional de Arte de Cataluña (Mnac), institución que tiene en su colección una de las piezas más interesantes de este autor, «Casa de citas». Todavía habrá que esperar un año, hasta octubre de 2014, para poder ver una muestra que reivindica un nombre al que le sigue persiguiendo la etiqueta de maldito.
Desde hace años Eduard Vallés sigue la pista del artista, una investigación que no está cerrada. Vallés es el comisario de la muestra y en estos días se mueve entre París y Barcelona en busca de nuevos datos que seguir sobre el personaje. «Hay muy poca información sobre su figura. Hay que tener en cuenta que cuando se suicida, con veinte años, se estaba formando como persona y artista. Lo que sí sabemos es que era un ser muy apasionado, un "lletraferit"con un carácter muy vivo. Manolo Hugué decía de él que "parece un Espronceda"», apunta Vallés en conversación con este diario. Para el especialista hay que ver a Espronceda como «un artista en el sentido más amplio de la palabra. Por ejemplo, en su piso de Barcelona organizaba jornadas literarias donde se recitaban poemas».
Seguir los pasos de Casagemas también comporta reconstruir su breve carrera como artista, un catálogo formado por medio centenar de títulos, muchos de ellos en manos de coleccionistas privados. Entiende Vallés que «no lo sabemos todo porque no nos ha llegado la totalidad de su pintura. Por ejemplo, en 1900 realiza una exposición en la cervecería "Els 4 Gats"de la que recibe críticas positivas, como la que le dedica Alfred Opisso. En su artículo describe muchas piezas que nunca hemos visto, por lo que hay que pensar que o están destruidas o han desaparecido». Actualmente hay trabajos de Casagemas en museos como el Mnac, el de Sabadell o el Cau Ferrat de Sitges, además de en colecciones particulares.
¿Por dónde habría ido Casagemas de no haberse suicidado el 17 de febrero de 1901, relato que describe magistralmente Josep Pla en su «Vida de Manolo»? Vallés considera que podría haber tomado un camino parecido al de Santiago Rusiñol, al combinar la pintura con la escritura, como lo demuestra el hecho de que dejara escrita una obra para marionetas, así como «el lirismo marcado de muchos de sus cuadros y que evoca a la literatura».
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