Pediatría

«Es duro dar a luz y no poder coger a tu hijo cuando quieres»

Teresa por fin se va a casa. Nació el 30 de diciembre con 980 gramos de peso y en la 28 semana de gestación

En los años 80 se pensaba que la inmadurez del sistema neurológico del bebé hacía innecesaria la anestesia
En los años 80 se pensaba que la inmadurez del sistema neurológico del bebé hacía innecesaria la anestesialarazon

Teresa por fin se va a casa. Nació el 30 de diciembre con 980 gramos de peso y en la 28 semana de gestación. Inicialmente tuvo que recibir asistencia respiratoria durante un par de días y alimentación parenteral algún tiempo más.

Teresa por fin se va a casa. Nació el 30 de diciembre con 980 gramos de peso y en la 28 semana de gestación. Inicialmente tuvo que recibir asistencia respiratoria durante un par de días y alimentación parenteral algún tiempo más. Su evolución ha sido rápida y sin complicaciones y al poco tiempo empezó con la alimentación con leche materna a través de una sonda nasogástrica, para pasar tiempo después al biberón, a la vez que se le iba introduciendo el pecho. Su instinto de succión no tardó en hacer acto de presencia, pero Teresa tenía que aprender también a deglutir. Hoy, casi dos meses después de su nacimiento, cuando se cumple la 35 semana de gestación, Teresa ya pesa 2 kilos 100. «Estamos muy felices de poder irnos a casa, pero también estamos en shock», admite Magda, su madre, quien señala que «en la unidad de neonatos de Maternidad estás protegido y en casa, sola».

«No tendremos nada que mida sus constantes, su saturación...», recuerda, a la vez que admite que han sido dos meses muy duros. «Al principio estaba como en una nube y después pasé a estar muy triste por no poder tener a mi bebé en casa. Es muy extraño dar a luz y no poder coger a tu bebé cuando quieres», confiesa Magda, quien admite que muchos días «me iba llorando a casa por dejarla sola en la UCI». Además, «sufres mucho porque no te enteras de nada y estás todo el día pendiente de lo que te dicen y comentan los profesionales», recuerda esta mamá para a continuación indicar que, con su hija Teresa, «he descubierto un mundo desconocido para mí».

Magda, que en los dos últimos meses ha acudido sin falta tres veces al día a la Maternidad para ver y compartir tiempo con su hija, en las tomas de las 10 de la mañana y las de las 13 y las 16 de la tarde, mientras su marido lo hacía a las 19 horas, a la salida del trabajo, señala que con esta situación «sufres mucho al no poder estar con tu bebé, sientes mucha pena, entre otras cosas por el tema del vínculo afectivo». Y el personal de la unidad es perfectamente consciente de ello y por lo tanto «no solo cuidan a los prematuros, sino a las familias enteras, ya que se enfrentan a algo desconocido». Tal es el cuidado y la atención que reciben los padres que «muchos no se quieren ir». «Se sienten muy cuidados, como en casa», declara Erika Sánchez, coordinadora de la unidad. Magda reconoce que «sé que cuando estemos en casa, echaré de menos esto». «El personal de la unidad, médicos y enfermeras, son muy profesionales, pero también muy amables y sensibles, porque son muy conscientes de lo que sufren los padres».

Y como muestra de ello destacan las diferentes iniciativas mediante las que, desde la unidad, se intenta fomentar la ilusión de los padres de diferentes maneras. «Cada vez que sus hijos prematuros consiguen algo, alcanzan un logro, les colgamos un cartelito en la incubadora en el que pone ese logro, como por ejemplo “ya me han quitado la sonda”», explica la enfermera, quien añade que «además, aquí celebramos el cumplemes de cada prematuro y le hacemos una corona para la ocasión». De hecho, esa atención tan cuidada y personaliza se prolonga en ocasiones hasta después de que el prematuro haya recibido el alta. Se trata de una servicio de atención domiciliaria pensado para aquellos prematuros sin problemas activos pero con falta de peso. En este caso, la enfermera acude al domicilio entre dos y tres veces por semana.