Danza

La danza se convierte en obra de museo en el Macba

El centro de arte contemporáneo y el Mercat de les Flors unen fuerzas para invitar a Yvonne Rainer, pionera de la danza performática de los 60 con nombres como Lucinda Childs o Joan Jonas

Yvonne Rainer en los años 70, en plena etapa de la Judson Dance Theater, que compartió con iconos como Lucinda Childs o Joan Jonas
Yvonne Rainer en los años 70, en plena etapa de la Judson Dance Theater, que compartió con iconos como Lucinda Childs o Joan Jonaslarazon

El centro de arte contemporáneo y el Mercat de les Flors unen fuerzas para invitar a Yvonne Rainer, pionera de la danza performática de los 60 con nombres como Lucinda Childs o Joan Jonas.

Con 22 años recién cumplidos, Yvonne Rainer pisaba por primera vez las calles de Nueva York. HIja de anarquistas radicales asentados en California, llegar a la que entonces era la capital del mundo le llenó el cuerpo de fuerza, excitación y posibilidades. ¿Qué no podía lograr entonces como mujer, como artista o como bailarina? Cuando el futuro se presenta como ilimitado, sólo pueden ocurrir cosas buenas. «Recuerdo pasear por la quinta avenida, pasado Madison Square Park, totalmente abrumada por la sensación inefable de un infinito de posibilidades. Otros podrían describir esta sensación como la de conquistar el mundo, pero para mí sólo era la excitación de una mente abierta», recuerda la coreógrafa y cineasta.

Hasta entonces, su único recuento de la danza era que su madre la había apuntado a clases de ballet, y sin mucho éxito. Pero en Nueva York entró en contacto con nombres como Martha Graham o Merce Cunningham y descubrió una nueva forma de expresión a través del cuerpo y el movimiento. Con gente como Twyla Tharp, Lucinda Childs o Joan Jonas ayudó a crear un arte performático minimalista en donde cada movimiento se convertía en una secuencia repetida hasta transformarla en una especie de hipnosis. Sus trabajos se convirtieron en leyenda, hasta que el cuerpo se le quedó pequeño para explicar todo lo que quería explicar sobre política, feminismo y filosofía. «Dejé la danza porque todas mis influencias me llevaban a buscar un medio de mensaje más explícito, y el cine se convirtió en el vehículo ideal», rememora la artista.

Si su madre la había llevado a la danza, su padre fue quién la introdujo en el cine europeo y experimental y durante los 70, 80 y 90 centró todas sus fuerzas en el séptimo arte... Hasta que en 1999 recibió la llamada de Mijail Barishnikov, que le pedió que le coreografiara una obra. «Me hizo una oferta que no pude rechazar. Barishnikov ya era considerado un dios y mi trabajo en aquella coreografía fue bajarle del pedestal y hacerle más humano, fue genial», señala Rainer.

De esta forma, volvió a la danza, «el lugar en el que me siento como en casa» y ahora presenta sus dos últimas obras para su primera visita en España. El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) y el Mercat de les Flors unen fuerzas para presentarnos a una de las estrellas del giro radical de la danza performática de los años 60 y 70.

Viejos bailarines

Ayer, el Macba acogió su conferencia dramatizada «¿Què fa tanta gràcia? Riure i enuig en el temps dels assassins» en que se puso en la piel de Apolo para contar su indignación por un mundo post Trump que no quiere escuchar sus sabios consejos. Hoy llevará al Mercat «The concept of dust: Continuous Project» , coreografía basada en la libertad de movimiento de los bailarines, a los que deja escoger entre diferentes secuencias coreográficas. Su compañía cuenta con bailarines de 42 a 73 años, lo que da a la obra una gran sensación de comunidad.