Exposición
La mirada plástica de Le Corbusier
Una exposición recupera la producción pictórica oculta del gran arquitecto
Hay exposiciones que son un acontecimiento, que se convierten en visita obligatoria si queremos conocer mejor a un artista de quien creemos que lo sabemos todo. Charles-Édouard Jeanneret, más conocido como Le Corbusier, sigue siendo hoy en día uno de los principales referentes de la arquitectura, un genio con una visión propia del urbanismo y que ha creado escuela.
Hay exposiciones que son un acontecimiento, que se convierten en visita obligatoria si queremos conocer mejor a un artista de quien creemos que lo sabemos todo. Charles-Édouard Jeanneret, más conocido como Le Corbusier, sigue siendo hoy en día uno de los principales referentes de la arquitectura, un genio con una visión propia del urbanismo y que ha creado escuela. Pero él fue un polifacético creador que también se convirtió en un excelente pintor, escultor y decorador de interiores. Esas facetas son las que se han adueñado de la Galería Marc Doménech de Barcelona en una exposición excepcional, un paseo especial por el Le Corbusier pintor, aunque tampoco faltan algunos ejemplos de su faceta como arquitecto e interiorista.
«Condición de ver»
«Yo no existo en la vida sino a condición de ver», decía el artista. Esa condición se materializa en la Galería Marc Doménech en el que vemos la evolución de un artista cercano a las vanguardias que se adueñan de París en las primeras décadas del siglo pasado. Fijémonos, por ejemplo, en la pieza titulada «Deux femmes au collier», de 1929, una acuarela y lápiz sobre papel. Es indudable la deuda que el artista tiene por Léger e, incluso, por Picasso, pero eso no es problema para que él vaya forjando una narrativa de la imagen. Es figurativo y moderno, pero eso no le hace olvidar a algún maestro como Gauguin con su reivindicación del exostismo a través de las dos mujeres protagonistas de la obra. Lo mismo se puede decir del excelente «Portrait de femme en buste» (1945-1955) donde parece volver al punto de inicio de la exposición.
Sin embargo, Le Corbusier tuvo la inteligencia de poder nadar en distintos mares, de saber pasar dela figuración a la abstracción con una inusual sultura pictórica. es lo que vemos en un estudio para la escultura «Ubu-Panurge», de 1946, donde es el espectador el encargado de intentar identificar la realidad que inspira al pintor convertido en arquitecto.
Nuestro protagonista sabe qué técnicas necesita para poder crear su personal mundo. Es pintor de acuarela y óleo o dibujante con lápices , pero hay veces en las que encuentra la solución para su creación en el collage. Es lo que tenemos en «Corde et verres», «Deux verres à pied» o «La danseuse dionysiaque, la main, la coquille», joyas visuales en la Galería Marc Doménech.
Le Corbusier es también un reivindicador de «ismos», de una manera rupturista de comprender el hecho pictórico. A este respecto, la «Nature morte» de 1944 nos acerca al cubismo desde la perspectiva de este genio, siguiendo el ejemplo de Picasso y Braque. El pintor sabe como modelar con el pincel, como presentarle al espectador todas las caras de los objetos representados en este óleo sobre tabla.
Una mención aparte la merecen los muebles diseñados por Le Corbusier, junto con Pierre Jeanneret y Charlotte Perriand para el apartamento de Le Pavillon Suisse, un proyecto de 1933, así como otras sillas y mesas firmadas por este equipo.
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