Aeropuerto de El Prat

La puerta de Schengen

La Policía Nacional que trabaja en el puesto fronterizo del aeropuerto de El Prat pide a los Mossos más colaboración para cruzar información.

Policías en el aeropuerto.
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La Policía Nacional que trabaja en el puesto fronterizo del aeropuerto de El Prat pide a los Mossos más colaboración para cruzar información.

Mientras comentaban la detención esta misma semana de cuatro mujeres venezolanas, todas ellas de la misma familia y tres de ellas con edades comprendidas entre los 18 y 20 años, que portaban 500 gramos de cocaína cada una en su organismo, los agentes de la Policía Nacional del aeropuerto de El Prat iniciaban los trámites relativos a un pasajero pakistaní con tarjeta de residencia española que había sido rechazado a su llegada a Francia. La labor que despempeña este cuerpo policial en el aeropuerto va mucho más allá de los que a priori presupone el pasajero.

Lejos de limitarse a tramitar los pasaportes de urgencia, la comisaría de la Policía Nacional en el aeródromo asume funciones exclusivas tales como el control de entradas y salidas de pasajeros nacionales y extranjeros en territorio español, tráfico de estupefacientes, funciones específicas en el control de extranjería en terminales y el asilo y refugio. Como señala el comisario y jefe del puesto fronterizo, José Cantarero, «la comisaría del aeropuerto es un puesto fronterizo y como tal es una puerta de entrada al espacio Schengen, lo cual conlleva una gran responsabilidad». Así pues, las competencias de la Policía Nacional en este punto abarcan todo lo relativo «al control de los pasajeros que proceden y viajan fuera del espacio Schengen y también, de forma aleatoria, de aquellos que se mueven por las fronteras interiores». No en vano, el cuerpo cuenta en esta comisaría con cerca de 300 agentes, siendo así una de las más numerosas de Cataluña, y en ella se registran anualmente cerca de unas mil detenciones por hechos como tráfico de drogas, falsificación documental o reclamaciones judiciales.

En cualquier caso, la Policía Nacional del aeropuerto de El Prat ha de trabajar de forma muy coordinada con el resto de cuerpos de seguridad con competencias en estas instalaciones, ya que la Guardia Civil es responsable del control de aduanas y pasajes y los Mossos de Esquadra tienen competencias sobre el espacio público aeroportuario. Pero además, en el trabajo diario de sus agentes es clave también la comunicación directa y coordinación con inteligencia nacional y de otros países, así como con las compañías áreas, que faciltan información avanzada sobre los pasajeros que viajan en sus aeronaves. En los tiempos que corren es fundamental compartir y cruzar información, pese a que con los actuales sistemas de seguridad activos en los controles de documentación es difícil que a los agentes se les escape algo.

Desde hace unos seis años, el aeropuerto de Barcelona cuenta con el ABC, un sistema automático de indentificación que controla la entrada a suelo barcelonés de los pasajeros pertenecientes al espacio Schengen, que agiliza el trámite. A su llegada, estos viajeros con DNI o pasaporte electrónico y mayores de 18 años no han de pasar por las tradicionales cabinas de control de documentación, han de mostrar su documentación a un aparato ubicado en uno de los 12 puntos de control que lee toda la información del chip y compara los rasgos fisonómicos de la persona con los de la foto del documento, a la vez que lanza esa información contra las bases de datos policiales. De esta manera, los agentes que supervisan el sistema saben si aquel pasajero viaja con su documentación, si esa es falsa o no y si éste cuenta con antecedentes penales, alguna orden de detención o figura en alguna lista de sospechosos, entre otras cosas, un proceso que se demora solamente unos 20 o 30 segundos y que queda registrado.

Para los pasajeros originarios fuera de Schengen, el sistema de control es diferente y también más lento. Éstos deben pasar por alguna de las ocho cabinas cubiertas de control de pasaportes, donde un agente comprueba de forma visual que la documentación pertenece a ese pasajero y mediante el verificador puede conocer si esa documentación es falsa, así como comprobar toda la información relativa a esa persona. Además, estos pasajeros deben someterse a un control minucioso, que consiste en la comprobación por parte del agente de que cumplen todos los requisitios exigidos para entrar, como es la posesión de un billete de vuelta, un documento que corrobore que tiene hotel pagado o una carta de invitación, el visado en caso de ser necesario y una cantidad mínima de dinero en metálico.

En cualquier caso, cuando se detecta alguna incidencia en estos controles, se «pasa a una segunda línea para hacer una entrevista» al sospechoso, explica uno de los agentes. De forma muy resumida, esas incidencias podrían producirse por una situación irregular del pasajero, en cuyo caso se tramita una expediente administrativo de expulsión. Hasta que la Delegación del Gobierno resuelve, esa persona queda en libertad, siempre y cuando no tenga antecedentes penales o una orden judicial, en cuyo caso ingresaría en el CIE. Para una solicitud de asilo, el pasajero aguarda la resolución en la sala de asilados de la comisaría del aeropuerto; quien no cuenta con la documentación se le devuelve al país donde cogió el avión. La Policía Nacional controla a diario cerca de unos 120 vuelos. En 2015, de los 40 millones de pasajeros. Se hicieron 1060 detenciones, unas 400 de ellas por falsedad documental, aunque se registraron un total de mil falsificaciones. Además, el año pasado se contabilizaron 106 solicitudes de asilo, una cifra que este año va en aumento. En los primeros seis meses ya se han registrado 120.