Educación

Las familias catalanas puntúan con un 6,2 la educación de sus hijos

Los padres comparten la satisfacción de los docentes respecto a su centro escolar y apuestan por priorizar competencias novedosas, como la innivación, más allá de la formación académica

La Fundación Bofill ha elaborado un estudio con una muestra de 5.000 familias
La Fundación Bofill ha elaborado un estudio con una muestra de 5.000 familiaslarazon

Los padres comparten la satisfacción de los docentes respecto a su centro escolar y apuestan por priorizar competencias novedosas, como la innivación, más allá de la formación académica.

Las apariencias engañan. Contrariamente a lo que se podría pensar, y más tras varios meses de recortes, la comunidad educativa catalana se muestra considerablemente satisfecha con el sistema educativo y la escuela.

Y es que según se desprende de la primera edición del barómetro sobre la confianza de las familias en el sistema educativo, realizado por la Fundación Bofill, las familias valoran el sistema con un 6,2 sobre diez y la escuela de su hijo con un 6,6, a la vez que no detectan grandes carencias o problemas al respecto. Estas puntuaciones son muy similares a las que en su día realizaron los docentes y que quedaron reflejadas en el barómetro que la misma entidad dio a conocer en marzo de este año, lo que confirma que no existen dos miradas, dos percepciones, diferentes del estado de la educación y de la escuela en el seno de la comunidad educativa. Esta visión compartida sale a la luz también cuando se les cuestiona acerca de los objetivos que debe abordar la escuela, puesto que al respecto las familias tienen una concepción holística, integral, de la escuela y la educación, que no solo debe centrarse en la formación académica, sino que también debe trabajar competencias como el espíritu crítico, la motivación por el aprendizaje o la formación en valores, en la misma línea que en su día manifestaron los docentes. En esta línea, solo una de cada cuatro familias (24%) prioriza la buena preparación académica, un porcentaje que cae hasta el 12% entre las familias con estudios superiores, mientras que en el caso de los docentes se sitúa en el 12,4%. Ello se debe principalmente a que la formación académica ya se asume como un función intrínseca a la escuela, se da por descontada y, en contrapartida, en la actualidad la comunidad educativa ponen de relieve otras dimensiones de la educación que la escuela ha de proveer.

En cualquier caso, a la hora de establecer el orden de prioridades y preferencias educativas, existen diferencias en función del nivel de estudios de las familias, Pese a que la mayoría de las familias (53%) considera la motivación por aprender como algo central, cuanto mayor es el nivel formativo de los progenitores, más importancia se da a la vida creativa y al espíritu crítico y menos a la formación académica. De hecho, para el 40% de las familias con estudios superiores, la creatividad y el espíritu crítico son importantes y el 42% lo exigen a la escuela, mientras que en el caso de las personas con estudios obligatorios, las familias que lo ven como prioritario se sitúa en el 17% y el 19,7% esperan que la escuela lo aborde. Por lo tanto, la previsión es que en los próximos años, la demanda a la escuela para proveer de este tipo de competencias se incremente. En este sentido también se aprecian diferencias según el tipo de escuela, de manera que aquellas familias que llevan a sus hijos a la escuela pública se decantan más por la motivación para aprender y la creatividad y espíritu crítico como objetivos del sistema educativo que las familias que van a escuelas concertadas, quienes dan más importancia a objetivos como los hábitos de trabajo, el esfuerzo o una buena preparación académica.

Paradójicamente, pese a que las familias dicen estar satisfechas con el sistema educativo y la escuela y aunque la motivación por aprender, la creatividad y el espíritu crítico son los objetivos más destacados por la mayoría, éstos son también los menos valorados en lo que se refiere al nivel de satisfacción. Y si bien el 66% de las familias consideran que el nivel de la educación es bueno o muy bueno, lo cierto es que las familias con hijos que tienen dificultades en los estudios se muestran más insatisfechos con la escuela (21%) De hecho, un 45% considera que el centro motiva poco o nada a su hijo, un 31% cree que la escuela provee poco a nada de competencias de pensamiento crítico y creatividad y un 26% piensa que no transmite hábitos de trabajo y de esfuerzo. Es decir que aquellos progenitores cuyo hijo tiene dificultades en los estudios suelen experimentar una pérdida de confianza en la escuela y el sistema educativo, al que suspenden en lo que se refiere a orientación y acompañamiento, pedagogías y nivel de exigencia y resultados académicos.