Literatura

Barcelona

Plantando cara a Franco

Una investigación histórica y periodística, firmada por Joan Safont, expone varios episodios de oposición al régimen por parte de los que habían ganado la guerra.

El dictador Franco saluda al público barcelonés durante una corrida de toros.
El dictador Franco saluda al público barcelonés durante una corrida de toros.larazon

Una investigación histórica y periodística, firmada por Joan Safont, expone varios episodios de oposición al régimen por parte de los que habían ganado la guerra.

Cuando las tropas de Franco entraron en Barcelona el 27 de enero de 1939, no fueron pocos los que vieron en este hecho algo parecido a un mal menor. Así lo pensabana no pocos conservadores catalanes, entre ellos intelectuales, empresarios o eclesiásticos que trataron de conformarse con lo que iba a ser un régimen dictatorial de una gran brutalidad represora. Será entonces cuando nazca en Cataluña una oposición eficaz a Franco y a todo lo que representa. Ese es precisamente el eje de «Sabotatge contra Franco», un interesante e intenso trabajo de investigación que firma Joan Safont y que ha publicado Angle Editorial.

Safont nos trae con mano maestra una serie de historias que han quedado olvidadas o tergiversadas con el paso del tiempo, el relato de los opositores que habían ganado la guerra, con algunos nombres propios de peso como protagonistas., como Joan Sales, Jaume Vicens Vives, Josep Pla o Josep Maria Vilaseca, entre otros. Son pequeñas grandes historias que merecían ser recuperadas.

En su ensayo, Safont nos explica que tras la derrota republicana, se esperaba que el nuevo régimen tuviera el respaldo de una nueva intelectualidad que debía ocupar el espacio dejado por los exiliados y los depurados. Pero a Franco no le importó poner en marcha una maquinaria a la que no le importó perseguir la lengua catalana. Como bien dice el autor del libro, si esto no hubiera sido así, probablemente la aceptación inicial por parte de determinados sectores de la pequeña y mediana burguesía catalanista se habría mantenido con más o menos fuerza.

El problema del IEC

Un buen ejemplo del rechazo del dictador a todo lo que oliera a Cataluña fue el intento, afortundamente fallido, de suprimir el Institut d’Estudis Catalans (IEC). Luis de Galinsoga, el que sería polémico director de «La Vanguardia», ya advertía que este organismo «fue el encargado de manufacturar con avisado ingenio de mercachifle que asegurada mercados a sus productos, la “tradición catalanista”, desgajada de la tradición hispánica».

Una mención aparte la merece Joan Sales, el que fuera uno de los mejores editores catalanes en ese tiempo. Mediante la revista «Quaderns de l’Exili», y con el concurso, entre otros del antropólogo Raimon Galí i Herrera, supieron ser una voz crítica que llevarían hasta Cataluña a finales de los 40 tras regresar del exilio. A ellos se les debe el impulso del Grup Torras i Bages, un grupo cristiano y catalán que se instalaría en diversas facultades y escuelas.

Uno de los muchos méritos de Joan Safont es el de destruir mitos a partir de documentos, de un trabajo intenso de archivo. De esta manera, por ejemplo, deshace la imagen de un Josep Pla simpatizante del régimen por la de un Pla crítico con la dictadura. Los encuentros con el exiliado Josep Tarradellas, con Vicens Vives como vértice de esas reuniones, hacen que desaparezca el Pla que había colaborado con Cambó en 1936 en labores de espionaje. A esto hay que añadir la participación del autor de «El quadern gris» dentro de las páginas de «El Correo Catalán» donde colabora con Joan Fuster. En sus diarios, el ampurdanés escribirá, cuando la dictadura cumpla un cuarto de siglo de vida por todo lo alto, que «tal dia com avui fa 25 anys que s’acabà la guerra: 25 años de paz –és a dir, de misèria, de policia i d’indignitat».

Pero también tenemos en «Sabotatge contra Franco» la oposición al caudillo que incluso se hace con música, como cuando Serrat quiere cantar en catalán en Eurovisión. No le dejaron.