Cataluña

Puigdemont y Mas vuelven a apelar al diálogo tras el juicio

La Generalitat cierra filas con los acusados y pide al Gobierno que rectifique con Cataluña y tiende la mano para entenderse en una «mesa política» tras la vista oral por el 9-N

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y Artur Mas, ayer
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y Artur Mas, ayerlarazon

El presidente del gobierno catalán, Carles Puigdemont, prologó ayer la semana del juicio del 9-N con una nueva «performance» en el Palau de la Generalitat, donde recibió a los tres encausados, Artur Mas, Irene Rigau y Joana Ortega.

El presidente del gobierno catalán, Carles Puigdemont, prologó ayer la semana del juicio del 9-N con una nueva «performance» en el Palau de la Generalitat, donde recibió a los tres encausados, Artur Mas, Irene Rigau y Joana Ortega, y en la que relajó el tono con respecto al miércoles, cuando tomó la palabra inesperadamente en el Parlament para linchar al Estado. Entonces, cargó contra el Estado con gruesas acusaciones como «falta de limpieza del franquismo», pero ayer mutó de actitud y mostró una versión más reconciliadora al avisar al Gobierno que todavía «está a tiempo de rectificar» con Cataluña, y «entender que debe dialogar en una mesa política».

«El Gobierno español está a tiempo de rectificar. Para rectificar se tiene que dialogar a través de una mesa política. Espero que rectifique», aseguró Puigdemont en una rueda de prensa posterior a la conclusión del juicio, en la que estuvo acompañado únicamente por Mas, que suscribió la misma idea. Tono afable con el Estado, aunque no con Europa. Y es que se enzarzó con el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, quien ayer mismo advertía a Cataluña que debía cumplir con las leyes, lo que no gustó a Puigdemont, que le replicó: «Si tan preocupado está por el cumplimiento de las leyes, debería estarlo sobre todo por que España es el tercer país de la UE que más normativas europeas incumple».

Por otro lado, también se afanó por adular las declaraciones de los tres encausados frente al juez. Si el líder soberanista arrancó el lunes con un alegato para arroparles en el que clamaba «que todos nos sentimos juzgados», que quebraba la neutralidad institucional, ayer lo que hizo fue ratificarse en su afirmación e ir más allá, alabando las declaraciones de Mas, Ortega y Rigau, que según él, «representan al conjunto del pueblo de Cataluña». Para Puigdemont, que permitieran el proceso participativo del 9-N supuso que 2,3 millones personas votaran, lo que agradeció y avisó: «El problema lo tiene el Estado, y no quien hace posible que vayan a votar». «La ciudadanía se emociona podiendo votar y se indigna con las resoluciones del Tribunal Constitucional (TC)», añadió el presidente de la Generalitat.

Asimismo, Puigdemont volvió a poner de nuevo las sospec has sobre el juicio al considerar que «no abordaba si cumplir o no las resoluciones del TC», porque entonces el Gobierno «debería haberse sentado mucho antes» en el banquillo por no cumplir sentencias del TC. Según él, esta semana se ha juzgado «el éxito del 9N», e insistió en que el Estado no debe interpretar como un desafío que 2,3 millones de personas voten, sino que debe entenderlo como un «problema» a abordar, pero en ningún caso es un problema de «quien posibilita la votación». Es más, para él, el Estado pudo aprovechar ese gran número de votantes para «edificar soluciones sólidas», pero eligió cometer lo que él ha califido de inmenso error.

Por su parte, Mas también se ha pronunciado en la misma dirección que Puigdemont al considerar que el Gobierno no aplica mucas de las sentencias del TC y no ha tenido «que rendir cuentas por eso». «El Gobierno español casi no debería moverse del banquillo de los acusados», aseguró el expresidente de la Generalitat. Asimismo, replicó las críticas que recibió a lo largo de la semana de la CUP, por su estrategia de defensa al no asumir que el 9-N desobedeció: «Cada uno tiene su criterio de conducta. Sus actitudes muchas veces no coinciden con las nuestras. Tenemos la suficiente personalidad para actuar con criterio propio».

Finalmente, valoró el juicio y sus expectativas, que pasan por esperar una sentencia absolutoria y se mostró «orgulloso» del papel que tanto él como las exconselleras han desarrollado: « No hemos prostituido el espíritu del 9 de noviembre», en alusión a la responsabilización de los voluntarios.