Cataluña

Tàpies íntimo

El recorrido expositivo permite conocer a un Antoni Tàpies con capacidad creativa a partir de cualquier tipo de elementos
El recorrido expositivo permite conocer a un Antoni Tàpies con capacidad creativa a partir de cualquier tipo de elementoslarazon

El interior de los talleres de Antoni Tàpies guarda numerosos tesoros, obras que el propio artista se reservaba y ocultaba a otros ojos. Estas piezas son las protagonistas de una gran exposición, patrocinada por la Fundación Abertis, que se presenta en dos sedes distintas: el Museo Nacional de Arte de Cataluña (Mnac) y la Fundación Tàpies. De esta manera el espectador puede conocer la mirada más personal del artista en una iniciativa en la que estuvo trabajando hasta poco antes de su fallecimiento y que cuenta con el comisariado de Vicente Todolí.

Sin límites

Las 140 composiciones seleccionadas cubren la totalidad de la producción del artista, desde 1945 a 2011, centrándose en su capacidad para experimentar, para crear a partir de los elementos que lo rodeaban hasta el punto de hacer de lo cotidiano una obra de arte, sin ponerse ningún tipo de límites en cuanto a los materiales a emplear. Son trabajos inéditos hasta la fecha y que nos presentan a un Tàpies mucho más íntimo y personal. El autor concebía estas obras para su colección personal o para poder enriquecer los fondos de la fundación que lleva su nombre. Él mismo, en su autobiografía «Memoria personal», dividía su producción en dos líneas, las mismas en las que se agrupan en la muestra. Por un lado están las pinturas matéricas o murales que ocupan las salas del Mnac, y, por otro, los objetos y materiales pobres que son los protagonistas de la Fundación Tàpies.

El recorrido en el Mnac se inicia con una serie de composiciones de un Tàpies muy fiel al detalle, además de emplear una paleta rica en colorido, como lo demostró en su etapa dentro del movimiento artístico Dau al Set. De allí se pasa a una serie de cuadros de grandes dimensiones, en las que es evidente la experimentación con materias y formas y que, a partir de los años cincuenta, le permiten crear un estilo propio. De allí se pasa a una narrativa plástica en las que caben todo tipo de elementos como el barniz, el látex o las planchas de metal. El misterio que aporta Tàpies queda patente, en este museo, con el cuadro con el que concluye el recorrido, realizada pocos meses antes de su muerte, donde el pintor trata de demostrar que todavía puede enfrentarse al hecho pictórico. Tampoco se olvida del compromiso político y social, como cuando rinde homenaje a Puig Antich.

En la Fundació Tàpies está el artista que encontraba inspiración en objetos tan dispares y pobres como cartón, hilos o cordones. Incluso llega a reciclar una bata, un bastón o radiografías médicas para reafirmar su personalidad pictórica. Es también, como subrayó Todolí, una voluntad por magnificar lo pequeño. Obras como «Puerta metálica y violín», «19 bocas» o «Gran blanco de lata azul» así lo atestiguan.