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Cuba

Wendy Guerra busca la isla que los cubanos no pueden ver

Wendy Guerra pasó ayer por Barcelona para presentar su última carta de amor a la Cuba que es y, sobre todo, a la que podría ser
Wendy Guerra pasó ayer por Barcelona para presentar su última carta de amor a la Cuba que es y, sobre todo, a la que podría serlarazon

A los trece años, la escritora Wendy Guerra era una niña como cualquier otra. Vivía en La Habana, una ciudad de la que nunca piensa renunciar. Algunas clases le gustaban, otras no tanto, como a cualquier otra niña. Había una, especialmente, que no le gustaba demasiado. No estamos hablando de literatura, ni de química, ni de educación física, ni siquiera de matemáticas, sino de una con el curioso nombre de Operación Militar. «Te ponían una metralleta en las manos, una arma rusa, y te enseñaban a usarla. Ese día pierdes la inocencia para siempre», comenta Guerra. La escritora era como cualquier niña, claro, en especial como cualquier niña cubana, y eso es otra cosa distinta.

La escritora vuelve a su tema favorito, la Cuba en la que ha vivido, vive, y sobre todo, le gustaría vivir en «Domingo de Revolución» (Anagrama). La protagonista, Cleo, un alter ego de la autora, es una joven poeta que regresa a la isla tras recibir premios y aplausos en el extranjero, sólo para que la Seguridad del Estado y el Ministerio de Cultura piensen que es una especie de espía de la CIA por sus comentarios críticos. Al mismo tiempo, los exiliados cubanos no acaban de confiar en ella, y la tildan de infiltrada de la inteligencia cubana. «El título habla de domingo de revolución porque ese es el día que no sabes si acaba o empieza la semana. Estamos en ese momento en Cuba, que no sabemos si estamos en el final o el principio de la revolución», asegura la escritora.

De esta forma, en una especie de descripción del presente cubano tal cual se está produciendo, Cleo nos descubrirá la vida en la isla y todo lo que queda oculto porque nadie tiene derecho o valor para decirlo. «Los periódicos cubanos mienten. La única verdad que dicen es el día en que se publican. Por eso escribo, para dejar constancia de lo que ocurre en realidad», señala Guerra.

Como no podía ser de otra forma, la novela, narrada en «real time», también tiene espacio para comentar la apertura de relaciones entre Estados Unidos y Cuba tras 40 años de bolqueo. «Para nosotros Obama es como un afrocubano. Nos ha encantado y ha posibilitado que los cubanos tengamos que pensar en otro enemigo y que no seamos los mismos cubanos», asegura.

El libro, en ningún caso, es un listado de quejas o afrentas, ni siquiera una forma de saldar cuentas y exigir venganza, sino que es un canto duro, pero optimista, para iniciar, entre todos, la construcción de una nueva Cuba. «He intentado que la poesía, el lenguaje en definitiva, se cuele en las terribles circunstancias que narro. Es como esas serie americanas como “El séquito” que los actores se interpretan a sí mismos y se ríen de sus propias miserias. Yo he intentado reírme de la figura del escritor con todos los problemas normales que soporta, pero bajo el yugo de una dictadura», dice.

El libro nació de un cuento titulado «El espía». Se lo dejó a Ana María Moix y ésta le dijo que estaba bien, pero que era una novela. A partir de aquí la historia se fue haciendo más grande y transformando a medida que las noticias sobre Cuba iban llegando. «Para ser curadas, las heridas deben ser nombradas, y para esto también sirve la literatura», comenta la escritora, que recuerda con cariño sus discusiones con Gabriel García Márquez sobre el tema. «El libro es un regalo para Gabo. Mirábamos Cuba de forma distinta, pero nos escuchábamos», asegura.

«Domingo de revolución»

Wendy Guerra

ANAGRAMA224 páginas

16,90 euros