Valencia

Brasil gastronómico en plena forma olímpica

La cocina brasileña se reinventa con su afortunado mestizaje: esencia indígena, voces culinarias africanas y recetas portuguesas

Disfrutar de la gastronomía carioca sin el amparo de una caipiriña es difícil. Clásica de limón y variante de maracuyá
Disfrutar de la gastronomía carioca sin el amparo de una caipiriña es difícil. Clásica de limón y variante de maracuyálarazon

La cocina brasileña se reinventa con su afortunado mestizaje: esencia indígena, voces culinarias africanas y recetas portuguesas

Agobiados por el entorno reverenciador a los juegos olímpicos durante una comida, preguntamos al resto de comensales por

sus experiencias con la cocina brasileña. Sube la temperatura, los termómetros se disparan y cada respuesta supone un sofocón. Nos cuesta encontrar el porqué. No se nos deben caer los anillos olímpicos en reconocer el desconocimiento de la cocina carioca. Afortunadamente, los tiempos de una encastillada intransigencia gastronómica a explorar otras culturas culinarias han desaparecido. Veinticuatro horas antes de que en el pebetero del estadio Maracaná arda la llama, nuestros paladares se enfrentan a una nueva experiencia.

Disfrutar de la gastronomía brasileña sin el amparo de la caipiriña es difícil. Con su abismal propuesta alcohólica nos devuelve amplificadas sensaciones. Nombrarla es investirla de poder. Tras el primer encuentro con la caipiriña del restaurante brasileño Porto Alegre descubrimos su evocadora versión clásica de limón y la rotunda variante de maracuyá. El restaurante Porto Alegre ( C/ Centelles,36 ) brilla como activo refugio de la cocina brasileña. La carta es un mosaico culinario antídoto contra el tremendismo de otras cocinas sudamericanas. Descubrimos el mestizaje universal de la cocina brasileña, tan distinta al cliché de los «rodizios» exportados (churrasquerías) de majestuosas espadas de carne y pescado a la brasa. Dejamos la palabrería y entramos en materia.

Despeinamos el menú elegido a base de la bebida nacional brasileña a la espera de la llegada de la omnipresente «coxinha». El aperitivo cotidiano carioca, en forma de croqueta de pollo picado, empanada con masa de harina. Aunque son parecidas, las cosas no son como parecen. Incluso con la leve distorsión del picante también se revelan excelentes. El segundo asalto está protagonizado por la generosa «croqueta de aipim con carne», que entronca con la tradición, dónde la yuca frita ejerce un protagonismo secundario relevante. La degustación alcanza picos gustativos de gloria cotidiana.

La llegada de los sencillos «expetinhos» se revela con sabores cuidados. Las sorprendentes brochetas, de carne de ternera, consiguen trascender, tienen un dorado delicioso, cocción uniforme y exterior crujiente, con trabajada guarnición de pimientos, cebollas y el incuestionable arroz. En paralelo, la «caipirinha» del master gaucho no hace más que perpetuar los destellos de la velada. El paladar se deslocaliza por momentos, finalizada la jornada vuelve a ser repatriado. El maridaje eterno nos incita a seguir en busca de la «caipirinha» sacrificando, con remordimientos, el universo de los postres.

El dulce festival de las curiosas trufas cariocas como «brigadeiro», bolita de leche condensada y chocolate y «beijinho» donde el coco sustituye al cacao, tendrá que esperar.

La gastronomía brasileña se reinventa con su acentuado y afortunado mestizaje: esencia indígena, voces culinarias africanas y recetas portuguesas, perfecta combinación, que responde al desafío culinario, en plena forma, con espíritu olímpico. El servicio crea complicidad donde antes había inicial distanciamiento. El arranque olímpico engorda la lista de satisfacciones. «Gauch@s» son una pareja de hosteleros brasileños, naturales de Porto Alegre, comprometidos con su cocina patria, desde hace 12 años, en el epicentro de Ruzafa. Los chascarrillos deportivos y políticos, del Brasil y la España actuales, engrosan el interminable anecdotario de la conversación final, dónde la música y su guitarra conviven con hipérbole artística. «Tudo bem. Ate mais. Gauchos».