Comunidad Valenciana

«La fotografía nos envenenó a todos»

La exposición «El Cabanyal: 1900-1991» repasa el trabajo vocacional de tres generaciones de la familia Vidal

Padre e hijo, tercera y cuarta generación de fotógrafos valencianos/Mer
Padre e hijo, tercera y cuarta generación de fotógrafos valencianos/Merlarazon

La exposición «El Cabanyal: 1900-1991» repasa el trabajo vocacional de tres generaciones de la familia Vidal

«Muchas veces, al vagar por la playa preparando mentalmente mi novela, encontré a un pintor joven -solo tenía cinco años más que yo- que laboraba a pleno sol, reproduciendo mágicamente sobre sus lienzos el oro de la luz, el color invisible del aire, el azul palpitante del Mediterráneo, la blancura transparente y sólida al mismo tiempo de las velas, la mole rubia y carnal de los grandes bueyes cortando la ola majestuosamente al tirar de las barcas. (...) Convertido al realismo en el arte y abominando de la pintura aprendida en las escuelas, tenía por único maestro al mar valenciano, admirando fervorosamente su luminoso esplendor. (...) Era Joaquín Sorolla».

Los apuntes previos a la lectura de «Flor de Mayo», segunda novela de Blasco Ibáñez, evidencian que el arte levantino pasa indiscutiblemente por la orilla del Mediterráneo. Fueron muchos los que intentaron legar a la posteridad y convertir en leyendas sus trabajos de homenaje al mar nuestro de cada día, pero él, caprichoso y exigente, ha devuelto a la arena miles de intentos fallidos. En la profundidad de ese azul espumoso queda, esculpido en el coral, el trazo de Sorolla y el verbo de Blasco.

La familia Vidal, que siempre estuvo allí, guarda instantes sobre papel, fragmentos de vidas que nunca posaron frente a sus cámaras. La naturalidad y la actitud no forzada es lo que convierte a la muestra «El Cabanyal: 1900-1991» en un viaje anónimo pero sincero y real a través de un siglo de progreso y cambio en uno de los barrios más distintivos de Valencia.

La exposición, que hasta el 27 de mayo podrá visitarse en el Museo Valenciano de Etnología, agrupa por temáticas los rasgos más característicos del Cabanyal a través del visor y el blanco y negro: desde las mujeres esperando a las barcas con la pesca a los niños de Sorolla bañándose desnudos en el mar. De la estampa clásica mediterránea de la ropa blanca tendida en medio de la calle a la llegada del tranvía como conexión con el centro de la ciudad. Del urbanismo propio del Marítimo a las fiestas y tradiciones acérrimas del barrio. De los rostros sin nombre pero con una historia que contar a los Benlliure, Blasco y Sorolla, que hicieron de esta arena dorada por la espuma su más cuidada musa.

Es la fotografía conjunta de tres generaciones la causa de tal completo repaso visual: Martín Vidal Romero (1872-1944), Luis Vidal Corella (1900-1959) y Luis Vidal Vidal (1936) han dedicado toda su vida al resultado que nace de apoyar una cámara en el pómulo. El hijo del último, Luis Vidal (1968), junto al destacado trabajo de los comisarios de la exposición, Nelo Cerdá García y Robert Martínez Canet, han permitido organizar y alumbrar este recorrido, que va más allá de la forma rectangular del papel fotográfico.

«Fue el abuelo el primero en envenenarse de esto. Después, la fotografía nos envenenó a todos», comenta Luis Vidal tras recorrer con su hijo la muestra. La técnica fotográfica lleva en Valencia tantos años como en esta estirpe. Con esta entrega del Cabanyal místico y anarquista, contradictorio y trabajador, la saga Vidal fusiona por primera vez tres escalones de su historia para mostrar un barrio valenciano. Aseguran, convencidos, que su colección familiar tiene posibilidades infinitas para dar a conocer el siglo XX en otros distritos. Vidal padre recuerda que uno de los rasgos más significativos del Cabanyal es el sentimiento granota por el fútbol. Entre bromas pero viéndose capaz, amenaza con tirar de archivo: «desde la bendición del campo hasta el ascenso a Primera. Lo tenemos todo».