Comunitat Valenciana

«Muchas fuentes de riqueza de la economía valenciana ya no existen y eso se nota en las donaciones »

PRESIDENTE DE CASA CARIDAD DE VALENCIA. Tiene dos mandatos para llevar a cabo su proyecto, que no es otro que cerrar Casa Caridad -«ello significaría que ya no es necesaria»- «Nuestro fin es erradicar la pobreza, pero llevamos muchos años de fracaso».

Luis Miralles
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Luis Miralles. PRESIDENTE DE CASA CARIDAD DE VALENCIA. Tiene dos mandatos para llevar a cabo su proyecto, que no es otro que cerrar Casa Caridad -«ello significaría que ya no es necesaria»- «Nuestro fin es erradicar la pobreza, pero llevamos muchos años de fracaso».

Luis Miralles (Valencia, 1955), lleva más de 20 años vinculado a Casa Caridad, pero poco más de un mes como presidente de la «ONG de los valencianos».

-La consolidación del multicentro social de Benicalap, la atención a colectivos vulnerables como las mujeres, los niños y las personas solas y el impulso a las redes sociales centrarán su programa de actuación. ¿Cuál es la prioridad?

- El objetivo principal es la consolidación del gasto y todas las actuaciones de Casa Caridad, y seguir atendiendo a los más necesitados. Aquí las cosas se hacen porque te da la gana y con ilusión. Y si no, no seremos capaces de sacar esto adelante.

-¿Cómo valora la decisión del Ayuntamiento de Paterna de cerrar el comedor que gestionaba Casa Caridad?

-Su idea es sustituir el comedor social por vales de comida. De todos modos, nosotros seguiremos atendiendo a todos los que llamen a nuestra puerta.

-¿Cuál de los dos modelos es más efectivo?

-¿A quién no le gusta comer en su casa? Cuando una persona viene a un comedor será por algo, porque su casa no está en condiciones, o porque no tiene los medios necesarios, por ejemplo.

-Algunas Administraciones consideran estos sistemas caducos y prefieren que sean los servicios sociales públicos los que se encarguen. ¿Qué opina?

-No se obliga a nadie a venir aquí. Al que viene se le pregunta su nombre, sus circunstancias y en qué se le puede ayudar. No es solo el comedor, quizás necesita ayuda en la tramitación de alguna documentación. Vienen cuando ya han acudido a todos los organismos públicos y no ha conseguido nada. Creo que el que hace las cosas bien debe seguir haciéndolas.

-¿Se cree los discursos triunfalistas que aseguran que hemos salido de la crisis?

-Sí ha disminuido el número de personas que acuden a la Casa, y desde hace dos años las cifras se mantienen. Pero los que siguen viniendo cada vez están peor. Hay muchos que siguen estando en el paro y otros que necesitan unos meses de cotización para cobrar la jubilación. A todos ellos tratamos de ayudarles. Nos movemos para firmar convenios con empresas, algo hemos conseguido, pero nos gustaría llegar a mucho más. Puede que el paro haya bajado, pero la situación de muchas personas no mejora. Ni mucho menos.

-En ocasiones han echado en falta una mayor implicación de la sociedad civil. ¿El apoyo de las empresas es el que debería?

-Casa Caridad está agradecida a los valencianos y a las empresas valencianas. El 70 por ciento de nuestro presupuesto procede de contribuciones privadas. Ha llovido mucho, han pasado muchas cosas en la política de la Comunitat Valenciana, pero tenemos el orgullo de tener muchas empresas que trabajan bien y que colaboran con nosotros, pero necesitamos más. Nuestra obligación es gastar la suela de nuestros zapatos; dar a conocer la labor que hace Casa Caridad y que nos ayuden. Nos marcamos el reto de conseguir patrocinar las comidas 365 días al año, pero desgraciadamente no se ha llegado ni a la mitad.

-¿Tiene algo que reprocharle a la Administración?

-Casa Caridad proclama siempre su independencia, la verdadera, que es la económica. Nos gustaría que nuestra financiación fuera privada, pero la cultura de dar y de dar periódicamente, en nuestro país no existe. Así que, ahora mismo, esa colaboración por parte de las autoridades es necesaria. Por favor, Administraciones, ¡no nos recorten las ayudas! (sonríe).

-Es que dicen que no tienen dinero porque estamos infrafinanciados.

-Nosotros también hemos firmado el manifiesto que pide una financiación autonómica más justa. La Comunitat Valenciana no ha sido tratada como otras. Tenemos usuarios de más de sesenta países distintos y de casi todas las provincias de España, pero pocas veces viene gente del País Vasco o de Navarra. Cuando la pensión contributiva de un valenciano es de 491 euros y en otras regiones es el doble, el triple o el cuádruple, te cuestionas si todos los españoles somos iguales.

-¿La precariedad laboral afecta a las donaciones?

-La crisis es muy larga, y muchas fuentes de riqueza de la economía valenciana, por desgracia, han desaparecido, como el Banco de Valencia, donde buena parte de la burguesía valenciana tenía sus ahorros en acciones; o la depreciación de los campos de cultivos de naranja... La gente ha agotado sus ahorros y cuesta un poquito más conseguir donaciones. No obstante, hemos logrado aumentar el número de suscriptores hasta los 3.800, pero nuestro objetivo es alcanzar los 5.000.

-Casa Caridad también atiende a niños en el comedor y en la guardería. ¿Qué futuro les espera? ¿Serán herederos de la precariedad de sus padres?

-Pensar que una persona está condenada cuando es un niño es muy duro. La mejor forma de salir adelante es la educación. Intentamos que crezcan con una serie de valores para que el día de mañana sean buenos ciudadanos. Nuestro fin es erradicar la pobreza, pero llevamos muchos años de fracaso.

-¿El paso por Casa Caridad marca?

-Tenemos una sección que llamamos «Repertorio de temas», que recoge anécdotas que pasan dentro de la Casa, como, por ejemplo, las cartas que recibimos y en las que nos cuentan que han prosperado en la vida o que han encontrado trabajo y pueden salir adelante. Todas esas satisfacciones hacen que nuestro trabajo merezca la pena.

-En la ciudad de Valencia 404 personas duermen en la calle cada día, según datos de Homeless Meet Up Valencia. ¿Qué se puede hacer por ellas?

-Nuestros trabajadores sociales, que son los que saben, nos dicen que no les demos dinero, ya que si les proporcionamos medios para seguir viviendo en la calle, nunca van a salir de ella. Lo que hay que hacer es hablar con ellos. Muchas veces pasamos a su lado y aceleramos el paso o cruzamos de acera porque nos incomodan. Pero se sorprendería de las cosas que nos cuentan. Todos somos iguales. Todos hemos tenido una familia. Estas personas tienen que tener una oportunidad y lo primero es que se den cuenta de que hay gente que se preocupa por ellas y que les digan que hay sitios donde se les puede ayudar. Ellos, después, que hagan lo que quieran.

-¿Pero por qué son reticentes a acudir a un albergue?

-Para muchos, el ser vivo más próximo a ellos es un animalito. Eso nos debería hacer pensar (pausa). Por eso muchos no quieren abandonar a su perro para dormir en un albergue. Estamos dándole vueltas al asunto para ver cómo solucionamos este tema.

-¿Qué le deja su antecesor, Antonio Casanova, en Casa Caridad?

-Antonio Casanova es un ejemplo a seguir. Dieciséis años con él marcan. Ha transformado muchos conceptos. Ha sido clave en la modernización, en la recaudación de fondos y en que se conozca de verdad a la ONG de los valencianos.