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Tellina... en mi cabeza constante estás
Bivalvo propicio para el desahogo inicial de una comida, poseedor del don de la ubicuidad
Las tellinas colonizan nuestro gusto desde tiempo pretéritos, modifican nuestro estado emocional, influyen sobre la memoria y la ansiedad estival de nuestros turistas, resultan definitivas como entrante.
Gusto endogámico. Nuestra protagonista no falta a la cita diaria en cualquier época del año. Sin primarias entre los comensales, todos coinciden. Gana por mayoría absoluta. Las especulaciones cuentan poco, en todo caso. Oiga... tienen tellinas...
Bivalvo en plena forma y con un amplísimo registro en las cartas. Entrante propicio para el desahogo inicial de una comida. Poseedora del don de la ubicuidad. El peso de la tellina aún suscita sorpresa. Aunque sus compañeros son el aceite, el perejil y el ajo «festea» atrevidamente con el tomate con éxito relativo. Su exposición pública hace que existan miles de clientes dispuestos a darle su confianza.
Aperito de adjetivo deslumbrante y sencillez corporativa. Al acercarse el verano crecen los pretextos para pedir la presencia de la tellina. Pero tengan cuidado a veces el interés gastronómico, en cuyo inocente nombre se comenten todo tipo de atrocidades del gusto tiene malas experiencias... «¡Uff!, tienen arena».
Lujo cotidiano que combina con casi todo. Un placer culpable, que se reedita a diario en las mesas de los restaurantes. Un fenómeno de masas gastronómicas para todos los públicos gustativos.
Nos sentimos atraídos de forma instintiva. Deseo concedido. Bivalvo de glamour popular que ilumina nuestras sobremesas. No fallan, siempre tiene una buena acogida sea cual sea su origen. Pasión sin fronteras. Universal aunque profundamente mediterránea.
Ante el apocalipsis inminente de nuestra protagonista en la costa valenciana, tras la predicción destructiva, se sucede este verano la prohibición del marisqueo, veda con ansias de transcendencia. Bendita regeneración. Volveremos se oye desde la arenas.
De captura artesanal, enemiga intima de rastrillos en bajamar. Viajera impertérrita en los grandes arenales se desplaza con bastante frecuencia ayudada con un pie fuerte... Noctámbula accidental deja su rastro grabado en la arena mojada. Pero un consejo déjenla tranquila no la provoquen...
Olvidado el riesgo sistemático. Hay que desdramatizar. No es un hecho inquietante. La importación rigurosa garantiza la continuidad de un clásico en nuestras mesas. Un plato que no da síntomas de rebelarse contra su propia naturaleza.
Producto de imperiosa necesidad. Vademecum marino, primeros auxilios antes del «dinar». Alquitarado el recuerdo gustativo y oferente la memoria que nunca olvida lo fundamental del sabor fugaz de las tellinas. Hoy quizás los fervores gustativos han bajado un poco en su ebullición, pero siempre es tiempo de tellinas. En mi cabeza constante estás.
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