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«A partir del martes nos tenemos que buscar la vida»

Los afectados del edificio de Tetuán consideran «insuficiente» la oferta de los dueños del edificio

Sara y Shanon acuden a diario a la calle Amalia
Sara y Shanon acuden a diario a la calle Amalialarazon

Shanon y Sara se aferran, impotentes a la valla que separa a los viandantes de la ruina que ahora es su casa, en el número 1 de la calle Amalia, en Tetuán. Pero las dos mujeres de procedencia ecuatoriana no miran escombros, sino sus ventanas y su terraza, intactas en apariencia, con todas sus pertenencias en su lugar. «Nuestra única obsesión es que nos dejen pasar a recoger nuestras cosas, por eso venimos aquí todas las tardes, a ver si nos dejan entrar», explican. Prefieren estar de pie, en la triste esquina de Bravo Murillo a disfrutar de «las estrellas del hotel» del barrio de Salamanca donde les ha realojado el Ayuntamiento donde se sienten «inútiles» mientras confían en poder recuperar su vida.

Sin embargo, después de reunirse anoche con la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y la concejala de Equidad, Derechos Sociales y Empleo, Marta Higueras, esta preocupación pasa al segundo puesto en la lista de angustias. «Nos han dicho que el martes podremos recuperar nuestras cosas, pero nos quedaremos sin sitio donde dormir», explica Shanon. En la reunión, la regidora explicó a los vecinos afectados por el derrumbe que el Ayuntamiento de Madrid les pagará el hotel hasta el próximo martes y, después, sería la propietaria del edificio quien se haga cargo del alojamiento de quienes tengan contrato de alquiler. El problema es que Shanon y Sara son realquiladas, ocupan una habitación en una vivienda alquilada por otra persona. «Nosotras somos realquiladas, no tenemos ni fianzas ni nada», confesaban, y añadían con pesar, «nos han dicho que nos busquemos la vida a partir del martes».

Sin derecho a realojo, ni tan siquiera la escasa semana que supuestamente asume la propietaria del inmueble, las ecuatorianas ya estudiaban con otros vecinos en su misma situación, exigir a quien les alquila la habitación el reembolso de la mitad de la renta. «Así podemos empezar de nuevo con algo de dinero hasta que cobremos a primeros de septiembre», explicaban. Resignadas a quedarse sin ninguna ayuda, no confiaban tampoco en las posibilidades que les ofrece el Ayuntamiento a través de los Servicios Sociales del distrito. «Me han dicho que buscarían una solución al menos para tener alojamiento hasta el 31», contaba Shanon que, además, tiene un hijo con discapacidad. El próximo martes tiene cita con una trabajadora social de Tetuán aunque valoraba atrasar la cita a la espera saber cómo y cuándo podía recuperar sus cosas. «No queremos ni dinero ni nada, que nos dejen recuperar lo nuestro y ya nos buscaremos la vida», reclamaba Sara, desesperada.

Según explicó el consistorio, efectivos del Samur Social se acercaron ayer por la mañana al hotel en el que están alojados los vecinos afectados por el derrumbe para señalarles que deben presentar sus necesidades por escrito o por teléfono para así acelerar los trámites necesarios cuando se reúnan con el asistente social. Igualmente, conminaron a quienes aún no se habían empadronado a hacerlo, cuestión que, en el caso de Shanon y Sara, como realquiladas, supone una dificultad añadida. «Cuando me dejaron entrar a por mis cosas iba tan nerviosa que no cogí los documentos, ni la medicación», se lamentaba Shanon.

En cambio, otros vecinos habían rechazado la oferta de la propietaria del inmueble que les propuso devolverles la fianza –de 600 euros– para extinguir el contrato de arrendamiento y pagar su estancia en un hotel cercano al edificio hasta finales de mes. Para algunos de los afectados, esta cantidad es «insuficiente» porque lo que necesitan es una vivienda. «Para entrar en cualquier sitio te piden dos meses de fianza y el alquiler del primer mes, sin contar con que hay que comprar todo lo que se ha perdido», comentaba Sharon. Además, los propietarios afirmaron que Generali Seguros no cubrirá los gastos del desplome ni se hará cargo de las consecuencias económicas del siniestro, lo que supone que no recibirán ningún tipo de indemnización por haber perdido sus casas de manera abrupta.

Pendientes de recibir la luz verde de los técnicos municipales para acceder al edificio a por el resto de su pertenencias, ninguna de las dos vecinas ecuatorianas quería saber nada de la posibilidad de que los inquilinos de la letra C –donde residen ellas–, puedan regresar una vez finalizada la obra de desescombro y apuntalamiento del inmueble. «Ningún vecino quiere volver, por muy seguro que digan que es. ¡Cómo voy a dormir por las noches!», protestaba Sara, que prefiere buscar por su cuenta otro lugar para vivir.

Revisión del sótano

Sin embargo, los técnicos del Ayuntamiento aún comprobarán el estado del edificio antes de dar luz verde al mantenimiento de parte de su estructura ya que, entre otras cuestiones, tienen que estudiar el sótano que ha aparecido tras retirar los restos del derrumbre. De hecho, ayer mismo los vecinos que paseaban por la zona tuvieron un pequeño susto cuando el escaparate de la tienda de ultramarinos que ocupaba el bajo del edifico reventó y varias botellas y escombros cayeron a la calle. Los operarios que vigilaban la obra llamaron inmediatamente a los técnicos municipales que comprobaron la estructura de los escasos metros de fachada que permanecen en pie en la esquina de Bravo Murillo y optaron por restar importancia al incidente. Eso sí, colocaron un par de vallas más para proteger la puerta del comercio en caso de que el resto del escaparate colapsase.