Política

Terrorismo

«Aprendimos del 11-M: estamos preparados para ataques radiactivos»

«Los servicios de emergencias están más preparados y cambiamos el sistema de comunicación»

José Luis Pérez Olmo fue el primer enfermero en llegar a El Pozo el 11-M. «Aquello parecía un verdadero campo de batalla», dice
José Luis Pérez Olmo fue el primer enfermero en llegar a El Pozo el 11-M. «Aquello parecía un verdadero campo de batalla», dicelarazon

Hace hoy 15 años José Luis Pérez, entonces enfermero asistencial y hoy director del Summa 112, tenía previsto hacer una cobertura preventiva porque los Tedax de la Policía hacían un ejercicio práctico de desactivación de explosivos en La Marañosa.

Hace hoy quince años José Luis Pérez, entonces enfermero asistencial y hoy director del Summa 112 de la Comunidad, tenía previsto hacer una cobertura preventiva porque los Tedax de la Policía hacían un ejercicio práctico de desactivación de explosivos en La Marañosa. Pasó antes por la sede central, en la calle Antracita (Legazpi), y ya le llamó la atención cruzarse de camino con numerosos coches de Policía. «Debe de estar pasando algo que no sabemos qué es», le advirtieron, inquietos, los compañeros. Subió al centro de coordinación y allí le dijeron que se olvidara de los Tedax. «Jose, ve a El Pozo, ha habido varias explosiones, ve para allá y nos cuentas», le pidieron. José Luis cogió su unidad, pero lo que nunca se imaginó es que una atención por explosivos, como la que tenía previsto hacer ese día en el simulacro con la Policía iba a ser tan real como la que encontró. Fue el primer enfermero que llegó al escenario donde hubo más fallecidos el 11-M: 67 muertos y 60 heridos que tuvieron que ser atendidos. «Aquello parecía un verdadero campo de batalla y ponía en jaque a los servicios de emergencias porque teníamos cuatro focos con multitud de víctimas. Hasta ahora, con el terrorismo de ETA, estábamos acostumbrados a centrar la atención en un solo y allí observamos una estrategia muy bien definida en varios puntos para causar el máximo daño posible, lo que nos obligó a un cambio de paradigma, a una forma diferente de gestionar las catástrofes en lo que se refiere a la atención a las víctimas y su traslado a los hospitales».

En pleno foco de la tragedia, José Luis se preguntó en numerosas ocasiones si estaban en un lugar protegido para clasificar a las víctimas sin que todos saltara por los aires . Luego identificaron como un lugar seguro el gimnasio de un instituto de El Pozo cuyas instalaciones estaban muy próximas a la estación de tren. Allí se habilitó el puesto médico avanzado. Los bancos rígidos de la estación sirvieron de improvisada camilla para salvar un murete que permitiera trasladar a las heridos al polideportivo. Nadie, ni los policías, sabían exactamente lo que ocurría. Los autobuses de transporte público colaboraron en el traslado de los heridos a los hospitales y hubo muchos ciudadanos anónimos que salvaron vidas haciendo torniquetes, recuerda José Luis. ¿Qué aprendieron con la tragedia los servicios de emergencia? «Que hay que estar preparados para dar respuesta a desgracias de esta magnitud y elaboramos un procedimiento de respuesta y atención eficaz para casos con múltiples víctimas; se cambió el sistema de comunicación para que fuera más eficiente y no se viera perjudicado por los inhibidores de la Policía; nos formamos para responder ante un ataque radiactivo y ahora hacemos numerosos simulacros. En breve el Summa contará con psicólogos para atender a pacientes y profesionales en situaciones de especial dificultad», explica José Luis. Hoy asegura que los servicios de emergencias están preparados para atender a la vez una situación con múltiples víctimas y la gestión del día a día. Como profesional de la enfermería muchas veces se ha enfrentado a situaciones muy duras, pero José Luis no olvida aquel día. «Durante un tiempo me acompañó la tristeza, como a muchos españoles. Hay imágenes que quedan en la retina, forman parte de tu pasado y de tu memoria».