Angel del Río

Carmena maniobra para evitar su «guerra de los serenos»

Promete a los agentes de movilidad una «vía rápida» para entrar en la Policía Municipal y evitar así un conflicto similar al que protagonizaron los vigilantes con Tierno Galván

Agentes de la Policía Municipal ayer, durante las fiestas de La Paloma
Agentes de la Policía Municipal ayer, durante las fiestas de La Palomalarazon

Promete a los agentes de movilidad una «vía rápida» para entrar en la Policía Municipal y evitar así un conflicto similar al que protagonizaron los vigilantes con Tierno Galván

La alcaldesa, Manuela Carmena, ha prometido a los sindicatos subir en un 10 por ciento el salario a los agentes de movilidad, y lo más importante: una vía rápida para que puedan convertirse en policías municipales aquellos que tengan más de cinco años de antigüedad, una reconversión que el Gobierno del Ayuntamiento está dispuesto a llevar a cabo mediante un «proceso singular», que no sería posible sin el consentimiento de la Comunidad, que tiene la última palabra en esta competencia.

Esta aspiración de los agentes de movilidad ha creado ya divergencias y protestas entre el colectivo de funcionarios municipales, dispuestos a denunciar su convenio y exigir del mismo modo una subida salarial del 10 por ciento; entre los propios sindicatos, algunos de los cuales piensa que esa subida y la reconversión puede despertar una auténtica «guerra» sindical, y en el mismo seno de la Policía Municipal, que entiende que no se puede producir un ascenso directo al Cuerpo, sin convocar previamente las plazas y exigir los requisitos previstos en esa convocatoria; es decir, que no se puede hacer excepciones.

Primero fueron los serenos. La pretensión de que un nuevo cuerpo o servicio de trabajadores municipales termine reivindicando su inclusión en la plantilla de la Policía Municipal no es nueva. Enrique Tierno, que tenía la intención de redactar uno de sus famosos bandos para dedicarlo a la vuelta de los serenos, que desaparecieron en la década de los años setenta de las calles de Madrid, no tuvo tiempo; la muerte le sorprendió cuando ese bando era sólo un borrador. Su sucesor en la alcaldía, Juan Barranco, quiso dar cumplimiento al deseo del viejo profesor. En 1977, el Consejo de Ministros había aprobado un decreto para el restablecimiento del Cuerpo de Serenos en aquellos municipios con más de 100.000 habitantes. Se excluyó al Ayuntamiento de Madrid por entender que ya contaba con un servicio de vigilantes nocturnos.

Juan Barranco puso en marcha la nostálgica idea de su antecesor, y el 7 de abril de 1986 los serenos volvían a las calles del distrito Centro de forma experimental. Eran doscientos cincuenta, adscritos orgánicamente a la Policía Municipal, pero trabajadores autónomos, cuyos salarios (75.000 pesetas mensuales) y la cuota de la Seguridad Social los abonaba el Ayuntamiento, y que después repercutía a los vecinos y comerciantes del distrito. Iban provistos de transmisor, silbato, porra de goma y spray; y vestidos con guerrera de paño gris, escudos plateados del Ayuntamiento en las hombreras, guantes de piel, botas bajas, gorra de blenda, de color gris, con visera de charol negro y una placa insignia en la que podía leerse: «Vigilante nocturno de comercio y vecindad». La ordenanza preveía que los nuevos serenos se harían cargo de las llaves de portales y comercios, a la antigua usanza.

No fue fácil la implantación, sobre todo porque el Ayuntamiento pronto empezó a tener problemas para cobrar a vecinos y comerciantes los gastos de este servicio. A los pocos meses, y viendo que la idea estaba abocada al fracaso a corto plazo, empezaron a moverse los resortes sindicales para salvar del naufragio a los nuevos serenos, y la mejor forma de asegurar su permanencia era exigir que se convirtieran en trabajadores municipales, integrándoles en la plantilla de la Policía Municipal como agentes de una unidad encargada de la vigilancia nocturna.

Por esta exigencia no pasó el Gobierno de Juan Barranco, y un año después, los serenos volvieron a desaparecer de las calles de la ciudad. La romántica idea de Tierno quedaba frustrada por la pretensión sindical de convertirles en policías municipales, como ahora se pretende con los agentes de movilidad. Tras la extinción del servicio, algunos de los antiguos serenos fueron reconvertidos en vigilantes de la ORA.

Siendo alcalde de Madrid Alberto Ruiz-Gallardón, tuvo la desafortunada idea de quitar de las tareas de regular el tráfico a la Policía Municipal y destinar a los agentes a otras tareas más burocráticas y de seguimiento y vigilancia de las ordenanzas municipales. Para desarrollar esas funciones de regular la circulación creó el Cuerpo de Agentes de Movilidad.

Una situación que empeora

En todos estos años, el invento, o la ocurrencia, del ex alcalde, no ha dado los frutos apetecidos, no ha mejorado la situación, y en algunos casos, ésta ha empeorado, quizá porque estos agentes no están investidos de autoridad, entre otras cosas.

En alguna ocasión se ha planteado la posibilidad de extinguir este Cuerpo, aunque no se tomara ninguna decisión al respecto y se prefiriera dejar la cosas como están. Pero parece que ahora, el actual equipo de Gobierno estaba barajando la posibilidad de devolver a la Policía Municipal a las labores de regulación de tráfico, a la vista de cómo se encuentra el estado de la circulación en Madrid. Y este rumor ha podido ser el detonante para que los sindicatos se hayan movilizado en la tarea de salvar al agente de movilidad, y hayan promovido que éstos se reconviertan en policías municipales por el sistema de «proceso singular». La pelota está en el tejado de Manuela Carmena, que en principio está dispuesta a ceder a la pretensión sindical, todo lo contrario que hizo el ex alcalde Juan Barranco, cuando los serenos intentaron la misma operación. Veremos en qué queda la cosa.