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El alzamiento de González
Aunque se cumplen dieciocho años de gobiernos del PP en la Comunidad de Madrid y los actos, e incluso las caras, se repiten sin apenas variación año tras año, no hay Dos de Mayo que se le parezca al anterior. La novedad este año estuvo en el anfitrión: era el primer Día de la Comunidad de Madrid con Ignacio González al frente, justo cuando se cumple el ecuador de una legislatura marcada por la crisis sobre la que González deberá alzarse en sólo dos años, cuando llegarán los primeros comicios sin Esperanza Aguirre. Buena cuenta de ello dieron los corrillos que, como manda la tradición, se formaron en la recepción oficial de la Puerta del Sol y que actúan como termómetro de la legislatura.
La «pseudoretirada» de Aguirre de la política madrileña («pseudo» porque, como ayer demostró, sus opiniones y declaraciones siguen marcando muchas agendas; y «retirada» porque ya es González quien dirige la Puerta del Sol) ofrece un nuevo escenario de cara a las elecciones de 2015, a las que los populares llegan con el listón muy alto y, por tanto, con mucho que perder, después de los comicios de 2011, en los que obtuvieron los mejores resultados de la historia tanto en la Asamblea como en los municipios y sobre todo con una crisis que ayer le costó algún que otro pitido en la parada militar. Por ello, ayer González no rehuyó reconocer que los votantes del PP pueden «no estar especialmente contentos» con la situación del país, por los datos del desempleo y las expectativas de recuperación, pero también quiso alertar de cómo «la izquierda más radical está comiendo el terreno al PSOE».
No obstante, el jefe del Ejecutivo regional cuenta con algunos «aliados» que de aquí a 2015 devolverían al partido a todos los descontentos. Los proyectos de Eurovegas, Canalejas, los Juegos Olímpicos e incluso la gestión externalizada de los hospitales (empezarán en septiembre, con lo que en 2015 estarán totalmente asentados) jugarán a su favor. Además, si se cumplen las previsiones, en 2014 crecerá la economía y podría dar tiempo a que este crecimiento se reflejara en el empleo, el principal rival a batir del Gobierno regional. Para llevar a cabo esta hazaña González hizo ayer un llamamiento a la unidad, porque así «no hay nada que los españoles no podamos superar», y al patriotismo de 1808 porque supieron «levantarse, superar las dificultades y vencer»
Sin autocrítica en el PSM
En el escenario que dejó ayer el «pulsómetro del Dos de Mayo», el PSM es el que se encuentra en peor posición de cara al próximo examen electoral. Aunque el escenario que maneja el PSM es radicalmente opuesto porque su lider, Tomás Gómez, parte prácticamente de la nada, la presión es muy superior. Para Gómez, que desde hace meses intenta posicionarse como una alternativa a Alfredo Pérez-Rubalcaba, es obligado mejorar su imagen respecto a los madrileños en sólo dos años tanto de cara a su carrera por hacerse un hueco en Ferraz, como frente a 2015 y a su «obligación» de superar la marca que obtuvo en 2011, la peor conocida por los socialistas en Madrid. Quizás por esto, ayer Gómez fue el único que se negó a valorar su situación cuando se cumplía la mitad de la legislatura y sólo quiso cargar contra la derecha, de la que aseguró que «se derrumba», y valorar, eso sí, la situación interna del PSOE y la necesidad de celebrar primarias: «Cuando pase el verano será el momento, en la conferencia política, de tomar las decisiones que haya que tomar en cuanto al liderazgo del partido».
Los de IU llegaron ayer al «termómetro del Dos de Mayo» cargados de expectativas. El coordinador de la coalición, Eddy Sánchez, sabedor de que su formación está llamada a recoger el voto radical que se fragua en las calles, aseguró que «Madrid necesita un cambio que va a venir de la mano de las movilizaciones sociales». Los representantes de UPyD también cruzaron ayer la mitad de la legislatura con «ganas de más». Sabedores de que su formación tiene en Madrid su principal caladero de votos, su líder, Luis de Velasco, se mostró dispuesto a convertirse en «algo más» que el partido bisagra, gracias a los votos de los descontentos y del desgaste de los partidos mayoritarios.
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