Política

Madrid Arena

El fondo del estanque

La Razón
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Se lo había dicho en voz baja a su entorno: «Por ser un político íntegro y honesto acabaré saliendo del puesto». La víctima acertó en su diagnóstico hace más de dos meses. Por dos razones. La primera, porque conocía demasiado bien la política y los engranajes del Partido Popular en Madrid desde hacía demasiado tiempo a pesar de su juventud. La segunda, porque sabía a la perfección que la contratación de espectáculos con Flores y CIA se planificaba, firmaba, ejecutaba y controlaba de forma manifiestamente mejorable. Negarlo es negar que una semana tiene siete días. Sólo cabe una decisión distinta para resarcir a las víctimas: la dimisión de Botella. Pero en este dolorosísimo, convulso y todavía confuso momento procesal la destitución del vicealcalde era inevitable. El Ayuntamiento no podía estar respondiendo cada día a las filtraciones en forma de sistemáticos errores, tremendas chapuzas, terribles negligencias y sonrojantes exhibiciones de incompetencia de todos aquellos que pudieron evitar lo inevitable: cada uno en su puesto de responsabilidad o irresponsabilidad atendiendo al único criterio y al solo imperio del desconcierto.

Hay que ser excesivamente ingenuos o muy poco ambiciosos desde el punto de vista democrático para aplaudir una decisión que no llega tarde ni temprano. Porque es verdad que la investigación judicial no ha hecho sino incoarse pero también que ha sido persistente la lluvia ácida periodística después de 70 días: el goteo de imágenes impactantes de videocámaras o teléfonos móviles y de conversaciones de técnicos que procedían de forma tercermundista.

Pero no nos engañemos. No estamos ante un cabeza de turco. Villanueva no es una persona a la que se la quiere hacer culpable de algo de lo que no lo es. No es alguien sobre quien se aplica injustamente una acusación o condena para impedir que los auténticos responsables sean juzgados. Él lo es y, por suerte o por desgracia, era el último valladar de una alcaldesa que en adelante se enfrentará a una plaza sin burladero.