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El padre de la niña secuestrada en La Cabrera: “Puse más de 150 denuncias a la madre de mi hija”

Liberada en La Cabrera (Madrid) una niña secuestrada por su madre y sin escolarizar: Daniel no veía a la menor desde 2017. Patricia se la llevó y se ocultó en La Cabrera. La Policía la localizó ayer.

A la izquierda, Patricia, detenida hoy. A la derecha, María Sevilla, dtenida hace un mes por secuestrar a su hijo.
A la izquierda, Patricia, detenida hoy. A la derecha, María Sevilla, dtenida hace un mes por secuestrar a su hijo.larazon

«Puse más de 150 denuncias a la madre de mi hija. Me acusó de abusar de la niña», afirma el padre.

Patricia G. salió ayer a pasear con su hija de diez años cerca de la finca aislada en la que llevaba oculta desde hace dos años y medio. En plena Sierra Norte de Madrid, en La Cabrera. Lo que no esperaba es que, a su regreso, poco después de volver a encerrarse en casa, llamarían a la puerta. Eran agentes de la Unidad Adscrita de Policía Judicial a los Juzgados de plaza Castilla. Por fin habían localizado a la pequeña. Su madre la había secuestrado. La niña, en un primer momento, se puso a llorar. No entendía por qué la alejaban de su madre.

A unos kilómetros de allí, en la comisaría de plaza Castilla la esperaba Daniel, su padre, nervioso por reencontrarse con su niña, a la que hacía años que no veía. «Al principio lloraba todo el rato, hasta que la he explicado que yo voy a dejar que siga viendo a su madre. Entonces se ha tranquilizado y a la hora ya estaba sonriendo», explica Daniel a LA RAZÓN. Con lágrimas que entrecortan sus palabras, describe el infierno por el que ha pasado durante los últimos años. Vivencias similares a las que tuvo que padeció Rafael Marcos, que recuperó a su hijo hace un mes. Su madre también había desaparecido con su hijo Samuel. «Nuestras historias son demasiado parecidas», afirmó ayer Rafael a este diario. Tanto Patricia como María – ex pareja de Rafael– pertenecían a la misma asociación Infancia Libre y las dos habían intentado separar a sus hijos de sus padres acusándoles de falsos abusos sexuales. Sobre Patricia pesaba una orden de arresto e ingreso en prisión por incumplir el régimen de visitas de la menor que mantenía con Daniel, su ex marido.

La mujer, de 44 años y de nacionalidad española, residía con su actual pareja en el número 8 de la calle Mirasierra. Fue a través de él como la unidad especializada consiguió dar con su paradero. «Han tardado mes y medio en dar con ellas porque ella y su novio tomaba muchas precauciones. Sólo usaban móviles de prepago», explica Daniel. Patricia permanece en los calabozos, a la espera de si el lunes la Justicia ordena su ingreso en prisión.

La menor, que fue encontrada en buen estado, no había sido escolarizada ni el pasado año ni tampoco éste, según confirmaron a LA RAZÓN fuentes policiales. Es más, «en 2017 la Comunidad de Madrid abrió un expediente por absentismo». Cada poco, el padre recibía una llamada preocupándose por la situación de la pequeña.

Los casos de Patricia y María Sevilla guardan muchas similitudes, si bien la primera era quien tenía la custodia, aunque incumplió el régimen de visitas. En el de Sevilla la custodia fue otorgada al padre tras varias batallas judiciales. También ambas, con el objetivo de que los menores no fueran localizados por sus progenitores, decidieron sacarles del colegio. «No sabemos si ha estado recibiendo clases en casa», sostiene Daniel. Pero es probable que sí, ya que su ex mujer es profesora y cuenta con un puesto de funcionaria que abandonó antes de desaparecer.

Daniel ahora sólo espera recuperar el tiempo perdido con su hija, e intentar que ella supere los miedos que le ha creado su progenitora. Lo primero: ir con ella a comprarle ropa.

«Antes de separarnos no habíamos tenido problemas, fue a los dos años cuando todo cambió». Hablamos de 2014, la hija de ambos apenas había cumplido seis años, «se volvió muy obsesiva, no le gustaba la ropa que le ponía, no quería que estuviera con mi nueva pareja, que era una desconocida, que tuviese cuidado con el pederasta de Ciudad Lineal...». Él, por su hija, prefería no darle importancia. Hasta que en verano empezó a llevarla a un psicólogo. «Le daban muñequitos de madera y le preguntaban: ''¿Qué te hace tu padre?'' Sólo querían que dijera que yo había abusado de ella. La obligaban a decir que no quería venir conmigo porque la insistían en que si no lo decía la separarían de su madre». Y la situación cada vez se volvió más complicada. Los lloros de la menor en las despedidas no dejaban de sucederse. «Tragué mucho por intentar mantener una relación cordial». En diciembre de 2014, Daniel fue a recoger a su hija. Iban a pasar la Navidad con su familia, en Reus. Ella se negó a bajarla. Tras varios intentos, y por consejo de su abogada, decide denunciarla por incumplimiento del régimen de visitas –«desde entonces habré puesto unas 150 denuncias. Para nada...», asevera. Y le llegó una llamada del juzgado, creía que le darían la razón, pero no. «Ella me había denunciado por abusar de la niña. El forense no le dio veracidad» y Daniel salió del juzgado de la mano de su hija, pero Patricia no se dio por vencida «y me puso otra denuncia».

Así es como este padre no sólo ha tenido que luchar por ver a su hija, si no por demostrar su inocencia. «Mi miedo es que cuando salga de la cárcel vuelva a hacer lo mismo».