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Los pies en Colón, la cabeza en Boston

Protegidos por un despligue de seguridad sin precedentes 26.000 corredores disfrutaron del maratón y cumplieron su objetivo: sólo se habló de atletismo

Antes de iniciar el recorrido, cuyo pistoletazo dio Ana Botella, los participantes quisieron hacer con sus manos el símbolo de la maratón de Boston. Una trágica carrera que aumentó ayer la presencia de unidades caninas de la Policía en todo el recorrido.
Antes de iniciar el recorrido, cuyo pistoletazo dio Ana Botella, los participantes quisieron hacer con sus manos el símbolo de la maratón de Boston. Una trágica carrera que aumentó ayer la presencia de unidades caninas de la Policía en todo el recorrido.larazon

Protegidos por un despligue de seguridad sin precedentes 26.000 corredores disfrutaron del maratón y cumplieron su objetivo: sólo se habló de atletismo

Eran las seis de la madrugada en la base de la Policía Nacional de la Casa de Campo, pero el equipo de agentes que participarían en el dispositivo de seguridad de la XXXVI Edición del Maratón Popular de Madrid (Mapoma) ya estaban bien despiertos. Bronce 2, el jefe de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) que coordinaría este dispositivo de 400 policías, felicitaba en el «briefing» previo a los agentes por su trabajo el pasado jueves en el «25-A, asedio al Congreso», donde apoyaron en puntos fijos un dispositivo formado mayoritariamente por agentes de la UIP. Pero la misión de ayer era bien distinta. El temor que planeaba sobre el Mapoma tras los atentados de Boston el pasado 15 de abril se transformó en un amplio dispositivo de seguridad sin precedentes en la carrera popular, diseñado desde la Delagación del Gobierno en Madrid. De la calle Tomás Sanz salió antes de las siete de la madrugada la «comitiva» de seguridad»: por primera vez, la Policía Nacional participaba en el despliegue y lo hacía con 400 agentes que se distribuyeron a lo largo de los 42 kilómetros del recorrido, para identificar personas o bultos sospechosos y con especial interés en la meta (Parque del Retiro) y la salida. Hasta allí, en la plaza de Colón, llegaron sobre las ocho de la mañana seis equipos –12 perros– de guías caninos especialistas en explosivos. Ellos fueron los grandes protagonistas de la mañana, ya que se encargaron de requisar cada contenedor y papelera de la zona. Ni los bártulos de los músicos de Ukelele Cland Band, apostados en la línea de salida (era la Rock 'n' Roll Madrid Maratón y 21 grupos tocaban en directo), se libraron del infalible olfato de pastores alemanes y belgas. El inspector Durán, jefe de la unidad, también ordenó requisas por los 12 camiones preparados por la organización como guardarropa de los participantes. Ni Tante –uno de los canes– ni sus compañeros olieron nada sospechoso (detectan, principalmente, amonal y amosal) tampoco en las salidas de metro de Colón, Retiro, Atocha, Sol y Bernabéu. Tras el pistoletazo de salida, dos equipos de caballería en el Retiro y la Casa de Campo y un subgrupo de agentes en motos (antiguos Alazanes) hicieron el recorrido de la maratón a lo largo de toda la mañana con los ojos bien abiertos en busca de cualquier circunstancia o aglomeración sospechosa. Pero los agentes nacionales no estuvieron solos. Les ayudaron en el dispositivo 390 agentes municipales y los 250 efectivos de Samur, que atendieron a 131 personas, la mayoría por temas leves. Gracias a este dispositivo, ayer no se habló de otra cosa que no tuviera que ver con el atletismo. Ni las bombas que sembraron el terror en Boston, ni el frío impidieron que la fiesta del atletismo engalanase las calles de Madrid. 26.000 corredores se vistieron de corto con el único objetivo de disfrutar del deporte. 26.000 personas hermanadas con el otro lado del Atlántico que no quisieron dejar pasar la oportunidad de homenajear a las víctimas de la tragedia de la maratón estadounidense y de condenar cualquier acto terrorista. Y es que tras la masacre del pasado 15 de abril, la cifra de inscripciones en la carrera madrileña se triplicó. «Los autores de la tragedia de Boston querían sembrar el terror, pero con nosotros no lo han conseguido. No contaron con que los deportistas somos gente valiente y luchadora». Así de tajante se mostró la vencedora de la maratón femenina, Vanessa Veiga, después de conseguir el triunfo en la prueba. Como el resto de corredores, había decorado su dorsal con un crespón negro en recuerdo a las víctimas del atentado. Por todas ellas se guardó un emotivo minuto de silencio a las 8:58 horas, instantes antes de que la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, diera el pistoletazo de salida. La Castellana enmudeció con la mano en alto y el símbolo de la letra «B» en el lenguaje de sordomudos. Mientras, la ciudad de Boston dormía sin ser consciente de lo que sucedía a 5.500 kilómetros de allí. Infinidad de anécdotas, testimonios y promesas corrieron ayer de la mano de los participantes por las calles de la capital. Muchas historias de sacrificio de los atletas españoles. «He hipotecado toda la temporada, incluso renuncié a los Juegos por preparar esta carrera. Estoy feliz. Lo he conseguido», comentaba Veiga nada más cruzar la línea de meta. Otros, como Rafa Iglesias, el campeón de España de Maratón, confesaban que «tras una lesión de ocho meses» pensó en «dejar el alto nivel», sin embargo ayer se coronó como el mejor español de la prueba madrileña en el octavo puesto. «Esta victoria la valoro el doble», aseguró el atleta. Una joven de Boston comentaba emocionada: «No pensaba participar en la maratón, pero después de lo que sucedió me animé. Por ellos».