Morgan Stanley calcula que el metaverso aglutinará el 10% de las ventas de lujo en 2030

Polémico y revolucionario a partes iguales, el famoso metaverso se convierte, poco a poco, en una realidad. Polémico porque se corre el riesgo de que nos convirtamos -aún más- en ermitaños digitales, y revolucionario porque se moverá una gran cantidad de dinero en él.

Aunque tiene un trasfondo mayor, el metaverso podría explicarse como una realidad virtual en la que cada uno contaríamos con un avatar y podríamos hacer todas las cosas que hacemos en nuestro día a día verdadero: ir a la compra, socializar con otras personas digitales, hacer deporte… y hasta mantener relaciones sentimentales y “sexuales”.

En él están invirtiendo millones de euros Facebook (que ahora se llama Meta para abanderar esta nueva tecnología), Google, Apple o Microsoft. Y millones de euros serán también los que moverán las marcas de lujo en esta nueva realidad virtual.

Un estudio de la consultora estadounidense Morgan Stanley calcula que en 2030 el metaverso acumulará el 10% de las ventas de lujo. Concretamente, unos 50.000 millones de euros. Y aunque todavía quedan unos años para que esto se haga efectivo, el negocio de las NFT y el gaming ya han comenzado a hacerse un hueco en el sector.

En el caso de las NFT, para entonces, la facturación crecerá hasta los 300.000 millones de euros cuando ahora supone unos 25.000 millones. Por su parte, el negocio del gaming, compuesto por las ventas de artículos virtuales para avatares o universos digitales accesibles a través de videojuegos, sumará entre 10.000 millones de dólares y 20.000 millones al mercado objetivo del lujo en los próximos diez años. Ya hemos visto cómo marcas como Prada, Louis Vuitton o Balenciaga han lanzado colecciones exclusivas para el mundo del entretenimiento, en videojuegos como Fortnite o League of Legends.

Morgan Stanley destaca que la digitalización puede ser una de las mayores aliadas del mercado del lujo, que todavía continúa recuperándose de la crisis de la covid-19 y que también puede resentirse a causa de la ralentización de la economía china, uno de sus principales mercados.