Madrid 2020

Madrid fue el rival a batir por la candidatura de Estambul

El primer ministro turco recibe del presidente del COI, Jacques Roge, un diploma.
El primer ministro turco recibe del presidente del COI, Jacques Roge, un diploma.larazon

Con gesto serio, la presentación turca inauguró la Asamblea del Comité Olímpico Internacional (COI) en Buenos Aires. Toda la pasión y emoción que durante la carrera por los Juegos de 2020 la candidatura de Estambul había prometido al COI se diluyó en casi una súplica por lograr los votos necesarios. Entre el rostro casi impasible del primer ministro Erdogán y los nervios de la joven tenista Çagla Büyükakçay, la impresión general era más de nervios que de ilusión.

Pese a que el primer vídeo mostraba una ciudad cosmopolita donde el turismo y la gastronomía acompañarán a unos Juegos sobre el escenario irrepetible del Bósforo, los siguientes audiovisuales provocaron bostezos entre los miembros del COI. El presidente de la candidatura Hassan Arat incidió en el mensaje de ubicación única y ciudad cosmopolita que ofrece Estambul pero los sorprendente fue como el primer ministro Alí Babacán y el presidente Erdogan transformaron los ideales olímpicos en económicos y de política exterior.

El discurso de Babacán, centrado en los aspectos económicos, tuvo un rival muy evidente: la candidatura madrileña. El primer ministro construyó su discurso sobre la base de rebatir todas las fortalezas de la capital española. Desde "no es el momento de la austeridad sino del crecimiento", hasta las cifras de paro juvenil, uno de los puntos débiles de Madrid 2020.

Por su parte, Erdogan habló de la necesidad de paz y, pese a que había que citarlo, parecía que las 16 horas de vuelo desde la cumbre del G-20 no habían pasado y seguía luchando por el fin del conflicto armado de Siria.

Después de un último vídeo que remontó el nivel de los tres anteriores, los turcos se enfrentaron a las implacables cuestiones de los miembros del COI que, comenzando por el célebre en estas lides, Alberto de Mónaco, acribillaron sin piedad las debilidades de Estambul. Desde los casos de dopaje a los atascos, desde el Comité Olímpico el mensaje estaba claro: queda bastante por hacer.