Aviación
Los pasajeros de Air Canadá, entre la euforia y la indignación
Todos aplaudieron, algunos lloraron... y otros no entendieron por qué les han embarcado en un vuelo con destino a Montreal en lugar de Toronto. «Nos toman el pelo», dijo un pasajero
Solo los que estuvieron a bordo del vuelo AC837 con destino a Toronto saben de verdad como se vivieron esas cerca de cinco horas en las que el avión estuvo planeando sobre la ciudad de Madrid. Búsqueda de cobertura para poder contactar lo antes posible con los familiares y tranquilizarlos en la medida de lo posible; mensajes de Whatsapp que sonaban a últimas voluntades –«por favor, cuidad de mis hijos», relataba a Rac1 una pasajera que escribió a su marido–; de vez en cuando, inquietantes mensajes de alertas –«todos los hospitales de Madrid, preparados para atender a los pasajeros»–; y, por fin, pasadas las 19:00 horas, y con el Boeing 767-300 posándose con suavidad en la pista de Barajas, la alegría: abrazos generalizados entre los pasajeros. Y el que más recibió por encima de todos, el piloto. Muchos de los presentes no pudieron reprimir las lágrimas.
Pero ayer, tocaba por fin olvidarse de lo ocurrido y regresar a ese momento anterior a que el tren de aterrizaje del aparato, por causas que se desconocen, quedara seriamente dañado, obligando a realizar una maniobra de emergencia. «Fue un día muy largo», aseguraba a Efe una pasajera canadiense. «Pasamos un poquito de miedo, pero estábamos tranquilos. Yo no vi ningún caos ni pánico. Todo el mundo nos tranquilizó: tripulación, pilotos...», añadía.
«De vez en cuando hay gente que hace bien su trabajo», concluía José Ferrer, marido de una de las pasajeras del Boeing. Una mujer que, gracias a la información que proporcionaba la tripulación, afrontó el aterrizaje de emergencia con plena confianza de que todo iba a salir bien.
Miguel Fontgivell, ingeniero de profesión, relató a «Espejo Público» que «los primeros minutos fueron los peores». Miguel se encontraba sentado sobre la zona donde se encontraba el tren de aterrizaje. Cuando la rueda resultó dañada, notaron un golpe. Se les vino encima un olor similar al de la goma quemada. «La señora de detrás decía que veía humo en el motor. Vimos que el avión dio la vuelta y pensamos que iban a intentar el aterrizaje de emergencia». Una vez que el aparato se estabilizó, la tranquilidad fue la tónica dentro de la aeronave, aunque no para los familiares en tierra. Al no recibir ninguna indicación específica sobre la posición que tenían que adoptar en sus asientos durante el aterrizaje, fueron conscientes de que todo iba a salir bien.
«Juegan con nuestro dinero»
Sin embargo, también es cierto que varios pasajeros se mostraron contrariados debido a la escasez de soluciones proporcionadas por Air Canadá para poder llegar definitivamente a su destino. Una vez que llegaron a Madrid, la aerolínea les comunicó que retomarían su viaje a las 12:30 horas gracias a un vuelo de Air Transat. Sin embargo, tal como informó Efe, algunos de los viajeros aseguran que, al dirigirse al mostrador de esta compañía, sus responsables desconocían esta nueva circunstancia.
«Lo de hoy es peor que lo de ayer», afirmaba uno de los afectados, en referencia a la incertidumbre por saber cuándo podrían embarcar rumbo a Canadá. En su opinión, se les estaba dejando «tirados».
«Están tomando el pelo a la gente y están jugando con su dinero», aseguró otro de los pasajeros. En su caso, afirmaba que el vuelo de Air Transat, que iba a hacer escala en Lisboa, no tenía como destino final Toronto, sino Montreal. Entre ambas ciudades, media una separación superior a los 500 kilómetros.
Sin embargo, muchos de ellos se resignaron y optaron por coger el vuelo y dejar la experiencia atrás lo antes, y lo más lejos, posible.
El tren de aterrizaje, destrozado
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