Comunidad de Madrid

El 2 de mayo más amargo de Díaz Ayuso

«¿Miedo ahora a qué, después de lo que hemos pasado?» Esta frase, pronunciada por la presidenta de Madrid, se ha convertido en su mantra en los momentos más críticos

Imagen del acto de cierre del hospital de campaña del recinto ferial de Ifema
Imagen del acto de cierre del hospital de campaña del recinto ferial de IfemaEmilio NaranjoAgencia EFE

Cuentan sus allegados que no hay nada fingido ni impostado. Que de esta crisis sanitaria ha salido la Isabel Díaz Ayuso fuerte y resiliente que siempre ha sido, «no el personaje que creó la izquierda de niña tonta que no sabe cómo reaccionar». Reconocen a la Isabel de siempre entre lágrimas en el acto de la Almudena por las víctimas del Covid o cuando reenvía a sus amigos el último meme que circula por las redes que la convierte en camarera del McDonald’s.

«¿Miedo ahora a qué, después de todo lo que hemos pasado?», comentaba recientemente. Y es que, en los nueve meses como presidenta de la Comunidad de Madrid, nunca pensó que tendría que enfrentarse a la mayor crisis sanitaria conocida hasta ahora. Díaz Ayuso y todo el Gobierno regional se visten hoy de luto en el día de la fiesta de la Comunidad de Madrid más desoladora de la Democracia tras acumular más de 13.000 muertos por el Covid-19 y generarse una crisis con un impacto de 2.000 millones de euros solo en Madrid.

Si el 2 de mayo de 1808 los madrileños salían a las calles para sublevarse contra el Ejército de Napoleón, hoy Madrid libra su particular batalla contra un virus «desconocido y traidor» en confinamiento, con mascarilla, de luto, sin actos solemnes ni festejos populares y con coronas de laureles en la fachada de la Casa de Correos en la Puerta del Sol esta vez para los héroes de la lucha contra el coronavirus: sanitarios, bomberos, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Protección Civil, Fuerzas Armadas...

Sobrellevar el peso de la responsabilidad de todo lo ocurrido en los últimos meses no es fácil. «No puedo estar orgullosa de una Comunidad en la que han muerto más de 10.000 personas. Lo lamento. No se pueden ni imaginar lo que llevaré encima toda la vida», llegó a decir mientras defendía una gestión que «ayudó a espabilar» a España y que luego «copió» el Gobierno central.

A nivel personal, uno de los días más complicados para la presidenta regional fue la noche del domingo 15 de marzo cuando, tras una intensa jornada de trabajo, le comunicaron que había dado positivo por Covid-19. Al día siguiente ya está instalada en un apartahotel del centro de Madrid con ordenador y teléfonos para tomar decisiones en una habitación en la que ha vivido momentos de máxima tensión y cuando su obsesión ha sido tratar de evitar el mayor número de víctimas posible, cuentan en su círculo más próximo. Triste también fue el día en que tras una de las videoconferencias de presidentes autonómicos, Díaz Ayuso, como otros tantos españoles, era informada de que su primo David, de 50 años y con cinco hijos, acababa de fallecer por Covid-19.

Cuatro semanas de confinamiento dan para mucho cuando solo se duermen tres o cuatro horas y resulta habitual recibir mensajes de Díaz Ayuso a la una de la madrugada y a las siete del día siguiente. Más allá de la toma de decisiones organizativas en la lucha contra la pandemia, no sólo escribía a su grupo parlamentario para insuflarle ánimos, sino que también ha seguido muy personalmente los casos concretos de las personas que le pedían ayuda a través de Twitter. Dedicada al trabajo en cuerpo y alma, Díaz Ayuso no ha vuelto aún a su casa, donde vive con su pareja, aunque no deja de preocuparse por los suyos diariamente.

La presidenta ya andaba de reuniones desde finales de enero por el Covid-19. Viendo las noticias que llegaban de China, había que prepararse. Las dos primeras semanas de marzo ya las vivió con mucha intensidad y tensión, con un sinfín de reuniones y en contacto diario con el consejero de Sanidad. La preocupación de la presidenta iba creciendo cada día viendo como los tentáculos del virus ganaban terreno. Acabó cerrando los colegios. Le siguieron interminables reuniones con los gerentes de los hospitales públicos y privados, con representantes de los sindicatos sanitarios, con los portavoces parlamentarios, con los expertos sanitarios…Era el momento de conseguir empresas que distribuyan comida a los niños de familias desfavorecidas que se habían quedado sin el comedor escolar de su colegio o el de la preparación de los hoteles medicalizados. Eran días de decenas de llamadas, gestiones, videoconferencias...Las últimas dos semanas de marzo fueron especialmente intensas por los trámites para conseguir traer material sanitario de protección para los profesionales. Hasta el punto de que ella misma comenzó a gestionar personalmente la manera de conseguir aviones, proveedores…Fueron días de llamadas y de un sinfín de gestiones desde el apartahotel mientras se complicaban las compras en ese gran mercado persa en que se ha convertido China con la adquisición de material sanitario porque llegaba otro país que hacía una oferta mayor y se llevaba la carga destinada a los madrileños.

Díaz Ayuso toma un bocadillo de calamares de un foodtruck de Ifema
Díaz Ayuso toma un bocadillo de calamares de un foodtruck de IfemaLa RazónLa Razón

Otro momento clave fue la puesta en marcha de Ifema, que sirvió para dar oxígeno a los hospitales. Ella habla del «hospital milagro», por eso le cuesta entender que los grupos de la oposición viertan críticas sobre su gestión. Su primera salida tras superar el contagio fue precisamente allí y la vivió con especial emoción. La visita era de una hora de duración y se quedó otras tres más hablando con sanitarios, con pacientes a los que habían dado el alta, con los voluntarios del almacén, de los foodtrucks de comida que abastecen a los profesionales que esos días han trabajado allí.

Otra de las grandes satisfacciones que vivió fue el 2 de abril con la llegada del primer avión cargado de toneladas de material sanitario compradas directamente por la Comunidad de Madrid, tras muchos días dramáticos de falta de material en toda España. En una semana llegaron cerca de 400 toneladas en media docena de aviones. Los días más oscuros y dolorosos fueron aquellos en los que llegaban datos de las residencias. Eso la llevó a finales de marzo a convocar una reunión de urgencia en la que comenzó a fraguarse un plan de choque. Dolorosa fue también la visita al Palacio de Hielo de Majadahonda para decretar su cierre. Entonces, un miembro de la UME se acercó a Díaz Ayuso en el suelo helado que horas antes ocupaban féretros para decirla: «Presidenta, quiero que sepa que hemos cuidado cada féretro como si fuese uno de los nuestros, esté orgullosa y tranquila, les hemos velado, cuidado y rezado. No ha habido ni un instante en que hayan estado solos». Ayuso ha repetido muchas veces este mensaje ante la falta de consuelo para una gran tragedia.