Coronavirus

Madrid supera el “no pasarán”

Cacerolada en contra del Gobierno en Alcorcón
Imagen de archivo de una de las caceroladas que se han celebrado en España desde que se decretara el estado de alarmaEmilio NaranjoEFE

Sudores, y alguna que otra lagrimita, le ha costado a Madrid obtener el “tercer grado”, conseguir que el gobierno de Sánchez, retirase la pancarta del: “No pasarán” (los madrileños), y así alcanzar la cumbre de la fase 1 de la desescalada.

A partir de ahora, Madrid seguirá escalando hasta la cima de lo imposible, hasta el agotamiento, en una especie de penitencia por ser lo que es, políticamente, en estos momentos de desánimo. Una Comunidad a la que han vuelto las caceroladas de la pre transición, y décadas más tarde, las del nacimiento del fenómeno antisistema, del movimiento 15-M, el okupa y el Rodea el Congreso. Lo que pasa es que ahora, el ruido de cacerolas está en la acera de enfrente, porque los viejos reivindicadores, en contra de lo que les ocurre a los viejos rockeros, sí que mueren cuando pisan la moqueta del poder y se vuelven culo-parlantes en los escaños; a partir de su nuevo estado, sus sensibles tímpanos no soportan el estruendo metálico de las cacerolas.

El gobierno Sánchez-Iglesias y asociados, sacó la pancarta del: “No pasarán”, dedicada a Madrid y a los madrileños, pancarta que, mucho me temo, seguirá enarbolando en fases sucesivas, incluso para cuando se derogue el estado de alarma, porque Madrid tendrá que seguir soportando, no se sabe por cuánto tiempo más, el pendón del: “No pasarán”.

Por cierto, esta frase, emblema del bando republicano en el Madrid sitiado, se convirtió en histórica, en fotografía de una situación de resistencia popular. Al día siguiente del golpe de estado del 18 de julio de 1936, la diputada del PCE, Dolores Ibárruri, La Pasionaria, se asomaba al balcón del Ministerio de la Gobernación, para pedir a los madrileños un acto de resistencia sin límites a las tropas franquistas: “Todo el país vibra de indignación ante esos desalmados que quieren hundir la España democrática y popular en un infierno de terror y muerte. Pero, ¡no pasarán!”.

A partir de ese momento, la arenga se hizo viral. Pero el origen de la frase es otro, es anterior a la contienda nacional. Fue en 1916, en plena Primera Guerra Mundial, durante la batalla de Verdún, cuando el general francés, Robert Nivelle, pronunció en una arenga el: “¡No pasarán!”, del que pudo tomar referencia La Pasionaria para aplicarlo en Madrid y acuñarlo como un emblema propio de resistencia de la ciudad.

Ahora ha vuelto a estar enarbolado en Madrid, y puede que lo siga estando por las fases de las fases de la desescalada, amén.