Turismo funerario

A los muertos de Madrid les sienta bien la Secesión vienesa

El cementerio de la Almudena merece una visita en vida para admirar su riqueza arquitectónica

Capilla del cementerio de la Almudena
Capilla del cementerio de la AlmudenaAyuntamiento de Madrid

Equilibrio, simetría, contención decorativa y cierto clasicismo convirtieron a la Secesión vienesa, todo un estilo arquitectónico con traducciones a joyería, mobiliario o decoración, en un “must” para todo aquel que en Europa -y más allá-, quisiera abrazar la modernidad del nuevo siglo XX. Un estilo “modernista” que, frente a estas formas más “extravagantes”, destilaba cierto racionalismo.

Sin desmerecer a monstruos de la creatividad como Otto Wagner, Hoffmann o Loos, en Madrid, a principios del siglo XX surge un conjunto de arquitectos que, en España, levantan su obra a la sombra de esos conceptos modernos.

Entrada lateral de la Almudena
Entrada lateral de la AlmudenaAyuntamiento de Madrid

Una de las primeras manifestaciones plenas de la influencia de la secesión vienesa en la arquitectura madrileña es el cementerio de la Almudena. El proyecto general del Cementerio -conocido como Necrópolis del Este- es obra de Fernando Arbós y José Urioste, que en 1877 ganaron el concurso convocado por el Ayuntamiento que presidía José Abascal. Su estilo, neobizantino, sin embargo, fue sustituido por la solución final que planteaba Fernando García Nava. Una obra de gran complejidad estética en todos sus elementos arquitectónicos, por lo que constituye uno de los mejores conjuntos modernistas de Europa. Un trabajo a conciencia, sabedor de qué y dónde estaba, que se puede apreciar en elementos decorativos muy curiosos como son las gárgolas con forma de murciélago, los halcones posados en la torre del reloj o el ángel que sentado en lo alto de la cúpula central esperando el día del juicio final.

Un secesionismo que no entiende de ideas políticas e iguala en la muerte, a la vista de la obra del arquitecto Francisco Roca, en el Cementerio Civil, para el presidente de la I República, Francisco Pi y Margall, en cuya tumba mezcla la expresividad y contundencia estructural secesionista con motivos decorativos del art decó y egipcios.

Tumba de Pi y Margall
Tumba de Pi y MargallAyuntamiento de Madrid

Lo cierto es que este camposanto de Madrid nada tienen que envidiar en riqueza y atractivo al de Pere Lachaise de París o Highgate de Londres, precursores del turismo funerario a escala mundial. Unos cementerios que en España tienen muestras principales en el camposanto de Córdoba, en el inglés de Málaga, en el Montjuïc en Barcelona o en el cementerio marino de Luarca, en Asturias, que mira al Cantábrico. Todos ellos -y tantos otros-, un buen lugar para reposar en estos tiempos en que se niega la muerte. Aunque esté más presente que nunca, y como en la obra de García Nava, bellamente decorada.