Entrevista

Los arquitectos de la Plaza de España: «Había que dar protagonismo al peatón y abrazar la Gran Vía»

Welcome Mother Nature, Good Bye Mr. Ford fue la propuesta elegida en el concurso que se convocó en 2017. Sus autores aseguran que, pese a las dificultades, se ha mantenido el espíritu

Lorenzo Fernández-Ordoñez y Fernando Porras-Isla, arquitectos responsables de la remodelación de la Plaza de España
Lorenzo Fernández-Ordoñez y Fernando Porras-Isla, arquitectos responsables de la remodelación de la Plaza de EspañaCristina BejaranoLa Razón

Lorenzo Fernández-Ordóñez, Aranzazu La Casta y Fernando Porras-Isla son los verdaderos artífices de la noticia del día en Madrid. La nueva Plaza de España luce hoy con una cara renovada gracias a la reforma diseñada por los arquitectos, desde que en 2017 su proyecto se impusiera en el concurso convocado por el Consistorio anterior y el Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM). El gobierno de Manuela Carmena impulsó una consulta ciudadana antes del propio concurso, y el jurado escogió cinco propuestas semifinalistas entre las setenta iniciales hasta llegar a la final a dos. Por último, fueron los ciudadanos de nuevo quienes escogieron el proyecto vencedor en la web Decide Madrid.

Con un 52% de los votos, Welcome mother Nature, good bye Mr. Ford fue la propuesta elegida, por delante de Un paseo por la cornisa. El propio nombre revela un claro posicionamiento por la sostenibilidad frente a la contaminación. La Casta y Porras-Isla son también responsables del proyecto Madrid Río, que comparte el espíritu medioambiental con el de Plaza de España, surgido de la unión con el estudio de Fernández-Ordóñez bajo el nombre de Porras Guadiana Arquitectos. Desde el grupo, el primer objetivo para la remodelación que hoy se inaugura era «abrazar con vegetación la Gran Vía desde los parques circundantes, dando el máximo protagonismo al peatón». Son palabras de Fernando Porras-Isla, que considera que «la ciudad del futuro es, sobre todo, la que vela por el bienestar de las personas».

Un triángulo transformado

Por más que sea hoy el centro de todas las miradas, «lo más importante del proyecto no es la Plaza de España». El arquitecto pone el foco de su proyecto en «la transformación del triángulo que dibujan el Palacio Real, el parque del Oeste y la desembocadura de la Gran Vía, conformando un escenario totalmente inédito en la ciudad». Para llegar hasta aquí, han sido fieles a los pilares que regían el espíritu del proyecto: dotar a la zona de más vegetación, accesibilidad y prioridad para la movilidad de los peatones, a partir de la reducción de la densidad de tráfico.

No obstante, han sido numerosas las dificultades que se interpusieron en su camino desde que arrancaran las obras en febrero de 2019. Si el túnel que comunica la calle de Bailén con la de Ferraz iba a ser uno de los ejes de la reforma, precisamente para soterrar la densidad de tráfico que se formaba alrededor de la plaza, elhallazgo de los restos arqueológicos del Palacio de Godoy propició una resignificación del proyecto. Empezando por el propio túnel, el nuevo camino a seguir pasaba por modificar su diseño, «que habría de pasar más profundo para preservar lo que apareció bajo la superficie», explica Porras-Isla, en el tramo que discurre por debajo de los sótanos del Palacio. Asegura el arquitecto que «este sector está excavado por unos mineros, que avanzaban aproximadamente 1,5 metros diarios, con cuidado, para no afectar a los hallazgos».

En realidad esperaban lo que podrían encontrarse y, conforme a los descubrimientos, el cambio fundamental en el devenir del proyecto «ha tenido que ver con la recuperación del Patrimonio Histórico», dice Porras-Isla. «La reforma se ha adaptado para poner en valor los hallazgos», prosigue, y desde el primer momento plantearon una excavación arqueológica «hecha a mano, para que la obra no se llevase por delante nada de valor». Del nuevo escenario al que se enfrentaban, nacía una oportunidad: la idea de construir el «edificio-parterre, una estructura abovedada cubierta de vegetación para alojar y preservar los restos», con la motivación de «explicar cómo se debe integrar el Patrimonio en este tipo de proyectos».

Los otros obstáculos que tuvieron que hacer frente fueron de índole climatológica. En enero de este año «Filomena fue devastadora para muchos árboles, y afectó a la premisa de la que queríamos partir, de respeto absoluto por la vegetación existente». Advierten, por tanto, que «hay partes de la obra en las que se deberá seguir trabajando después de la apertura de la plaza». En cualquier caso, muestran su satisfacción por que la columna vertebral de su proyecto se haya mantenido inalterable hasta el final.

Un proyecto que aspira a posiciones intelecturales

Desde Porras Guadiana saben que trasciende la propia arquitectura, porque «la ciudad es la obra cultural más compleja que es capaz de generar la sociedad». Un enclave tan emblemático implica una posición estética y cultural, pues se trata de un proyecto «cargado de conceptos que superan la disciplina profesional», dicen.