De Marruecos a Madrid
El youtuber que llegó a España en patera
Samir pasó 21 horas en una barca de madera, ahora suma más de un millón de reproducciones en sus vídeos
A Samir todavía se le humedecen los ojos al recordar la larga travesía entre su natal Boudinar, en Marruecos, y España. A sus 20 años ha vivido más experiencias que muchos adultos y el pesar del haber sentido cerca la muerte y la separación de su familia es todavía un poso que permanece presente. Sin embargo, la palabra «positividad» se repite de manera constante durante nuestra charla. No quiere olvidar lo vivido, pero lucha para seguir adelante y alcanzar sus sueños.
«Hace tres años me di cuenta de que no tenía futuro en mi ciudad. Había gente con carrera que no le quedaba más remedio que trabajar en el campo. Los afortunados que podían salir de Marruecos e instalarse en alguna ciudad europea, prosperaban. Yo quería evolucionar. Así que les conté a mis padres que quería irme. A mi madre no le pareció bien, no querían dejarme ir, pero yo seguí insistiendo», relata.
Así que un hermano suyo que ya había migrado le envío 600 euros para poder pagarse una patera que le condujera a través del Mediterráneo hasta la «tierra deseada»: «Unos amigos construyeron una precaria barca de madera y un día recibí una llamada: ‘’El 24 de agosto a la 13.00 salimos’'. Yo estaba muy nervioso, mis padres me llevaron hasta el punto de encuentro y todos íbamos llorando. Por un lado me daba pena dejar a mi familia atrás, pero por otra parte es lo que deseaba hacer. Mi madre me dijo: ‘’Si quieres irte, vete, porque no quiero que el día de mañana pienses que fui yo quien no te permitió conseguir un futuro mejor. Y así es como comenzó mi nueva vida».
El trayecto a través del Mar de Alborán duró 21 horas: «Las primeras fueron las más complicadas. Tuvimos que escondernos bajo una lona para que los agentes de seguridad marítima no nos vieran. Yo era el único menor de los ocho que íbamos en la patera. Cuando llegó la noche tuve miedo, no se veía nada, estábamos en medio del mar y pensaba que si la barca volcaba moriríamos. En varias ocasiones comenzó a entrar agua y teníamos que sacarla rápido para no hundirnos. Pensé que nos quedábamos ahí», explica.
Pero cuando comenzó a amanecer, la costa española empezó a divisarse. Estaban llegando a Motril, en la provincia de Granada. Un bañista los interceptó y llamó a la Guardia Civil, que nada más poner un pie en la arena lo detuvo: «Algunos de mis amigos salieron corriendo, yo me quedé quieto. Me esposaron y me llevaron a la comisaría y de ahí a un centro de menores».
Éxito inesperado
Era la primera vez que Samir salía de su país y, además, estaba solo: «Cuando me dejaron un teléfono para ponerme en contacto con mis padres no podía dejar de llorar. ‘’Estoy bien, mamá'’, le decía. Ella me pedía que me calmara, que estuviera tranquilo, pero yo no podía». De la comisaría le llevaron a un centro de menores en Granada donde su experiencia no fue especialmente buena. «En ese lugar tuve experiencias horribles, así que decidí escaparme por mi cuenta a Madrid. Tuve que ir hasta Granada para coger un autobús. Llevaba 20 euros que me habían dados mis padres antes de salir y fueron los que me salvaron la vida».
Cuando aterrizó en la capital, en la estación de Méndez Álvaro, acudió a identificarse a una comisaría y de ahí le derivaron a un piso de menores: «Yo solo quería estudiar, formarme y ponerme a trabajar, así que es lo que hice. Estudiaba desde la mañana hasta la noche: hice un curso de peluquería, de hostelería y aprendí español».
Y es que, cuando Samir puso un pie en España no hablaba ni una palabra de castellano, «solo sabía decir ‘’por favor’' y porque lo miré en el traductor de Google. Iba a clases y luego leía mucho para conseguir hablarlo bien», dice ahora con una pronunciación perfecta y un amplio vocabulario.
Fue entonces cuando se desató su interés por las redes sociales. Le gustaba hacer vídeos y decidió montar su propio canal de Youtube, que ahora suma más de 32.000 suscriptores: «Quería hacer contenidos para jóvenes que estuvieran en mi misma situación, ayudarles de alguna manera, ser de utilidad. Lo que comenzó como un hobby fue haciéndose más grande, tuvo mucho éxito, recibía muchos mensajes y apoyo así que decidí seguir haciéndolos más a menudo», relata.
Comenzó con el objetivo de reunir en su perfil de esta red social a 1.000 personas, pero a la semana se duplicaron y así día tras día. «A la gente le interesaba cómo había conseguido hablar español tan bien. En varios vídeos les explico que lo importante es leer mucho, no basta con ir a clase, sino que hay que coger libros y luego hablar, hablar y hablar», dice. Sus vídeos son tanto en árabe como en español y trata de poner subtítulos para que todos puedan entenderlo.
«Es verdad que la mayoría de mis seguidores son jóvenes árabes de todo el mundo, pero también hay españoles que se interesan por cosas de mi vida o mi país», dice. Así que móvil en mano graba sus producciones, entrevistas preguntando a los viandantes y luego lo monta en casa: «Considero que la mía es una vida de superación que puede ser la inspiración de mucha gente que quiere mejorar».
Reconoce que en un futuro le gustaría convertirse en «influencer», pero «requiere mucho tiempo y yo ahora mismo no tengo tanta disponibilidad». Y es que Samir, gracias a unas prácticas que consiguió en un restaurante en el centro de Madrid, consiguió un contrato indefinido: «Ésta es una profesión muy bonita también. Trabajo como parrillero y es algo muy interesante. Combinar ambas facetas estaría fenomenal, tiempo al tiempo».
En la actualidad suma más de 13.700 seguidores en Instagram, 32.3700 en Youtube y 22.000 en Facebook: «Lo que ocurre es que cuando lo dejas un poco de lado, la gente deja de seguirte, sé que si fuera más constante ahora mismo duplicaría estas cifras. Todo lo audiovisual es un mundo que me encanta y me divierte». Su soltura ante la cámara lo confirma.
¿Y cómo genera los contenidos? ¿De dónde salen sus ideas? «Me sale de manera espontánea. Por ejemplo, uno de los últimos que he hecho es sobre el tema de la Lotería de Navidad, explicando qué es y por qué a la gente le gusta tanto. Salgo a la calle y le pregunto a la gente, que normalmente me recibe muy bien. Los españoles son muy amables».
Miedo a las repercusiones
Cuenta que antes lo hacía con una cámara y un micrófono que se compró, «pero ahora lo hago con mi móvil que graba mejor. Mis amigos son los que me graban, les gusta mucho lo que hago». También le siguen de cerca sus familiares desde Marruecos, orgullosos de que su hijo se haya hecho «famoso» en las redes. «A veces me dicen que tenga cuidado, que a ver si me va a pasar algo. Al principio lo veían como algo extraño. Cuando subí el vídeo en el que contaba mi historia temieron pudiera tener consecuencias. Ya sabes, con el tema de los ‘’menas’' (menores no acompañados) siempre hay polémica. Pero lo cierto es que nunca me ha ocurrido nada desagradable, todo lo contrario».
Tal es su soltura ante la cámara y sus dotes de comunicador, que la ONG Cesal, a la que el considera como su segunda familia, le ofreció una sección de entrevistas, «Todo lo que quisiste preguntarme», a través de su plataforma para acabar con los prejuicios que existen contra los inmigrantes.
«Son una serie de de conversaciones con diferentes personalidades para dar a conocer cómo los jóvenes migrantes afrontamos psicológicamente estos grandes cambios, la dificultad en la búsqueda de empleo y cómo el ocio, a través del deporte o la cultura, es una herramienta más para la integración», apunta. Para él, dice es una oportunidad para acabar con los prejuicios y hablar de la integración. Poner rostro a esta situación es muy importante». Ya se ha visto cara a cara como el boxeador Jero García, el chef Chema Isidro, además de psicólogos, voluntarios y empresarios.
«Cuando te das cuenta de la repercusión que tienen estos vídeos, lo que deseas es seguir haciéndolo. Es mi manera de dar las gracias por todo lo que esta sociedad ha hecho por mí», asevera.
Empezar de cero
El papel de las ONG es fundamental a la hora de acoger a los jóvenes que huyen de su país en busca de un mejor futuro. Según cuenta Samir, para él Cesal fue su «ángel de la guarda», quien le dio las herramientas para integrase. Samir, a modo de agradecimiento, colabora estrechamente con las ONG, de hecho, este fin de semana también ejerce como voluntario en la popular cita «Te invito a cenar» que cada año organiza Cesal en Madrid.
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