Educación
Así es el “instituto de los campeones” de Madrid
El IES Ortega y Gasset ofrece programas de tecnificación y un sistema para favorecer que los alumnos compaginen sus estudios y el deporte
Lydia Valentín, Javier Fernández y Carolina Marín. Estos tres nombres no solo pertenecen a conocidos deportistas de nuestro país. La campeona de halterofilia, el patinador y la jugadora de bádminton tienen algo más en común: todos ellos, junto a otros muchos otros deportistas de renombre a nivel nacional, compartieron instituto, el IES Ortega y Gasset de Madrid. Y es que este “centro de los campeones”, con sus tres sedes, ofrece la oportunidad de formarse a sus alumnos en el más elevado nivel no solo en el ámbito educativo, sino también deportivo. Fueron pioneros en fútbol femenino cuando apenas tenía representación, junto al Atlético de Madrid, y sus programas de tecnificación y la residencia que ofrecen para deportistas de toda España les ha convertido en un centro de referencia.
Aquí estudia también Carla Albitos, quien, a sus 17 años, recientemente ha sido galardonada como campeona de España de Judo en su categoría. “Yo tengo una situación un poco especial, porque mi padre es mi entrenador”, dice. De hecho, el judo es algo con lo que ha convivido en casa prácticamente desde que nació, ya que es un deporte que también practica su madre. Ella comenzó a practicarlo a los tres años, y a los 12 ya competía. “Además del premio de campeona de España, he participado también en torneos internacionales, como la copa europea que tuvo lugar en Fuengirola y en la que quedé séptima”, explica. Sin embargo, reconoce que el compaginar, siendo tan joven, los estudios con el deporte de alto rendimiento, no siempre es fácil. “Requiere de mucha disciplina”, dice, “aunque es verdad que si algo tiene el practicar un deporte desde tan pequeña es que te ayuda mucho a ser constante en lo que haces, sobre todo cuando tienes poco tiempo”. Ella llegó al Ortega y Gasset en 3º de ESO, un momento en el que “sentía que tenía que tenerlo todo súper cuadriculado, porque tenía horarios muy firmes de gimnasio, entrenamiento, clases…”. A pesar de todo, asegura que “llega el momento en el que te acostumbras y, al final, terminas aprovechando el tiempo mucho más, porque esas horas que te quedan libres las inviertes en lo que realmente necesitas: si es estudiar, pues estudias, y si es descansar, pues descansas”.
Ahora que acaba de terminar 1º de Bachillerato, y a las puertas del verano, a Albitos aún le quedan unos días de entrenamiento. “Termino en junio con los entrenamientos habituales aquí en Madrid, y, aunque en verano descansaré, seguiré entrenando para preparar la próxima temporada”, afirma. Una temporada que coincidirá, además con su último curso como estudiante en el instituto y que le abrirá el paso a la universidad. “Quiero estudiar derecho”, indica, “es lo que más me llama la atención”. En cuanto al deporte, está por ver cómo se compaginan estas nuevas etapas. Por el momento, en el Ortega y Gasset reconoce que “se nota mucho que los profesores son conscientes de que la mayoría de los alumnos tenemos que entrenar, así que se van adaptando a ello. Dan mucho margen, y con los propios compañeros también se nota que nos entendemos entre nosotros”.
En las sedes del Ortega y Gasset se tiene en cuenta en todo momento las necesidades de los alumnos para compaginarlo con el deporte. “El centro tiene actualmente tres sedes, cada una en un distrito diferente de Madrid”, explica Apolinar Pancho, director del centro. “La sede central está en la calle Santa Fe y no es estrictamente deportiva, pero sí figura como centro de excelencia deportiva, lo cual significa, por ejemplo, que los alumnos tienen tres horas de Educación Física en lugar de dos, como en otros institutos”, dice, consciente de que es posible que esto cambie con la LOMLOE. “Tenemos también escuelas deportivas en las que, por las tardes, se imparten clases de judo, lucha o piragüismo, por ejemplo, entre otros”, añade, “y todo ello se complementa con más actividades deportivas y competiciones”. La entrada de alumnos deportistas en este instituto fue a través de un “flujo lento pero constante”, hasta el punto que también buena parte de los alumnos de la calle Santa Fe son deportistas, bien de alto rendimiento o bien de tecnificación. “Por otro lado están la sede deportiva de Ciudad Universitaria y la residencia Joaquín Blume”, apunta el director, a la que acuden deportistas de alto rendimiento de toda la geografía española porque están federados en Madrid o en programas de tecnificación. De hecho, a este centro están adheridas federaciones como la de gimnasia artística masculina y femenina, y van a incluir baloncesto femenino, remo, tenis, motociclismo…
“A la hora de hacer los horarios, de marcar los exámenes, de pedir trabajos… se tiene que tener en cuenta, necesariamente, los entrenamientos y las exigencias competitivas que tiene el deporte en estos chicos y chicas”, apunta Pancho. “Nosotros intentamos acompañarles en este proceso que es cursar la educación secundaria y ser deportistas”, afirma el director. “Pero, para ello, también exigimos que sean jóvenes comprometidos con lo que hacen, y se nota mucho esa disciplina aprendida en el deporte aplicada a los estudios”, dice. “La vida de estos chicos es un esfuerzo continuo, y eso merece nuestro compromiso con ellos y que actuemos en consecuencia”. Por ejemplo, cuando son las competiciones nacionales o autonómicas y tienen que faltar una semana, se les permite y se les dan las facilidades para que no pierdan esos conocimientos, por ejemplo, a través de clases virtuales. “En ningún caso tienen menos contenido de estudio, aquí no aprobamos porque sí a nadie”, asegura Pancho, “de hecho hemos tenido varios 14 en la EvAU, y los resultados están ahí, y las pruebas externas demuestran que tenemos más de un 95% de aprobados en el acceso a la universidad”. Pero lo que sí es cierto es que “si esta dinámica la tuvieran en cualquier otro centro de uso normal, habrían tenido que elegir entre estudiar o seguir en el deporte a ese nivel”. Por ello, en el Ortega y Gasset se les da la oportunidad de compatibilizar estos dos aspectos de su vida, ya que “pueden ir perfectamente de la mano si se tiene la voluntad de flexibilizar y atender las necesidades de cada alumno”. En este sentido, para Pancho resulta imprescindible la comunicación entre el profesor y el estudiante, para que puedan llegar a acuerdos y ver cuál es el método que mejor se adecua a él y a la asignatura.
“Es cuestión de ganas y de organización”. Él mismo es profesor de matemáticas, y rara vez se encuentra a toda la clase cuando pone un examen, lo cual significa que tendrá que cambiarlo para hacérselo a los que faltan y eso, claro está, es trabajo extra. “Pero no es imposible, se pueden hacer las dos cosas”, asevera. “Cuando no faltan los de waterpolo, faltan los de tenis o los de gimnasia rítmica”, dice. “Pero todo se compensa porque los profesores creemos en este proyecto, y los alumnos responden perfectamente a ello”. De hecho, para el director del centro, que tantos jóvenes deban elegir cada día entre sus estudios o sus aptitudes deportivas no es un problema de ellos, sino de un sistema que no les apoya lo suficiente. “Pasa mucho que nuestros alumnos se vayan a Estados Unidos a la universidad, porque allí sí que hay un sistema de becas deportivas y se atiende mejor a este tipo de necesidades”, dice. “Aquí es complicado que sea así fuera de la educación privada”.
✕
Accede a tu cuenta para comentar