Entrevista

Camilo: «Me siento parte de una generación que tiende puentes en lo que nos une»

Desde la Puerta de Alcalá, al mundo, el artista colombiano celebrará hoy la vida y el valor de las pequeñas cosas a través de su música con un concierto gratuito

Esculpe canciones que mueven el alma o los pies. El «amor» es su revolución y asegura que «no hay sustituto para la honestidad». El colombiano celebra el lanzamiento «De adentro pa afuera» -DAPA-, su nuevo álbum, con un concierto gratuito, hoy, a las 13:00, en la Puerta de Alcalá, enmarcado dentro de los actos del Festival Hispanidad 2022. Allí, le dirá a su «tribu», «Kesi», «Tutu», que se puede bailar «pegao» o en la «NASA»; y que, cuando se toca fondo, si es el fondo, «entonces ya solo hay ruta para arriba».

¿Cómo es el Madrid de Camilo?

Un Madrid abierto, generoso y abrazador.

¿Qué es lo que más le gusta de esta tierra?

¿De Madrid? El espacio que hicieron para mí. Culturalmente, cómo se come, la historia, la literatura, la calle; me encanta... Pero, lo que más me gusta, es que haya abierto la puerta para mi persona, ese sí es el privilegio más grande. Para mí, Madrid es mi Madrid, el Madrid que yo conozco.

Canta por el Día de la Hispanidad. ¿Qué significa ese día para usted?

Yo amo un eslogan que hay que dice eso de que «todos los acentos caben en Madrid». Ahí me abrazo yo, al espacio que hay para mí, como artista primero y como artista colombiano. El hecho de que haya ese espacio para mí, acá, es precioso. No sé si antes había tanta apertura, no me tocó a mí. En este momento celebro que las puertas estén tan abiertas para mí. Eso es lo que yo voy a celebrar ese día y la conexión de mis canciones con la gente, lo mucho que han servido para elevar lo mundano.

Desde algunos sectores de América del Sur reclaman que España pida perdón por la conquista de América. ¿Qué le parece?

Hay un poema de Pablo Neruda muy bonito que se llama «la palabra», que habla un poquito de eso, de lo que nos quitaron y lo que nos dejaron. Tan bonito lo pone él, que lo que yo diga va a quedar por fuera. Me siento parte de una generación que está, cada vez más, tendiendo puentes hacia lo que nos une en vez de magnificar con una lupa lo que nos separa. En la historia de la humanidad hay cosas espantosas, millones, pero escribamos el siguiente capítulo, el de lo que nos une, y el de lo que nos hace sentir cerquita.

Detalle de las botas del cantante Camilo, en las que se lee 'Paso a paso'. Ep
Detalle de las botas del cantante Camilo, en las que se lee 'Paso a paso'. EpCarlos LujánEuropa Press

Ha confesado que su hija Índigo fue llamada a participar de la vida en España. ¿Va a pedirle el pasaporte español?

Es que no se le da pasaporte a la gente por donde fue concebida; y es una lástima. Estamos trabajando en un proyecto de ley... (risas) Mentira, mentira. Pero si a uno le dieran pasaporte de donde le invitaron a la existencia, a Índigo le podrían dar un pasaporte español.

¿Qué es lo primero que le contará a Índigo de este país?

Índigo conoce España desde antes de nacer. Habrá que decirle que recorrió 25-30 ciudades de España intrauterinamente y otras 25-30, algunas repetidas, recién nacida. ¿Se acordará de eso? No sé. Índigo ha recorrido España mucho más que gente que conozco.

¿Qué haría Camilo en la NASA?

Espiar, me gusta el espionaje. Espiaría de más.

Y si le pongo un esmoquin y le doy licencia para espiar, ¿qué haría?

¿Dónde estaría espiando? Wuauuuu. Espiaría qué está pasando en las casas en las que yo crecí cuando era chiquito, que fueron tantas casas... Como vivíamos de renta, se acaba la renta en una; y nos mudábamos a otra: en Medellín, en Bogotá... Tantas casas que visito con mi imaginario y que el tiempo no me ha dado para ir a visitarlas, ni para tocar a la puerta para decir si me dejan entrar. Me gustaría ver si son como me las imagino todos los días o son más chiquitas. Me pasa eso, que retorno y las cosas me muestran su verdadero tamaño, y me da miedo. Pero espiaría qué hacen; a ver si disfrutan los patios como yo los disfruté. Lo dudo.

Dicen que las casas retienen a los fantasmas y los recuerdos de quien las habitó. ¿Qué cree que quedó de usted en ellas?

La curiosidad. No sé si hubo un niño más curioso que yo. No creo que haya nadie que haya espiado las esquinas de las casas y se conozca tanto sus techos y baldosas como yo. Yo te podría dibujar la textura de cada pared de las casas en las que viví. Por mi madre, que eso queda inscrito en el espacio físico de ese lugar.

¿En qué casos le borraría la memoria al corazón?

Hay un montón de cosas donde me gustaría borrarle la memoria al corazón. Ojalá existiera ese botón. Tantas cosas que... A veces creo que tengo un poquito ese botón. Hay un montón de momentos donde mi corazón se ha quebrado en pedacitos y, la gente dirá: ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? Quien tenga corazón sabe que el corazón se rompe y, a mí, se me ha roto un par de veces en la vida.

¿Y qué le puso?, ¿tiritas?

¡O quién le puso tiritas! Qué se yo. Mis canciones que hablan de eso han sido himno y siguen siéndolo de tantas personas que viven situaciones de quebranto. Justo por eso, porque supe inmortalizar bien un poquito aquel dolor que es tan universal como el amor y el dolor, tengo un buen botón para borrar la memoria al corazón.

¿Y cómo reinicia un corazón parado?

El amor tiene la capacidad de renovar y de reinventar y volver a crear. Somos parte de la constante creación del universo y, así como el dolor borra durísimo, el amor escribe y es capaz de hacer de un punto final, un punto y seguido.

¿Qué piensa de esa frase que dice que «a quien no le gusta la cerveza, no es de fiar»?

¿Dicen eso? (Risas). Mira que tengo varios amigos a los que no le gusta la cerveza... A Dani Martín no le gusta la cerveza, ahora; tampoco es de fiar. ¿Ves? (Risas) Entonces va a ser cierto...

¿Sus conciertos son un poco terapia?

Wuauu. Que lindo eso. Lo voy a tomar como un halago o como una pregunta que yo no voy a saber responder. ¿Terapia?, no lo sé. Yo a veces pienso que soy el único que siente ciertas cosas y cuando las hago canción, y las canto, y miro a los ojos a la gente, es ahí cuando me doy cuenta de que no soy tan especial como yo pensaba. En todo caso, si mis conciertos son terapia para alguien, primero de todo, terapia pa’ mí.

Canta «5:24»... No sé si eso es lo que dura un adiós...

Hay adioses que le acompañan a uno por el resto de su vida y 5:24 habla de eso. Pero también, en todo caso, si va a apuntar a algo, más que al dolor, es a la eternidad.

¿A quién echa de menos Camilo?

Echo de menos a mí mismo cuando era niño, a ese le extraño mucho. Y a personas que, ahora de grande, he tenido que despedir, porque se han ido y eso me movilizó mucho y los extraño mucho.

Propuesto para seis Grammys. ¿Da vértigo que le nominen por su historia personal?

Es complicado que la gente tenga acceso a esos rincones de vulnerabilidad de uno. El que sepa hundir esos botones, le puede joder a uno a través de sus canciones. Vértigo no, me siento privilegiado.

«De adentro, pa fuera». ¿Qué dice ahora la bitácora interior de Camilo?

Yo pensaba que conocía el amor y las inseguridades; sentía que tenía un máster de esas cosas y estoy descubriendo que soy cinturón blanco de nuevo, un total aprendiz. Me sentí así en ese proceso que viví esperando a mi hija, pero entonces es como que nació algo de nuevo. Nació Índigo, pero también varios nacimos en ese momento. Este álbum testimonia eso.

Dicen que cuando uno es padre es cuando empieza a conocer lo que es el miedo. ¿Le ha pasado?

Me pasó al cien por cien. Mi papá me decía: «El día que tengas un hijo o una hija vas a estrenar el corazón, para bien y para mal, para lo bonito y lo oscuro, para las sombras y las luces...». Y ahí voy.

¿Qué mensaje lanzará al mundo desde la Puerta de Alcalá?

Me gustaría que mis canciones fueran testimonio de que lo que está pasando aquí y ahora merece ser celebrado. Que la realidad tiene tanta carne de donde cortar como la ficción. El hecho de uno, poder mirar la realidad con fascinación y celebrarla puede ser un servicio gigante; y mi música es testimonio de eso. Me gustaría también que, mi concierto en la Puerta de Alcalá sea una invitación a tender esos puentes que nos unen. Hemos sido históricamente expertos en dañarnos, en invadirnos, en lastimarnos, diseccionarnos y partirnos en pedacitos y creo que es buen momento de escribir el capítulo de las tiritas, de las curitas, de los puentes, de la restauración, de los abrazos, del gran nosotros, del todos, en lugar del yo y el ellos.