Investigación
San Isidro: orígenes africanos y un misterio sin resolver
Un estudio llevado a cabo por la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense ha revelado desde la posible causa de fallecimiento del patrono de Madrid hasta el perfil biológico del mismo
«Por empatía». Con estas dos palabras resumía la doctora Isabel Angulo, una de las profesoras de la Universidad Complutense de Madrid implicadas en el estudio forense realizado al cuerpo de san Isidro Labrador, el porqué de llevar a cabo una reconstrucción del rostro del patrono de Madrid. «La habilidad de recordar caras es una capacidad propiamente humana, con un origen evolutivo que nos permite crear empatía con el prójimo», explicaba la experta durante la presentación, ayer, en la Facultad de Medicina, de los resultados del exhaustivo estudio que se ha realizado como parte de los actos conmemorativos con motivo del cuarto aniversario de la canonización del santo. De esta manera, no solo los madrileños, sino los fieles «de todo el mundo», tal como señaló durante el acto Luis Manuel Velasco, teniente de Hermano Mayor de la Ilustre Hermandad de San Isidro, tienen un rostro fidedigno de aquel a quien deben devoción y que ahora se hace cercano y tangible.
Fue la propia Hermandad la que, hace algo más de un año, y anticipándose a la celebración del centenario, sugirió al Arzobispado «llevar a san Isidro al médico» y «aprovechar las técnicas actuales» para conocer un poco más de cerca al santo. «En enero de 2022 se hizo la primera apertura de la urna en la que se hallaban los restos para valorar el estado de conservación del cuerpo y si era o no viable llevar a cabo un estudio de TAC», señaló Mónica Rascón, otra de las doctoras de la Universidad Complutense que han llevado a cabo el estudio. Al comprobar que «se podían llevar a cabo las pruebas radiológicas manipulando mínimamente el cuerpo», en febrero se realizó una segunda apertura de la urna, con el objetivo de trasladar los restos a un féretro de madera especialmente diseñado por los servicios funerarios de Madrid. Así, se trasladó al Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, donde se obtuvieron las imágenes que posteriormente se han analizado. «La última apertura se hizo en abril, que fue cuando se realizaron fotografías y un análisis más exhaustivo de las regiones visibles», añadió Rascón. Después de esto, el féretro volvió a sellarse hasta el mes de mayo, momento en el cual el cuerpo incorrupto del santo se expuso para que los fieles pudieran visitarlo.
«Respecto al cuerpo incorrupto de san Isidro, decir que, en el momento de su muerte, fue enterrado sin ningún tipo de protección ni tratamiento en el cementerio de la parroquia madrileña de san Andrés, directamente en la tierra, que habitualmente se veía anegada por el fango», señalaba Velasco. Y esto, si bien es algo que hace aún más extraordinario el buen estado de conservación del cuerpo después de nueve siglos, es algo que se ha visto confirmado por la investigación forense. Y es que la buena conservación de la piel de la parte frontal del cuerpo del santo no lo es tanto en la parte posterior, donde el escáner muestra una pérdida de tejidos blandos. «Parece que por encima de la tumba pasaba un torrente cuando llovía, por lo que posiblemente quedase un remanente de agua en la fosa», apuntó la doctora Rascón. «Esto se secunda por unas marcas de líquido que hay en muchos huesos, por lo que probablemente estuvieran algún tiempo sumergidos en el agua».
Por su parte, la doctora Ana Patricia Moya señaló que, a pesar de que faltan algunos huesos pequeños o los dientes –que han sido encontrados en el interior del cuerpo–, no hay rastro de traumatismos, pero algunos hallazgos degenerativos en algunas partes del cuerpo responden afirmativamente a un uso intenso de los brazos, propio de la actividad y trabajo de los labradores. En cuanto al motivo de su fallecimiento, parece que podría haber tenido algo que ver con una infección maxilofacial que podría haber causado mediastinitis, lo cual puede desembocar en una sepsis. Lo que sí ha confirmado el perfil biológico de san Isidro es de lo que habla la bula del papa Benedicto XIII: un varón que falleció entre los 35 y los 45 años. También revela que posiblemente fuera zurdo, y que era extraordinariamente alto para su época, ya que pudo haber medido hasta 1,85 metros. Por otro lado, el estudio de ancestralidad muestra que tenía rasgos afrodescendientes. «Por medio de este estudio podemos introducir a una persona dentro de un grupo poblacional según sus características», señaló la doctora María Benito. En este caso, «el cráneo de San Isidro presenta caracteres mezclados caucásicos y africanos», añadió. Y, a partir de ellos, se ha podido no solo identificar sus orígenes, sino también modelar su rostro.
«Uno de los hallazgos más inesperados ha sido encontrar un objeto metálico en la laringe, con morfología redondeada, que probablemente se trate de una moneda», continúa Rascón. Como los especialistas no podían acceder directamente a ella, se han aproximado a verla de forma virtual a través de las imágenes del escáner. «Parece tener la figura de un león pasante o rampante dentro de lo que podría ser un cuadrado o un rombo», explicó. En cuanto al origen y motivo de la moneda en el cuerpo del santo, es un misterio que los investigadores han tratado de resolver. «Si la moneda fue puesta en el momento del enterramiento podríamos estar ante el rito funerario del Óbolo de Caronte, un mito griego por el cual se colocaba una moneda sobre el cadáver creyendo que con ella se pagaría al barquero Caronte el viaje por la laguna Estigia hasta llegar al Hades», relató la doctora. Si bien es una costumbre que se perdió con el tiempo, reapareció en la Edad Media, «aunque se desconoce cuál era la intención de hacerlo en esta época». Sin embargo, en la Castilla medieval los reyes prohibieron incluir objetos de valor en los enterramientos, por lo que haber encontrado esta moneda «es un hecho excepcional». «Ya que no se ha encontrado ninguna moneda del siglo XII que coincida con la descripción de la hallada en el cuerpo de san Isidro, cabe la posibilidad de que fuera colocada en un momento posterior al enterramiento», continuó Rascón. La Blanca del Rombo de Enrique IV, en concreto, de la Ceca de Burgos, coincide tanto en la figura del león como en la posición del rombo. «No sabemos quién lo hizo ni cuál era su intención. Así que, gracias al escáner hemos descubierto un misterio en el cuerpo de san Isidro que, a día de hoy, está sin resolver», concluyó.
Por su parte, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, se mostraba agradecido por el trabajo realizado para «confirmar con datos lo que dice la tradición de san Isidro». Asimismo, subrayó que «el hecho de que tuviera orígenes del norte de África revela al mundo que la acogida que siempre ha caracterizado a Madrid es también la acogida que el propio san Isidro daba a los demás». Queda así confirmada la figura de «un santo atípico», como lo definía Velasco, que no solo fue «un hombre extraordinario por su humildad y bondad», sino también porque se ha convertido en una figura, con el paso de los siglos, capaz de unir «el campo con la ciudad» y del que nace «un gran valor simbólico, cultural y artístico».
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