Memoria Histórica

Un hijo del capitán Haya recurre ante el Ayuntamiento la retirada de su calle

Alega que la vía se le dedicó por su condición de aviador e inventor y que no le afecta la Ley de Memoria

Carlos de Haya y su hijo Héctor
Carlos de Haya y su hijo HéctorFamilia de HayaCedidas

A sus 86 años, Héctor de Haya Gálvez no se resigna. Ni él ni su familia. Están dispuestos a continuar defendiendo ante la Justicia el nombre de su padre, el piloto Carlos de Haya, después de que dos de los hijos –Carlos y María– hayan sufrido un revés en el mismo empeño. En mayo de 2021, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) revocó la sentencia que obligaba a restituir la denominación Calle Capitán Haya (ahora Poeta Joan Maragall) del callejero de la capital de España, dictada en su día por el Juzgado Contencioso-Administrativo 15 de Madrid, como demandaban los De Haya. Se trató de una cuestión formal, pues el TSJM adujo que no debió admitirse el recurso extraordinario de revisión de la familia, puesto que no interpusieron recurso ordinario cuando debieron haberlo hecho. Los magistrados evitaron entrar en el fondo del asunto, mientras que la jueza del contencioso administrativo había calificado como «caprichosa» la decisión de sustituir el nombre.

El cambio de denominación afectó a otras 52 calles en virtud de un acuerdo municipal –del 4 de mayo de 2017– por parte del Consistorio entonces a cargo de Manuela Carmena, en aplicación de la Ley de Memoria Histórica. Algunas placas fueron restituidas, otras no, merced a un rosario de demandas en los tribunales, como fue el caso favorable de las vías dedicadas a Millán Astray, Hermanos García Noblejas o Caídos de la División Azul. En ese envite se perdió la calle en memoria del piloto oriundo de Bilbao, cuñado del as de la aviación Joaquín García Morato.

Pero tras la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, el Ayuntamiento debe afrontar ahora otro pleito, el presentado el pasado 23 de diciembre por Héctor de Haya, a quien representa Javier Taillefer de Haya, su sobrino, y nieto del célebre piloto.

El letrado se extrañó de «cómo se zanjaba en seis renglones la trayectoria» del aviador –«la decisión adolece de falta de motivación y fundamentación», alegará–, pero sobre todo que «en el decreto del Ayuntamiento faltara el “pie de recursos”», o sea, que había lugar a reclamar en base a una «notificación defectuosa». En concreto, no se respetaron los artículos que señalan que, «al notificarse la resolución a las partes, se indicará si es o no firme y, en su caso, los recursos que procedan, órgano ante el que deben interponerse y plazo para ello», así como que «toda resolución incluirá la mención del lugar y fecha en que se adopte y si es firme o si cabe algún recurso contra ella, con expresión, en este último caso, del recurso que proceda, del órgano ante el que debe interponerse y el plazo para recurrir». Este detalle, unido al hecho de que el abogado tenía en mente que «si fallaba el recurso de revisión» de Carlos y María, «cabría la opción de recurrir en nombre del tercer hijo» del piloto, como así ha hecho, según explica a LA RAZÓN.

El escrito presentado ante el Consistorio de Madrid resalta que la modificación de la vía a Carlos de Haya es una «arbitrariedad, al constar en los archivos del Ayuntamiento que la designación de la calle en 1954 fue debido a méritos adquiridos antes y relacionados directamente con su profesión de aviador o piloto de aeronaves, dada su pericia y destreza en el manejo de estos aparatos», y cita como ejemplo quizá el mayor hito en la trayectoria del capitán: el raid aéreo de Sevilla a Bata (Guinea), el 24 diciembre de 1931, «en vuelo sin escalas», así como haber sido «uno de los primeros aviadores que hizo uso de radio-ayuda a la navegación sin visibilidad», y su condición de «inventor del Integral de vuelo Haya (Giroscopio) para el vuelo sin visibilidad cuya patente cedió al Arma de Aviación y Aeronáutica Naval».

Este logro le «valió el máximo reconocimiento al aviador más destacado del mundo», un premio Harmon con Diploma de Honor y medalla de oro de la Liga Internacional de Aviadores de la que formaban parte pilotos de la talla de Charles A. Lindberg, Dieudoune Costes o el propio Clifford B. Harmon, «además de poseer otros premios Harmon por récord mundiales de velocidad de 5.000 y 2.000 Km en circuito cerrado».

Para Héctor y para su familia, «el hecho de que [Carlos de Haya] estaba fuera de su destino» cuando sobrevino la sublevación de 1936, «que su incorporación fue posterior como piloto militar dentro del bando “nacional”, conforme a su graduación de capitán (un rango intermedio) y que sus misiones fueron dentro de una cadena estructurada de mando militar, y que falleciera durante la contienda sin mando de ninguna clase y sin recibir promoción alguna, le descarta de la aplicación» de la Ley de Memoria Histórica de 2007 o de la actual Ley de Memoria Democrática.

Considera su representante legal que «la ley no permite el linchamiento de personas por el hecho de tener que sobrevivir en la época que les tocó vivir, mostrar o simpatizar con una ideología contraria a la del Frente Popular». A su entender, «personajes públicos como Juan Carlos I, Manuel Fraga, Martín Villa o Adolfo Suárez ostentaron cargos relevantes en el régimen franquista, y actualmente no se cuestiona el cambio de denominación de calles, plazas o aeropuertos que lleven su nombre».

Placa de la calle Capitán Haya
Placa de la calle Capitán HayaLa RazónLa Razón

Asegura, asimismo, en el recurso, que «con el fin de desprestigiar al capitán De Haya se le atribuye falsamente su implicación en el bombardeo de «La Desbandada» –la huida de la población civil a través de la carretera de Málaga a Almería–, «que proviene del libro “1937 éxodo Málaga Almería”, de Maribel Brenes y Andrés Fernández». «Un relato o información falsa», según el texto del recurso, «como se puede contrastar documentalmente con las hojas de vuelo o servicios del capitán De Haya, que esos días se encontraba en otro lugar; y con los legajos en el archivo del Ejército del Aire», por lo que «era imposible» su presencia allí, «además de que su propia esposa iba presa por esa carretera». La mujer del piloto, Josefina Gálvez, fue canjeada por el periodista húngaro Arthur Koestler, prisionero de los republicanos. Ambas liberaciones fueron un arreglo entre los dos bandos. La de Koestler gracias al propio De Haya, mientras que la de Gálvez fue posible por la mediación de Luis Arráez, gobernador civil de Málaga.

Deplora el escrito que se decidiera el cambio de nombre de la calle a De Haya en lugar de renombrarla, «como se hizo con la del comandante Zorita, que pasó a llamarse Aviador Zorita», sino que directamente se llamó Poeta Joan Maragall, «con discriminación en relación al comandante Zorita». Asimismo, considera que «las observaciones de la concejala [del Ayuntamiento] no contienen ni la más mínima alusión a que entidades, asociaciones o grupos de vecinos de esa calle hubieran presentado a lo largo de los años, quejas o reclamaciones o protestas o movilizaciones, pidiendo el cambio de la calle a una persona que [...] más allá de cumplir con su obligación de militar de carrera» no hizo sino «mostrar en aquellos momentos sin duda confusos, su simpatía por el denominado bando “nacional”». Y estima que «sin haber abierto un trámite de información pública dando a los vecinos directamente afectados oportunidad de intervenir y opinar, la decisión de renombrar la calle (sin haber sido cuestionada por ninguna instancia ciudadana), es subjetiva y caprichosa».

Denuncia además que en el expediente administrativo «solo existen escuetos informes y propuestas ad hoc emitidos por el Comisionado de la Memoria Histórica y otros órganos del Ayuntamiento a tal fin», y que el Comisionado dijo lo siguiente: «Militar de Aviación que se unió en Sevilla a la sublevación militar. Participó activamente en el puente aéreo del Estrecho y en el aprovisionamiento del Santuario de Nuestra Sra. de la Cabeza. Fue piloto personal del general Franco. Protagonizando además numerosas intervenciones en combate, hasta su fallecimiento en 1938 en choque acción de guerra».

Lamenta el recurso que no figura «ningún documento que haga alusión a hechos concretos y precisos relacionados con la vida pública o profesional del capitán De Haya que pongan de manifiesto la conducta que se le atribuye», y que el Comisionado de la Memoria Histórica «es un órgano colegiado sin personalidad jurídica, cuya designación fue a dedo por los grupos políticos, sin ningún experto o historiador en materia de la aviación y aeronáutica, y sin dar audiencia pública», especialmente «a familiares afectados», como en este caso, que residen fuera de Madrid.

En definitiva, el abogado y sobrino de Héctor de Haya estima que el cambio fue «contra Derecho, arbitrario, caprichoso, con falta de rigor, sin motivación, a conveniencia de algunos, sin participación ciudadana, y omitiendo el costo económico». Y pide por tanto la suspensión de la ejecución de la resolución impugnada para evitar el «perjuicio en gastos e indemnizaciones», así como «el derecho al honor e imagen de Carlos de Haya y de sus descendientes, entre los que nos encontramos».

Héctor de Haya con sus hijos Héctor y Christian
Héctor de Haya con sus hijos Héctor y Christianfamilia de hayaCedida

Una familia de aviadores con final prematuro

Agregado al grupo de caza italiano Asso di Bastoni, Carlos de Haya muere a punto de cumplir 36 años, el 21 de febrero de 1938, en plena Batalla de Teruel, al chocar con un «Chato» republicano y estrellarse su avión. Su hijo Héctor, que se jubiló como comandante de Jumbo 747, ha sufrido la muerte prematura de dos hijos, también pilotos: Héctor, compañero de promoción del actual Rey, fallecido a los 20 años el 29 de septiembre de 1987 junto al capitán instructor Carlos Montaño en la Academia General del Aire en San Javier (Murcia); y Christian, que murió el 13 de marzo de 1995 con 28 en el entrenamiento de una maniobra de aproximación al aeropuerto de Valencia. En la imagen, ambos con su padre.