Urbanismo
Madrid se blinda contra los micropisos
El Gobierno liderado por Almeida aprobó ayer las nuevas normas urbanísticas tras más de dos décadas
El Ayuntamiento de Madrid llevó ayer en la Sesión Extraordinaria del Pleno una de las primeras medidas pendientes que tenía el Partido Popular desde la anterior legislatura. Por entonces, aunque contó con el apoyo de Ciudadanos, se encontró con el freno de Vox para aprobar unas nuevas normas urbanísticas para la ciudad. La mayoría absoluta con la que cuenta el partido liderado por Almeida, permitió aprobar ahora este proyecto sólo con los votos a favor de su partido, contando con la abstención de Vox y el rechazo de PSOE y Más Madrid.
Una iniciativa que supone el primer paso de una legislatura en la que Almeida buscará la aprobación de un nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOUM), vigente desde1997 y en muchos contextos desactualizado y obsoleto. El principal objetivo de este nuevo PGOUM será permitir su adaptación a las nuevas formas de convivencia, habitabilidad y consumo.
Respecto a la modificación del PGOUM actual aprobada ayer por el Pleno, únicamente se está a la espera de que la Comunidad de Madrid lo corrobore para que el cambio de regulación sea completamente efectivo. Un trámite que no debe extenderse más allá de cuatro meses, plazo límite para su confirmación.
Entre los puntos que han suscitado más polémica se encuentran aquellos cambios generados por la aparición de las apps, el consumo delivery o el coliving, que en los últimos años han transformado el desarrollo de las ciudades. En concreto, la regulación de las cocinas fantasma, generadas por el nuevo modelo de restauración, han resultado insuficientes para el resto de partidos. Más Madrid ha llegado a calificar de «jungla» la situación en la que podría acabar degenerándose la agrupación de cocinas en grupos de ocho que ha establecido el PP.
Aunque la mayoría absoluta otorga la capacidad a los populares de aprobar medidas sin el apoyo de terceros partidos, éstos les han recriminado la ausencia de diálogo en la redacción de un texto tan determinante para el crecimiento de la ciudad.
Otro de los puntos más importantes consiste en el establecimiento de un espacio mínimo de habitabilidad. De esta forma, queda prohibida la construcción de viviendas de un espacio inferior a 40 metros cuadrados construidos. Así, el Partido Popular hace una de sus primeras intervenciones en Vivienda, uno de los sectores (junto a Sanidad) en los que la oposición más le ha reclamado tomar medidas. Sin embargo, para PSOE este tipo de medidas no resuelven «el grave problema del precio de la vivienda en la ciudad», así como otros desafíos de la talla del desequilibrio territorial o la emergencia climática.
Así, el Ayuntamiento busca frenar la construcción de micropisos, un sistema inmobiliario que se ha extendido desde hace décadas en países con áreas extremadamente masificadas como Japón. De esta forma, aunque hay informes que catalogan los micropisos hasta una medida de 45 metros cuadrados, lo cierto es que esta limitación ya fija un importante precedente.
Aunque Vox se haya abstenido, no ha dudado en señalar los puntos por los que no ha secundado el Plan de Almeida. La formación verde critica la inclusión de puntos referentes a lo que ellos entienden como «ideología de género» o la Agenda 2030. Al mismo tiempo, también considera que se sigue desprotegiendo a los vecinos que conviven con cocinas fantasma, mientras condena que no se hayan tomado medidas sobre los pisos turísticos o las casas de apuestas. En definitiva, Ansaldo tachó de «electoralista» el nuevo escrito impulsado por los populares.
Fue una jornada que inauguró un cambio de era en Cibeles y por lo tanto fue jornada de debuts, como el de Ansaldo por Vox y Rubiño por Más Madrid. Por su parte, el Partido Popular a través de la intervención de Caravantes celebró haber «sorteado, con el pasado 28 M, los años de boicot de Vox y la izquierda. El delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad señaló las nuevas medidas como «necesarias, imprescindibles y urgentes, resaltando la importancia de adaptar el plan general a la realidad económica y social de la ciudad de Madrid, cuyos retos nada tienen que ver con los de 1997.
Aunque no se alcanzase un consenso, es evidente que la reforma del Plan era una de las medidas más urgentes de acometer en una ciudad en plena transformación tecnológica y social.
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