
La historia final
Cuatro siglos de la muerte del padre Mariana (I): ¿quién fue?
El jesuita fue el primer gran investigador y divulgador de la historia de España

Estos días hemos visto compungidos cómo conciudadanos nuestros lloraban desconsoladamente porque habían perdido todo, todo, y lo que más les había roto el corazón era la pérdida de las fotografías de sus vidas, los recuerdos tangibles del pasado. Se sentían desorientados, sin anclajes al pasado, sin referentes; habían dejado de ser quiénes fueron y no sabían quiénes podrían ser.
Que una nación pierda sus raíces culturales e históricas será, a lo grande, una catástrofe similar a la personal e individual que hemos vivido en estas semanas. Para esto sirve la Historia y para esto ha de haber historiadores y, por ello, salvo que haya perversas intenciones, ha de haber más conocimientos históricos en los planes de estudio de la juventud. Más Historia y menos memoria.
Acaba el año 2024 y con él el que podría haber sido el gran año del padre Mariana. Salvo alguna celebración en su Talavera de la Reina natal, además de brillantes publicaciones, poco más se ha celebrado a este jesuita que murió casi nonagenario y que vivió en tiempos desde Carlos V a Felipe IV, entre 1536 y 1624.
Mariana fue el primer gran sintetizador, investigador y divulgador de la Historia de España. Pero también dedicó su pensamiento a la teoría política, a atacar la voracidad impositiva del poder y de Lerma, a la denuncia de los vicios de la Compañía de Jesús, a los males que acarrea(ba)n los juegos públicos entendidos desde los bailes, al circo, el teatro o los toros… y así sucesivamente. A pesar de su edad, fue juzgado por un tribunal civil designado por Lerma, compuesto por fiscal y jueces en su mayor parte ejercientes en la Inquisición. No tuvo un juicio inquisitorial, pues no había «tema», pero le juzgaron inquisidores.
Pero en verdad, ¿quién fue este Juan de Mariana?
Nació el padre Juan de Mariana en Talavera de la Reina el 2 de abril de 1536 y murió en Toledo el 17 de febrero de 1624. Vivió, pues, 88 años menos unas semanas, y conoció gran parte del reinado del Emperador Carlos V, todo el de Felipe II, el de Felipe III y el cambio del reinado hacia el de Felipe IV.
Su vida transcurrió, por ende, en los tiempos más gloriosos del Imperio español. A veces pienso en paralelo con Calderón de la Barca que vivió entre 1600 y 1681, conociendo, pues, no los tiempos de la expansión imperial, sino los de la estabilización del Imperio y el inicio de la decadencia y su contracción mayor en los años finales del reinado de Felipe IV.
El padre Juan de Mariana era jesuita. Esto es, era miembro del clero regular y como eclesiástico, la estructura de su pensamiento respondía a los principios de la ortodoxia católica, aunque como jesuita tuviera algunas peculiaridades como la originalidad, o el voto sólo al pensamiento romano.
Nació, decía antes, en Talavera y esto lo sabemos porque él y algunos de sus próximos así lo declaran en más de una ocasión. Sin embargo, nunca se encontró, ni se encontrará en Talavera el acta del bautismo porque no se bautizó en Talavera, sino en Puebla Nueva, según quedó atestiguado en 1888 cuando el ayuntamiento de Talavera organizó una exposición en homenaje a su autor más universal. Comoquiera que la partida de bautismo fue quemada, como toda la iglesia, incluido el archivo, por las milicias republicanas durante la Guerra Civil, el único testimonio que tenemos a día de hoy sobre la partida es lo que publicó en 1888 Jiménez de la Llave: el facsímil de la partida, calcado 22 años antes.
Un 2 de abril de 1536 el bachiller Martín de Cervera, clérigo teniente de cura en la Puebla Nueva, bautizó «un niño que trajo Juan Salguero de Talavera a criar que no se sabe quién es su padre ni madre. Pusiéronle por nombre Juan. Túvole a la pila Alonso Sánchez de Pascual Sánchez. Estuvieron presentes Juan de Alba y el dicho Juan Salguero, y yo Isidro Rodríguez, sacristán. Isidro Rodríguez, sacristán».
Desde mediados del siglo XVII se tiene por cierto que el licenciado Juan Martínez de Mariana era su padre. También fue el padre de una monja, de la que apenas se sabe nada. La madre fue Bernardina Rodríguez, que era de Talavera. Lo único que pasa es que aquel padre, que tuvo al menos dos hijos, era deán y canónigo de la iglesia colegial de Talavera, y por sus cualidades y virtudes había sido vicario y visitador (auditor e inspector) general de Talavera, de su partido y arcedianato.
A mi modo de ver, creo que nació Juan de Mariana, por tanto, de placentera y reiterada unión ilegítima.
Juan de Mariana era «hombre de condición ínfima, de dotes exiguas tanto de cuerpo como de alma, y carente de nobleza», como se autodefinió en una dedicatoria al papa Pablo V. Era, acaso por sus orígenes, un espíritu rebelde y libre. Fue también crítico, trabajador e innovador,
Tan rebelde y libre que no se le entendía al poco de morir, y mucho menos en el siglo XVIII, cuando se estaba debatiendo sobre el «ser español», sobre la esencia del canon cultural o visceral español.
(Continuará)
Alfredo Alvar Ezquerra es profesor de Investigación del CSIC
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