Es cierto que Madrid es hoy por hoy un auténtico hervidero de novedades, tendencias y apuestas diferentes en todos los ámbitos. En la gastronomía por supuesto todo esto se eleva a un grado superlativo ya que se puede decir que hay de todo. Algunas de estas creaciones se esfuman con el tiempo y otras consiguen consolidarse poco a poco, con un buen trabajo de fondo más allá de lanzamientos mediáticos o publicidades que superan realidades.

Así hace un par de años aterrizó un poquito de Tarifa en la capital. Ese enclave tan singular gaditano donde se mezcla tanta gente y donde el culto al mar es religión se mete en Madrid mezclado con aires asiáticos y latinoamericanos para presentarnos una propuesta fresca y bien trabajada. En un local muy bien montado a medias entre un bistró francés y un restaurante aburguesado, el espacio resulta acogedor. La puesta en escena resulta sin duda de nivel ya que disponen de un servicio bien montado con los diferentes escalafones que conforman una buena sala. Se ve que han ido cuidando todos los detalles con mimo para que uno lo perciba cuando servicio encuentra allí.

Entrando en materia culinaria, podemos decir que estamos antes una cocina muy particular. El producto es quien manda y se cuida bien de él. Cada elaboración tiene un protagonista principal al cual le van sumando elaboraciones de carácter internacional que siempre complementan y respetan la esencia del ingrediente central. Así, han sabido conformar una carta no excesivamente larga, con platos donde muestran sus raíces y sus intenciones coquinarias. Todo lo elaboran un buena mano técnica y personalmente hablando.

Como no podía ser menos el mar es más protagonista que la tierra y en especial el producto estrella de la zona, el atún rojo, es el actor con mayor presencia en esta representación, teniendo un apartado exclusivo en la carta. Entrantes variados y curiosos bien pensados para compartir como los saam de adobo de cazon, el ceviche thai o las gyozas de cerdo barbacoa. Por supuesto resulta obligatorio pedir el tataki de atún, respetuoso y bien ejecutado.

En los principales hay un buen equilibrio entre las propuestas cárnicas y marinas entre las que destacaría el ossobuco de atún rojo, rodaballo en tempura o el steak tartar con un toque original. La parte golosa es escueta pero interesante, siendo el pan con chocolate el más sugerente de los planteados a mi juicio.

Carta de vinos más que digna con buena variedad, propuestas originales y con un acertadisimo guiño a los vermús tan queridos es estas latitudes.

Interesante selección de cocktails entre los que destacó un atrevido bloody Mary con aires gaditanos que hizo de estupenda apertura a nuestra llegada. Realmente es de agradecer que se note el trabajo y esfuerzo puesto en el empeño, ya que el comensal lo valora en especial. El propio chef y copropietario se interesa y comenta la experiencia con el cliente para aprender de la misma y a la vez conseguir un punto de involucración y fidelizacion que es fundamental.

Cádiz siempre es una tierra atractiva cuando se mira desde el centro de España y se agradece y valora que nos traigan un poquito de lo mejor y más original de esa tierra a nuestro terreno. La confirmación de La Morena como un referente de los abanderados andaluces capitalinos es una alegría y una realidad que refrendan cada uno de los clientes que sale de allí con cara de felicidad.

LAS NOTAS

Cocina 8

Sala 8

Bodega 8

Felicidad 8’5

Precio medio 60€