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Felicidad

El Museo de la Felicidad: un viaje por las emociones para reencontrarse con el bienestar

¿Qué hacer para ser feliz? ¿Viajar, comer lo que te gusta, ganar la lotería o pasar tiempo con quienes amas? No existe una receta única: la felicidad es subjetiva, pero la ciencia ofrece pistas. A veces, lo más simple —una risa, un abrazo— basta para encenderla. Eso propone el Museo de la Felicidad, en Madrid. Su creador, Pablo Claver, abre sus puertas a LA RAZÓN

La felicidad no se enseña, se vive. Así lo entiende Pablo Claver, psicólogo, escritor y creador del Museo de la Felicidad en Madrid. Un espacio único en España —y el segundo de su tipo en el mundo— que no se limita a exponer, sino que invita a sentir, reír, abrazar, saltar y, en definitiva, a reconectar con uno mismo.

“El museo no se recorre, se vive”, explica Claver con convicción. Y tiene sentido: la propuesta no es observar objetos tras una vitrina, sino sumergirse en más de 22 experiencias interactivas diseñadas para activar lo que la ciencia llama “los químicos de la felicidad”: dopamina, serotonina, oxitocina y endorfinas.

Desde bebés de meses hasta personas centenarias han pasado por sus instalaciones. Todos tienen un espacio. Hay camas elásticas para liberar tensión, toboganes que aterrizan en piscinas de bolas para conectar con el niño interior, salas de abrazoterapia con muñecos elaborados por mujeres en riesgo de exclusión, y hasta un risódromo donde se enseña yoga de la risa, porque, como recuerda Claver, “el cerebro no distingue entre una risa real y una fingida: en ambos casos, libera endorfinas”.

Una de las experiencias más reveladoras es el llamado “Armario de la Verdad”, cuyo contenido se mantiene en secreto para preservar el factor sorpresa. “Cada persona vive algo diferente ahí dentro, pero todos salen tocados, removidos... y con una sonrisa más consciente”, señala su fundador.

La idea surgió en plena pandemia, cuando Claver —autor de varios libros sobre felicidad y profesor en universidades fuera de España— descubrió que solo existía un museo similar en Copenhague. Junto con sus hermanos y algunos amigos, viajó para conocerlo y se propuso traer el concepto a Madrid, pero con un giro: hacerlo más vivencial, más inmersivo. Desde entonces, más de 150.000 personas han cruzado sus puertas.

La visita dura aproximadamente una hora y media, aunque el recorrido se adapta al ritmo de cada uno. Al finalizar, cada visitante recibe un diploma como ‘Embajador de la Felicidad’, avalado por el Instituto Internacional de la Felicidad de Dinamarca. En el reverso, once sugerencias para continuar practicando la alegría en el día a día.

“Ser feliz todos los días del año no es posible”, reconoce Claver. “Pero cuando no hay nada que te lo impida y aun así no lo eres, es ahí donde puedes entrenarte. Con pequeñas herramientas, con técnicas sencillas, puedes cambiar tu estado de ánimo”. La felicidad, entonces, no es una meta, sino un ejercicio cotidiano.

El Museo de la Felicidad abre sus puertas de lunes a domingo —excepto el 25 de diciembre y el 1 de enero— y ofrece distintos horarios según el día. Entre semana, funciona de 11:00 a 21:00, con una pausa al mediodía, y los fines de semana, de 10:00 a 22:00.

¿Por qué resistirse a ser feliz? Las sonrisas son gratis y la felicidad no es inalcanzable. Como dijo Frida Kahlo: “Nada es más valioso que la risa. Se requiere de fuerza para reír y abandonarse a uno, para ser ligera”. Y en este museo, precisamente, la risa —junto a la sorpresa, la calma y la emoción— se convierten en pequeñas llaves para abrir la puerta al bienestar.