Palacios

El palacio de Grimaldi, el edificio en el que Godoy lució las «majas» de Goya

El Palacio de Grimaldi, en la calle de Bailén, es obra de Sabatini y fue mandado construir por Carlos III

El palacio del Marqués de Grimaldi, también llamado palacio de Godoy
El palacio del Marqués de Grimaldi, también llamado palacio de Godoy. David JarDavid JarFotógrafos

La presencia del viejo Alcázar de los Austrias primero y del actual Palacio Real después ha marcado siempre el urbanismo madrileño y su entorno ha sido siempre un polo de atracción para el poder en forma de palacios y mansiones de nobles, aristócratas y otros advenedizos ansiosos de gloria. En este caso, hablamos del conocido como Palacio de Godoy, en la mismísima calle de Bailén, frente por frente de la otrora residencial real. La historia de este edificio se remonta al reinado de Carlos III, en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando el monarca ordenó la compra de unos terrenos para la apertura de la mencionada calle y la construcción de la residencia de su secretario de Estado, el marqués de Grimaldi.

Y para tan importante obra el arquitecto elegido no podía ser otro que el insigne Francisco Sabatini, autor entre otras muchas obras de la Puerta de Alcalá y que participó en los trabajos del propio Palacio Real, San Francisco el Grande o la Puerta de San Vicente. La construcción del palacio de Godoy, pensado para alojar a los primeros Secretarios del Despacho y sus correspondientes dependencias administrativas, comenzó en 1775 y finalizó tres años después. Se trata de un edificio de trazas clásicas y rígida simetría en la disposición de vanos y ventanas, que cuenta con piso bajo, principal y entresuelo intermedio. Sabatini utilizó piedra y ladrillo para perseverar en su estilo recio y marcial. En la fachada principal, en la que manda la simetría, destaca una portada con arco de medio punto y balcón en saledizo.

En su interior, destaca notablemente la composición de la escalera del vestíbulo, trazada situando los escalones laterales en continuidad con el muro estructural, con lo que se agranda visualmente un espacio de reducidas dimensiones. Se atribuye su diseño al decorador Jean Démosthène Dugourc. A pesar de haber sido proyectado como residencia del marqués de Grimaldi, éste nunca llegó a habitar el palacio, ocupándolo su sucesor en la Secretaría de Estado, el conde de Floridablanca, que permaneció en el mismo hasta su caída política. Posteriormente pasó a manos de Manuel Godoy, príncipe de la Paz, quien lo compró a título personal y poco después adquirió varias casas cercanas para ampliarlo, encargando el proyecto a Juan Antonio Cuervo y Jean-Démosthène Dugourc.

El palacio del Marqués de Grimaldi, también llamado palacio de Godoy. David Jar
El palacio del Marqués de Grimaldi, también llamado palacio de Godoy. David JarDavid JarFotógrafos

De esta época es el mayor esplendor del edificio, que conoció una lujosa decoración y recibió numerosas visitas. Entre sus cuadros se contaban obras tan importante como las dos «majas» de Francisco de Goya y la Venus del Espejo de Diego Velázquez. En la planta baja estaban las habitaciones de servicio, el Gabinete de Historia Natural, la Biblioteca, el Archivo del secretario de Estado y las habitaciones de verano de la condesa. El piso principal contaba con 29 estancias, entre las que destacaban el oratorio, el salón de columnas y las habitaciones de Godoy, en la zona más cercana a la calle Bailén.

Años después, durante la ocupación francesa en 1808 sirvió de lugar de residencia para Joachim Murat, cuñado de Napoleón, mariscal de Francia y rey de Nápoles entre 1808 y 1815, que dirigió a las tropas galas durante los trágicos acontecimientos del 2 de Mayo que marcaron el comienzo de la revuelta contra Napoléon en nuestro país. Posteriormente el inmueble fue sede de varios ministerios, Biblioteca Nacional y Museo Naval. En la década de 1940 se reformó para convertirlo en Museo del Pueblo Español.

En el año 1931 se derribó una parte del edificio para ensanchar la calle de Bailén y reordenar la zona, aunque hubo que esperar a la década de los cuarenta para que levantara la fachada que vemos hoy a dicha calle, respetando el estilo del resto del inmueble. De hecho, si no se conoce este detalle no se nota dicha reforma. En 1975 se instaló en su interior el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, dependiente del Ministerio de la Presidencia, uso que continúa actualmente. Previamente, en 1962, fue declarado Monumento Histórico-artístico y en 2000 fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.

Como curiosidad, cabe destacar que durante las obras de acondicionamiento de la zona en el año 2019 para la reforma de la plaza de España se encontraron enterrados restos de la parte del palacio que fue demolida a principios del siglo XX, aunque su valor arqueológico no era demasiado importante.