Cultura
Una parada en Gran Vía en la que salir cargado de estímulos
LA RAZÓN conoce a Nacho Blumen, el director creativo del nuevo museo Gran Vía 15, heredero de la joyería Aldao
Es difícil, entre el caos y el ruido incesante, detenerse en la Gran Vía. Sin embargo, Nacho Blumen y el recién llegado museo Gran Vía 15 lo han conseguido. «Buscábamos un lugar donde pisar el freno y no ir en automático, pararse, reflexionar», confiesa Blumen, director creativo del espacio. Muchos habrán desactivado de su memoria el recuerdo de este lugar, pues su herencia cultural forma parte de la historia de la ciudad de Madrid. Se trata de lo que fue, durante más de un siglo, la sede de la prestigiosa joyería Aldao, conocida entre otras cosas por ser una parada habitual de la realeza. Actualmente es un encuentro artístico, dinámico y accesible, algo que no ha resultado fácil de conseguir por el tipo de público que frecuenta la Gran Vía que, lejos de ser un punto de pausa, invita al consumo rápido.
El espacio
Cuando entras al museo todo cobra sentido, tiene una explicación y provoca caras de sorpresa. Está protegido y conserva los mármoles o el suelo original con molduras de madera –de donde está inspirado el logotipo–. «Queríamos que fuese un contendor capaz de conservar uno de los edificios que mantuvo un comercio durante más de un siglo», pronuncia Nacho Blumen. A diferencia de la mayoría de museos, en este caso la tienda se sitúa en la entrada del local y no al final. Sin pretensiones, no necesitan convencer al público con ninguna exposición previa. El concepto, que guarda cierta similitud con el MOMA en Nueva York, está muy reflexionado y se basan en la venta de objetos de corte contemporáneo, cuidadosamente decantados, artesanales y de productores locales. Quedan expuestas cerámicas, objetos decorativos y selecciones gastronómicas como aceites especiales, vinos, vermuts y más (y si eres amante de la comida nipona te llevarás una sorpresa con los dulces de Umiko, un referente en la capital). También dedican un apartado a moda con cápsulas especiales de la clásica firma francesa de Loreak Median o la marca propia del museo –Nacho Blumen apuesta por una confección entendida desde la ‘slow fashion’–. «Teníamos claro que invertiríamos en marcas con relato, cuidadas y con las que compartiéramos valores, por ejemplo, que sean de procedencia nacional. Por otro lado, hemos hecho una pequeña colección de juguetes que nos llevan a nuestra infancia, queriendo recuperar la tradición de antaño e ir fuera de lo digital», apunta.
Okuda da la bienvenida
Hasta noviembre, Okuda será el protagonista del museo. Con ello, ofrece una experiencia inmersiva en la que el espectador forma parte del proceso. La moraleja del recorrido es manifiesta en todo momento: salir con un chute de serotonina. Jugando con un lenguaje artístico y vitalista, el artista refleja en su obra diversidad y optimismo. «Su obsesión es que la gente pueda vivir y sentir su universo», señala Nacho Blumer, a propósito de haberse decantado por Okuda como primer lanzamiento. El recorrido presenta diferentes salas y una parte final que simula su trayectoria vital en China, Europa, Estados Unidos y México. Como resultado: ‘art is the answer’ –el arte es la respuesta–, una nueva forma de vivir el arte contemporáneo; así lo indica una de las paredes de la exposición.
Nacho y su papel en el arte
Estudió Ciencias Políticas pero los senderos de la vida le llevaron a estar dirigiendo este emblemático museo que define como multidisciplinar. «El equipo es muy diverso, expertos en moda, retail, gestión cultural… y eso da unos resultados poco comunes», considera. Según Nacho, su objetivo fue sumar este proyecto a la gran oferta cultural –ya infinita– que presenta Madrid, aportando a la programación notas diferentes de lo que ya hay. Y así es, pues el concepto está muy lejos de otros museos como pueden ser Thyssen, Prado o Reina Sofía, y a cuyos resultados estamos menos acostumbrados. «El público también demanda este tipo de instalaciones y la obra de Okuda era una garantía de éxito y profesionalidad, que consigue su finalidad de pertenecer a la misma. Madrid está efervescente, cargada de ideas, y nosotros aportamos una más». «Estar presentes en la Gran Vía es muy significativo, la calle más transitada del país donde te puedes encontrar a todo tipo de personas, incluso muchos que no tengan la intención de visitar una exposición y de repente tropiecen con esto». Conectar, trasladar mensajes y emocionar ha sido el mayor propósito, «salir cargado de estímulos», reflexiona Blumen. Y, en cierta medida, cada uno de los productos aquí expuestos son una pequeña obra de arte.
Nacho, pese a tener la titulación de politólogo, se profesionalizó en el mundo creativo. Cambió el concepto ciudadano por consumidor, pero entendiendo los ecosistemas se pueden trabajar en paralelo. «Entender a las personas, a la sociedad y lo que sucede facilita más datos para saber qué quieres hacer y cómo, así como a tener mayor perspectiva filosófica de las cosas», expone. Ha trabajado como director creativo o ‘brand manager’, pero dar el salto no fue fácil ya que su trayectoria académica no coincidía con la profesión a la que quería dedicarse. «Lo que hice fue emprender, cree mi propia agencia, que me dio base de conocimiento y experiencia gracias a todas las personas que confiaron en mí». Contando con esa suerte y sacrificio, Blumen pudo llevar a cabo sus propósitos relacionados en el universo del arte.
Pero una marca tiene mucha más vida que por lo que ocasionalmente se le conoce –lo que es el nombre–. Hay una historia detrás que ayuda enormemente a su comprensión y empatía hacia la misma por parte del espectador. «Yo trabajo en la creatividad en base a la construcción de las marcas, proyectos y el entorno que les rodea». Propósitos, misiones y valores que conecten un relato con el público, que se sienta y se perciba. «Si alguien hace una selección por algo hay un por qué detrás, más allá del diseño o el precio», explica. Por ahora, hasta el 30 de noviembre, el director confiesa que se dejan llevar y están abiertos a todas las propuestas e ideas que conecten con el equipo. Por ahora están enfocados en la emoción con la que sale el público después de visitarlos. «Queremos captar el feedback del público, es muy importante atender a sus percepciones y reacciones para seguir creciendo. Nos gustaría ser permeables y proponer en base a los gustos y preferencias de la gente». Así se ve reflejado con Okuda San Miguel y sus más de 300.000 seguidores en redes, que lo avalan para ser el pionero en presentar este nuevo espacio. «Nos impactó la gente que sigue su trabajo. Todas sus instalaciones que expone solo generan emociones positivas. Conectar con Okuda fue súper sencillo, sus ideas y cercanía lo han facilitado el proceso para que todo encaje a la perfección», concluye.
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