Gastronomía

Te descubrimos la taberna de Madrid que frecuentaba el Rey Felipe VI cuando aún era Príncipe

Se trata de El Greco: un “laberinto de felicidad” se viene a dejarse la media paga, a beber vino y cerveza, y a pensar que en Madrid está lo mejor

Andrés en su taberna El Greco
Andrés en su taberna El GrecoCristina BejaranoLa Razón

En el imaginario sentimental de las tabernas de Madrid está sin duda el Greco. A la vera de la calle Alberto Aguilera entrando en ese laberinto de felicidad que es Chamberí, donde la clase media de la capital ha hecho su bandera y su manera de vivir, hay un sitio que es genuinamente de parroquianos. Cualquier mañana a la hora del aperitivo tiene aspecto de casino de provincias, pero enclavado es una ciudad cosmopolita que se resiste a perder el pelo de la dehesa del barrio. El Greco es ese territorio donde sus dos entradas son el pasadizo para huir de casa y estar siempre en ella.

El Greco. Dónde calle de Blasco de Garay, 20

Todo empezó en el año 1931 cuando el abuelo del actual propietario, José Agustín Revuelta, vino de Cuba donde había nacido de padres cántabros emigrantes para coger el traspaso del local de un toledano que evidentemente había homenajeado al pintor fetiche de la Ciudad Imperial. El caballero de la mano en el pecho que se puede ver hoy en el salón, resume muchas esencias de una taberna que es lugar de paso para el que viene por la ciudad y lugar de descanso para los que aman la tertulia de amplia barra. Los gatos amamos ese lugar cálido pero con salida pronta por si nos echan agua.

Tres generaciones hasta llegar a Andrés, que tiene una bonhomía muy característica de las muchas pieles que sus 40 años de oficio tabernario le conceden. Aquí tomarse una caña es auténticamente un privilegio, por no hablar del vermú con todas las letras porque no lo hay ni dulce ni amargo, solo puro sabor a Madrid.

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Una copa de vino que se hace jefa de la barra

Para engalanar unos mejillones al vapor con una vinagreta clásica con cebollita y pimiento, escoltada por una banderilla, aquí no gilda, pues es del foro, de anchoa.
Taberna El Greco
Taberna El GrecoCristina BejaranoLa Razón

El mejillón en escabeche o al natural alegrado, tiene también una compañía ideal en un matrimonio de anchoa y boquerón con suficientemente guiño a ajo que no necesita ningún juzgado para su consagración o disolución. Los pinchos, los cortes de jamón, o lo que a cada uno le venga en gana en tosta, o pasándose por la faja la vida, son argumentos imprescindibles para pasarse por este esquinazo castizo.

Del mismo modo, por aquí zascandileamos todos los supervivientes de los 80, cuando estudiábamos en Areneros, porque no hay que olvidar que hay un influjo evidente de la gran energía de los jesuitas como territorio de promisión barrista en el Greco. Muchos años de gloria, los mismos que vieron la explosión de Ariel Rot, uno de los habituales del local, que recuerda cuando con Tequila agitaba las calles de la ciudad. También han pasado por aquí el recordado periodista José María Calleja, o el actual Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo. Esto sin olvidar al Rey de España, en su época de Príncipe, que como muchos otros madrileños tienen en la casa ese destino a veces poco cacareado pero infalible.

Sus mesas de mármol con el pie de hierro hubieran sido magnífico lugar para César González Ruano y sus columnas, o para el vozarrón de Cela en La Colmena. Desde luego, por encima de cualquier añagaza de los bloggers, en este tabernáculo se viene a dejarse la media paga, a beber vino y cerveza, y a pensar que en Madrid está lo mejor.