Palacios

¿Qué edificio de Madrid rivalizó con el propio Alcázar?

El Palacio de los Duques de Uceda, de inicios del XVII, fue una excepción en un Madrid sobrio y oscuro

PALACIO DEL DUQUE DE UCEDA. AHORA SEDE DE CAPITANIA GENERAL
PALACIO DEL DUQUE DE UCEDA. AHORA SEDE DE CAPITANIA GENERALConnie G. SantosLa Razón

Dentro del amplio panorama palaciego de Madrid, el conocido como de los Duques de Uceda es, quizás, uno de los más conocidos e identificables de la ciudad, fundamentalmente por su privilegiada ubicación, en la confluencia de las calles de Bailén y Mayor, aparte de por su sobria belleza, tan madrileña y tan del siglo XVII.

Se levantó este edificio entre 1613 y 1625, aunque a lo largo de su azarosa vida ha sufrido numerosas reformas y restauraciones.

Cristóbal Gómez de Sandoval, primer duque de Uceda y primogénito del duque de Lerma, valido de Felipe III, cargo que habría de heredar también él, mandó levantar este palacio, muy próximo al Alcázar, para demostrar el inmenso poder de su familia, aunque poco habría de durar.

Proyectado por Alonso de Turrillo, el encargado de su ejecución fue Pedro de Pedrosa, según el Colegio de Arquitectos de Madrid. Las fuentes literarias de la época lo consideraban el mejor edificio de Madrid después del mencionado Alcázar, aunque en su momento no gustó demasiado.

En aquel sobrio y aún pequeño Madrid, el palacio, con las armas de la familia Sandoval flanqueadas por leones rampantes, era todo ostentación, muy del estilo del barroco civil italiano, lo cual habría de pasar factura a la familia tras la muerte de Felipe III. De hecho, el Duque de Uceda, que no llegó a habitar el palacio, terminó en la prisión de Alcalá donde murió en 1635. Tan comentada fue su caída en desgracia que Quevedo llegó a escribir que el edificio fue para su dueño «distraimiento de su hacienda y descrédito de su gusto».

El cercano convento del Santísimo Sacramento, cuya iglesia es hoy lo único que queda convertida en catedral castrense, formó parte de este conjunto. Responde a la tipología de arquitectura palaciega del siglo XVII español. Ocupa toda una manzana, en un terreno con un enorme desnivel: mientras a Mayor se muestran tres niveles, en la parte trasera hay dos más y casi el doble de altura.

Consta de una planta rectangular distribuida en torno a dos patios interiores de distinto tamaño. El edificio tiene gran unidad en todas sus fachadas, de gran sencillez de trazas, que combinan el ladrillo y la piedra. Las líneas horizontales y la alternancia de frontones triangulares y curvos marcan cada una de las plantas. La simétrica fachada principal posee un doble acceso con portadas sobre columnas.

Esa forma de adaptar el palacio barroco italiano se refleja en la composición de las fachadas, inicialmente rematadas sus cuatro esquinas por cuatro torres.

Tras la caída del duque, las obras prosiguieron bajo dirección de Juan Gómez de Mora y fue utilizado para alojar a personajes importantes de la familia real y de la corte. En 1654 sufrió un grave incendio que obligó a su práctica reconstrucción por Felipe Sánchez para el alojamiento de la reina madre, Mariana de Austria, que falleció en él en 1696.

En 1656 habían desaparecido las torres de la fachada a la calle Mayor y a finales del XVIII con la intervención de Juan de Villanueva ya no quedaba ninguna. También han perdido sus patios su primitiva configuración porticada. Entre ambos, aunque separada por una crujía del menor, se situaba la escalera monumental, sustituida en el siglo XIX.

El resto de los elementos actuales guardan escasa relación con la distribución original, a excepción del zaguán de acceso, que recogía las dos portadas monumentales de la entrada y hoy aparece dividido en dos. El sector con más variaciones es el occidental, pues con la reurbanización de la calle de Bailén se derribó y regularizó esa fachada, transformando la planta en un rectángulo.

La mayor modificación la sufrió a causa de la división del palacio en el siglo XIX para albergar la Capitanía General y el Consejo de Estado.

En 1847 estaba totalmente revocado a la cal, incluida la obra de piedra, por lo que perdió su imagen original y todo su esplendor.

Por si fuera poco, durante la Guerra Civil sufrió graves daños, por lo que al acabar se llevó a cabo una rehabilitación definitiva y en 1960 se restauró recuperando la imagen original del edificio.

Aún en 1981 fue de nuevo restaurado por Fernando Chueca Goitia y un año después declarado Monumento Histórico Artístico, manteniendo en la actualidad sus usos como sede del Consejo de Estado y de la Capitanía General.