Procesiones

Las vallecanas más madrugadoras de la Semana Santa

La Parroquia de San Raimundo de Peñafort lleva desde diciembre con los preparativos del encuentro de hoy, del Cristo del Pozo y Nuestra Señora de los Dolores

Parroquia de San Raimundo de Peñafort, semana santa, cristo del pozo
Parroquia de San Raimundo de Peñafort, semana santa, cristo del pozo. David JarDavid JarFotógrafos

«En Navidad ya estamos preparando la documentación para que nos autoricen el paso y desde febrero venimos a la parroquia a ensayar todas las semanas», cuentan Trinidad y Amparo. Como andera y hermana mayor del paso que hoy a las 20:00 horas saldrá de la Parroquia de San Raimundo de Peñafort (Vallecas) por el Viernes de Dolores, la primera gran cita de la Semana Santa, llevan toda la semana acudiendo a la parroquia para ultimar los preparativos. «El miércoles celebramos el descendimiento», apuntan sobre el acto solemne en el que bajaron al Cristo del Pozo de la pared de la capilla para anclarlo en el paso que saldrá esta tarde.

El día de antes es un trajín de flores, mantos e informaciones de última hora. También se ve transporte de botellas de agua, refrescos y toneladas de aperitivos para avituallar a los anderos y anderas a su regreso a la parroquia después de la procesión, casi ya a la medianoche. Pero este abastecimiento de agua también se realiza durante la procesión, labor que desempeñan los aguadores y aguadoras. Todos tiene una función que cumplir. De hecho, aunque el día de antes casi solo haya mujeres ultimando los preparativos, desde esta hermandad destacan su carácter mixto, asegurando que haya anderos y anderas transportando ambas imágenes, el Santísimo Cristo del Pozo y Nuestra Señora de los Dolores, a la que muchas de estas mujeres han mostrado su devoción regalando algún manto. Ambas figuras se perseguirán por toda la manzana hasta encontrarse de nuevo a las puertas de San Raimundo.

Después de 20 años saliendo a la calle, algunas fieles como Amparo volverán a hacerlo este año, mientras que otras «hemos sido relevadas por nuestras hijas» comparten con orgullo. Entre estas dos décadas, recuerdan como especial desafío encontrar participantes para el año 2022, cuando se volvió a recuperar la normalidad tras la pandemia. «La covid pasó factura en el compromiso de algunos devotos, pero este año la juventud no nos ha fallado», celebran. Amparo se emociona al intentar describir con palabras lo que siente durante las dos horas y media que dura la procesión, incluyendo sus dos saetas: «Te acuerdas de tus seres queridos y especialmente de los que ya no están. También, algunos seguimos haciendo una promesa».

Originalmente, las imágenes procedían de una parroquia anterior, pero llegaron sin nombre. El párroco de entonces, decidió poner al Cristo el nombre del barrio al que iba a pertenecer desde ese momento, El Pozo. La hermandad también se preocupa de que todos los elementos que intervengan en la procesión sean madrileños, siempre que sea posible, desde las flores hasta las piezas y tejidos de arte sacro con los que visten a las imágenes como también a los anderos. Acompañará la agrupación musical Jesús de Medinaceli de Alcalá de Henares, con las marchas de la hermandad.

El recorrido, cortado al tráfico previamente por Policía Municipal, transcurre por las calles aledañas a Esteban Carros, rodeando a la parroquia, así como comenzando y terminando en ella. Antes de la salida, se celebrará una eucaristía. Esta procesión coincide hoy con sus vecinas como la Procesión del Perdón de Puente de Vallecas o la que organiza el Barrio de la Estrella. Más allá de este viernes, algunos miembros de esta hermandad también asisten a otras procesiones como la de Jesús de Medinaceli, la de El Pobre, la de Tres Caídas o Cristo del Camino. «En los últimos años hemos visto como las procesiones del barrio empiezan a traer también a gente de fuera», aseguran.

Más allá de la religiosidad, esta parroquia tiene gran trascendencia en el desarrollo de este barrio vallecano de El Pozo. De hecho, choca ver una pista de fútbol que no pertenece a ningún patio de colegio, si no al entorno de una iglesia. «El anterior párroco, el Padre Franco, luchó mucho para que construyeran ese campo y así los niños no pasaran tanto tiempo en la calle», agradece Trinidad. Con este mismo propósito, estas instalaciones eclesiásticas acogen cada verano un campamento para niños, al terminar el calendario escolar. Así, San Raimundo es una parroquia para todos.