Sol-Moncloa

El vía crucis de la izquierda en Madrid

Sanchistas y asimilados han intentado y nada les ha salido bien: creyeron y creen que destilando odio e infundios contra la Puerta del Sol logran desacreditar una gestión de éxito

Cartel de Pedro Sánchez en Ferraz.
Cartel de Pedro Sánchez en Ferraz.Cipriano PastranoLa Razón

Hace más de tres años, la izquierda se echó al monte para tratar de demoler el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, en un intento inútil de evitar que los madrileños –y, por extensión, todos los españoles– pudieran comparar y ver que hay otra forma de gobernar muy diferente de la suya.

Creyeron y creen –porque insisten, con torpe obstinación– que destilando odio e infundios contra la Puerta del Sol logran desacreditar una gestión de éxito y tapar sus propias vergüenzas. En este tiempo, el cúmulo de mentiras, manipulaciones y maniobras de despiste –bajo la consigna «todos contra Ayuso»– ha desembocado, una y otra vez, en el efecto contrario: en el crecimiento y consolidación de la figura de la presidenta de la Comunidad de Madrid y en un auténtico «vía crucis» para los sanchistas y asimilados, con nueva parada el próximo 28 de mayo y descalabro final cuando se celebren las elecciones generales. Lo han intentado y nada les ha salido bien. Repasemos algunos despropósitos:

I.- Indignidad durante la pandemia. Los mismos que llamaron a manifestaciones masivas, cuando el virus empezaba a circular entre nosotros, y renunciaron a controlar el tránsito de pasajeros en Barajas incurrieron después en la ignominia de tratar de endosar al Gobierno de Isabel Díaz Ayuso la tragedia que no habían sido capaces de frenar. Los madrileños ya expresaron con nitidez lo que pensaban al respecto el 4 de mayo de 2021.

II.- Iglesias, trasquilado. El mesías de la izquierda irrumpió con pompa y circunstancia en los últimos comicios autonómicos y salió trasquilado, figurada y literalmente: cosechó un resultado calamitoso, tuvo que apartarse de la primera línea política y hasta se cortó la coleta.

III.- Cainismo contra la capital. «Ay, triste España de Caín (…) Medra machorra envidia en mente floja» dejó escrito Unamuno, y ahí tenemos la reedición de ese lamentable estado de cosas en las actuaciones gubernamentales dirigidas para perjudicar a la Comunidad de Madrid, motor económico de la nación. Se han inventado un supuesto «impuesto para ricos» que es, en realidad, una barrera específicamente diseñada para frenar las inversiones internacionales encaminadas hacia esta región.

IV.- Barones en rebeldía fiscal. La insensatez de acusar a la Comunidad de Madrid de «dumping fiscal» se les volvió también en contra. Prácticamente todos los barones socialistas, angustiados por la cercanía de las elecciones, se han subido al carro de las políticas tributarias de Ayuso mientras la vicepresidenta Díaz, a lomos de la Suma que resta, se erige en el baluarte contra los «privilegios fiscales» ¿Todos? ¿También los del fuero vasco y navarro?

V.- Ofensivas judiciales fallidas. En vez de dedicarse a proteger los derechos fundamentales en Cataluña, donde las sentencias sobre la enseñanza en castellano se incumplen sistemáticamente, la izquierda se ha volcado en el intento de la «caza mayor» de Ayuso en los tribunales. Han fracasado tanto en el intento de destrucción personal de la presidenta –con la causa de las mascarillas archivada por la Fiscalía Europea– como en el de tratar de enfangar la gestión del Gobierno madrileño: ni lo han conseguido en lo referido a la gestión de las residencias de mayores, ni con la batería de recursos contra las políticas educativas de la Comunidad de Madrid. Comisiones Obreras ha presentado hasta treinta y todos los ha perdido.

VI.- Más Madrid, credibilidad bajo cero. Cuando creía que había encontrado un filón electoral en el asunto del bono térmico, Mónica García hizo uno de los mayores ridículos de la historia contemporánea al percatarse de que ella misma se beneficiaba de aquello por lo que exigía dimisiones ajenas. Y ahora, como estrambote de este sainete, sale a la luz pública que disfruta indebidamente de un chalé construido sobre suelo público en Cercedilla. ¡Ella que estigmatizaba como crimen de lesa majestad destinar recursos públicos para conciertos con empresas privadas! Un dechado de credibilidad.

VII.- La mejor sanidad de Europa. Agotadas todas las vías para prolongar hasta las elecciones autonómicas una huelga sanitaria que murió por pura inanición –es decir, por falta de respaldo–, la misma izquierda que utiliza los centros de salud como plataforma de agitación política y boicotea hospitales en medio de una pandemia ha tenido que probar el jarabe más amargo: la Unión Europea ha situado a la sanidad madrileña como la mejor de Europa.

VIII.- Asalto fallido a la universidad. La ultraizquierda ya se había diseñado un plan para el «día después», al ver claro su inminente desalojo de los ministerios que ahora ocupa. «Tomemos la universidad», se dijeron, y abrieron la veda con un escrache contra Ayuso. Pues tampoco les ha salido la jugada porque, afortunadamente, se ha producido la derrota de la candidatura podemita en las elecciones de la Universidad Complutense.

Estos pocos párrafos describen el comportamiento de la izquierda madrileña en los últimos años. Algunas actuaciones han sido fruto de la ignorancia o la torpeza, es cierto, pero muchas han estado manchadas por mentiras, hipocresía e indignidad. ¡Qué importante para nuestra región y nuestro país sería una mayor preparación de sus cuadros y que erradicaran, de una vez por todas, los comportamientos indebidos o inmorales! Mientras esto no suceda, continuaremos asistiendo a su inagotable vía crucis.

Enrique Ossorio Crespo es Vicepresidente de la Comunidad de Madrid. Consejero de Educación y Universidades