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Medio ambiente

¿Por qué arde un continente?

Los incendios que devoran Australia han calcinado ya una superficie similar a Costa Rica. «El Niño indio» está detrás de la escasez de lluvias en este país que vive temperaturas de récord. El cambio climático está mostrando su peor rostro con esta oleada de incendios

En un constante incendio. Así es cómo están viviendo los ciudadanos de Australia desde septiembre, tres meses antes de que comenzara el verano austral. Los datos son desoladores. Han fallecido 17 personas, hay más de una docena de desaparecidos y las llamas han arrasado más de mil viviendas. Desde el inicio se estima que han ardido más de 5 millones de hectáreas, una superficie equivalente a la de Aragón y Madrid juntas o a la de Costa Rica. Lo que ha provocado oleadas de evacuados. Solo ayer había más de un centenar de incendios en Nueva Gales del Sur, estando la mitad de ellos fuera de control. Australia vive sin duda una de las peores temporadas de incendios de su historia. El primer ministro, Scott Morrison, fue acusado de «dejar arder el país» en una visita en Nueva Gales del Sur. Allí las autoridades han declarado el estado de emergencia y en Victoria, el estado de desastre en gran parte del territorio. Y lo peor está por llegar. De ahí que estén preparando la evacuación de localidades enteras ante el riesgo para la vida a la que se enfrentarán en los próximos días.

Pero, ¿a qué se debe? Aunque según algunos políticos este tipo de episodios ya se han producido en el pasado, no hay que olvidar que Australia están habituados a sufrir oleadas de incendios, los científicos aseguran, en cambio, que no hay precedentes de episodios como el actual. La escasa precipitación y las temperaturas elevadas, con el cambio climático como telón de fondo, están detrás de esta apocalipsis que están viviendo. «Las condiciones cálidas y secas que se han instaurado han establecido los ingredientes clave para la formación y propagación de estos incendios», explica Mar Gómez, responsable del área de meteorología de Eltiempo.es. «Para que nos hagamos una idea –prosigue–, entre enero y noviembre las precipitaciones estuvieron por debajo de lo normal, siendo 2019 uno de los más secos de su historia en algunas áreas. A nivel estatal fue el segundo año (entre enero y noviembre) más seco, solo por detrás del mismo periodo de 1902. Tanto el mes de noviembre como los de la primavera (septiembre, octubre y noviembre) fueron los más secos desde que hay registros». A esta escasez de lluvias se une el fuerte viento y las elevadas temperaturas. «Australia registró 41,9ºC de promedio. También se alcanzaron récords individuales de temperatura en diciembre: los 45,3ºC en Adelaida o los 49,9 en Nullarbor», precisa Gómez, que destaca que el «motor climático dominante ha sido un dipolo positivo del océano índico (OID), también conocido como ‘‘El Niño indio’’, un patrón climático donde las temperaturas de la superficie del mar son más cálidas en la mitad occidental de este océano. Estas aguas causan lluvias por encima de la media en el oeste del Índico, pero un ambiente más seco en el sudeste asiático y Australia. Y este año está siendo mucho más fuerte esta fase en comparación con las últimas seis décadas».

De lo que no hay duda es de que «Australia es uno de los sitios más proclives a tener problemas relacionados con el cambio climático. Llevan diez años de lluvias por debajo de lo normal. Y en los últimos tres años la sequía que están sufriendo es muy grave», precisa Juan Picos, profesor de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad de Vigo, que destaca que «los incendios más graves comenzaron en octubre y que fueron de norte a sur, sufriendo un noviembre duro y un diciembre catastrófico». Y lo peor podría estar por llegar. «En esta época se presupone que los incendios van a seguir aumentado. Solo un cambio meteorológico persistente, como la entrada de un frente húmedo, puede cambiar la situación». Los datos son desoladores. «Los vientos, la sequía y la intensidad del fuego hacen que sea prácticamente imposible establecer un perímetro de control. De hecho, los servicios han desistido de enfrentarse a los incendios desde hace unas semanas y se han centrado en las evacuaciones. Además, se prevé que este fin de semana vaya a ser peor. Es como intentar parar un huracán, eso es imposible».

Incendios de sexta generación

Para él no hay duda de que el cambio climático traerá incendios de mayores magnitudes. «Para nosotros un gran incendio forestal (GIF) son 500 hectáreas cuando no hace tanto eran 100. En Australia estos datos son de ‘‘juguete’’. Lo que va a ocurrir en un futuro dependerá de la zona. Eso sí se prevé un aumento general de temperaturas y una alteración del régimen de precipitaciones que vendrá aparejado con un incremento de periodos secos. Esa alteración climática puede desacoplar los patrones de temperatura y lluvia haciendo que la vegetación no esté adaptada al nuevo régimen». Y ahí radica el peligro: «Si hay más combustible en caso de incendio éste será más intenso. La velocidad de las llamas y la energía que se desarrollen serán peores, porque no es lo mismo echar un kilo de lechugas a la chimenea que de paja seca. Si hay más material seco o incluso muerto se generará más energía y a más energía las brigadas no pueden enfrentarse directamente al fuego, añade.

Picos explica que ya no se trata solo de que la meteorología influya en el incendio, sino que los incendios de sexta generación producen cambios en la atmósfera generando tormentas secas delante del propio incendio. Esta nueva tipología de incendios se diagnosticó tras los incendios que asolaron Portugal en 2017. Son fuegos que liberan grandes cantidades de energía generando nubes convectivas a capas altas de la atmósfera (los pyrocumulonimbus). Y recuerda algo clave, en España la diferencia con Australia no solo es el tamaño de los incendios, sino que tenemos viviendas en zonas forestales. «Hemos abandonado la gestión del monte y hemos creado urbanismo. Los incendios como Australia son infrecuentes pero no imposibles. Aquí puede ser más pequeños y generar enormes problemas. Un incendio no es solo una emergencia, sino que puede crear más emergencias por eso resulta esencial saber cuál es el sitio más seguro de tu pueblo y cómo dejar las persianas (cerradas) de tu hogar porque una familia en apuros modifica toda la estrategia y hace que un incendio se extienda. No solo vale prevenir, hay que adelantarse, saber que es lo peor que puede pasar para tratar de evitarlo», concluye.