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Medio Ambiente

Los límites a la pesca de la UE enfrentan a industria y ecologistas

El sector pesquero afirma que las prohibiciones a la pesca de fondo en 87 zonas del Atlántico ponen en riesgo la supervivencia de la flota de algunos puertos españoles o la campaña navideña de merluza o cigala

En la última reunión de la OMC de junio se aprobó el mantenimiento de las exenciones fiscales al diésel en la pesca
En la última reunión de la OMC de junio se aprobó el mantenimiento de las exenciones fiscales al diésel en la pescaDreamstimeDreamstime

Merluza, cigalas o gamba son algunas de las especies de pescado que reinan en las mesas de Navidad y que este año están comprometidas. Así lo afirma el sector pesquero que se ha puesto en pie de guerra ante el veto a la pesca de fondo en el Atlántico Nororiental que acaba de aprobar la Comisión Europea. El objetivo de esta aprobación es la de proteger ecosistemas marinos vulnerables. Una medida que afecta a 87 zonas sensibles ya cualquier arte de fondo a partir de los 400 metros de profundidad .« Estos ecosistemas marinos son especialmente vulnerables a la pesca, primero por el tipo de especies que hay: corales, esponjas y peces que tienen unas características comunes. Crecen muy lentamente y alcanzan la madurez sexual tarde. Por poner un ejemplo, el reloj anaranjado( que no se puede pescar desde hace años por el mal estado de conservación de sus poblaciones) no se reproduce hasta los 35 años. La tercera característica común a estas especies es que su muy limitada », explica Javier López, director del a campaña de Pesca en Europa de la organización conservacionista Oceana. Entre las especies afecta das por el nuevo veto, están las ya mencionadas merluza y gambas, pero también el rape, el rodaballo o el besugo. Especies que «se pueden encontrar entre los 60 y los 800 metros», matiza el técnico.

Lo cierto es que lo sucedido este meses el último acto de una historia que comenzó en 2016. Ese año, la Comisión aprobó un reglamento en el que prohibía la pesca de fondo a partir de los 800 metros de profundidad en aguas del Atlántico. Además, pedía a los Estados miembros informes que establecieran zonas vulnerables entre 400 y 800 metros. Esta franja de profundidad y detalles como las extensiones de las zonas protegidas son algunos de los detalles del reglamento aprobado el pasado 9 de octubre que enfrentan a pescadores y organizaciones con ser vacionistas .« España hizo los deberes y presentó unos informes científicos que no se han tenido en cuenta a pesar de que tiene más calidad que los que se han usado para esta aprobación. La Comisión ha actuado de forma repentina debido a las presiones ecologistas», afirma Javier Garat, secretario de la Confederación Española de Pesca (Ce pesca ). Sin embargo, para O ce anal a decisión llega con años de retraso: «Los cierres están siendo bastante polémicos y para nosotros es un poco sorprendente, porque ya en 2016 el reglamento decía que se estudiarían los ecosistemas vulnerables de entre 400 y 800 metros y aquellas zonas que fueran probablemente vulnerables. Es imposible mapear todo el fondo marino, pero es fácil deducir dónde hay ecosistemas vulnerables entre otras cosas por la morfología del terreno. Una de las quejas del sector pesquero es que las zonas de amortiguamiento son demasiado grandes. Nosotros pensamos que se ha impuesto un enfoque de precaución. Además, la decisión llega con cuatro años de retraso, porque ya en 2016 se decía que la Comisión debía actuar conforme en 2018 respecto a estas áreas. El sector y el ministerio ya sabían que esta prohibición llegaría», dice el técnico de Oceana.

Flota española

Los países a los que más afecta la nueva normativa son Portugal, Francia, Irlanda y España. En concreto en España «las zonas más perjudicadas son el golfo de Cádiz, las aguas de Portugal, el Cantábrico en gran parte de la cornisa y la zona del gran sol entre Irlanda y Suecia», explican desde Cepesca. Según cálculos de UGT este veto podría tener consecuencias para unas 2.500 familias y suponer unas pérdidas valoradas en 816 millones de euros. «Algunas de las flotas más afectadas serán las de Burela o Celeiro en Lugo y algunos puertos de la zona de Vigo», continúa Garat.

Una de los motivos que han llevado al sector pesquero a la protesta es que «no se diferencia entre artes de pesca de fondo. El impacto no es igual en el arrastre –técnica que consiste en lanzar una red que va barriendo el fondo marino y atrapan do todo lo que está en él –, que en el palangre–forma de pescar que utiliza anzuelos para las capturas–. «El 75% de la merluza de pincho se pesca con palangre que, además, resulta ser la flota más afectada», matiza Garat.

El arrastre es el caballo de Troya de la defensa de los ecosistemas marinos de fondo para las organizaciones ecologistas. Se la considera un arte de pesca con bastante impacto que además genera mucho descarte. Sin embargo, «desde la ONU se recomienda que en eco sistemas vulnerables como estos no se realice pesca con ningún arte que tenga contacto con el fondo», matizan desde Oceana.

Extensión de la protección

Muchas de las posturas del sector pesquero y de los ecologistas parecen a día de hoy irreconciliables. Además de qué informes y datos científicos se han tenido en cuenta para la toma de esta decisión, la extensión de las aguas protegidas también es motivo de desacuerdo. La superficie afectada total asciende, según la Comisión, a 16.419 km2, es decir, un 1,16% de las aguas del Atlántico Nororiental bajo control de la UE. «España aportó documentación con datos más completos por lo que se pensó que se cerrarían áreas más pequeñas. Por poner un ejemplo, imagínate que hay que proteger el estadio Bernabéu. En este caso, es como si se hubiera cerrado el paso y las actividades no solo en el barrio donde está el estadio, sino en los cinco barrios de alrededor. Es verdad que el arrastre impacta mucho en los ecosistemas marinos vulnerables pero en esas zonas ya no se estaba pescando. Además, pescados como la merluza están en buenas condiciones de conservación. La Comisión al final ha incluido zonas entre 400 y 800 metros, pero también algunas en profundidades comprendidas entre los 100 y los 300 metros», dice el secretario de Cepesca. Desde Oceana matizan: «Es verdad que el número de áreas es significativo pero representan solo un 1% del total de las aguas».

Otra de las protestas del sector tiene que ver con el impacto socio económico del veto, algo que no se ha estudiado ni tenido en cuenta según Cepesca. «El sector se ha ido adaptando. En 1986 faenaban más de 22.000 barcos españoles y ahora quedan 8.700 barcos pescando. Desde que en 2006 la ONU urgió a establecer zonas de protección del mar, el sector ha estado ahí. Somos los primeros interesados en la conservación, la UE tiene unos estándares de sostenibilidad muy altos y todo está bien mientras no se acabe con el empleo y con la industria. Ya hemos sufrido mucho. Solo hay que ver el precio de los combustibles que ha aumentado hasta un 300% y en lugar de darnos facilidades, nos ponen cada vez más trabas», opina Garat. Nuevamente, la visión delos con ser vacionistas difiere. «Hasta ahora el sector ha actuado con mucha manga ancha. Creemos que no es incompatible conservación y pesca, de hecho en Oceana somos propesca, pero hay que mejorar la gestión en Europa. El 30% de las especies del Atlántico están sobreexplotadas y en el Mediterráneo está cifra llega al 80%. Hay que recuperar nuestras poblaciones locales si queremos seguir pescando y no depender de las importaciones».

Habrá que ser qué ocurre porque el ministro de Agricultura, Luis Planas, ya ha manifestado la intención de España de recurrir la decisión ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

Sobrepesca y alimentación

Según datos de la FAO alrededor de un 30% de las poblaciones de peces está sobreexplotada. Este organismo indica que reducir la presión sobre la pesca permitiría recuperar a las poblaciones sobreexplotadas y aumentaría la resiliencia de las pesquerías sostenibles a presiones como el cambio climático o la contaminación oceánica. Por otro lado, el organismo recuerda que en 2016 se concluyó que, teniendo en cuenta los efectos del cambio climático sobre los cultivos y el ganado, la pesca y la acuicultura tendrían que producir entre 100 y 120 millones de toneladas métricas más de pescado, un aumento de dos terceras partes de la producción actual. «El auténtico desafío para mantener la sostenibilidad de la pesca no es cómo abordar el 30% de las poblaciones de peces que siguen siendo sobreexplotadas, sino cómo aumentar considerablemente el suministro de peces sin volver a la tendencia de los 70-80, cuando las pesquerías no sostenibles aumentaban todos los años».