Estafa inmobiliaria
Siempre, como canta Nacha Guevara, habrá chorros, ladrones, corruptos y estafadores... Durante el régimen del general Franco hubo poquísimos escándalos financieros, pero los hubo. Uno de ellos fue la estafa piramidal protagonizada por Eugenio Peydró Salmerón, la estafa inmobiliaria de Sofico.
La inmobiliaria Sofico nació en los años 60, al comienzo del desarrollismo franquista, cuando España comenzaba a andar el camino para convertirse en la octava potencia industrial mundial. Con un capital de 15 millones de pesetas Sofico tenía como objeto la construcción, venta y alquiler de apartamentos en la Costa del Sol. Eran los tiempos en los que los turistas, las primeras suecas, comenzaban a llegar a raudales a las playas españolas.
El almeriense Eugenio Peydró Salmerón llegó a la Barcelona antes de la guerra civil para buscarse la vida. Comenzó a trabajar en el comercio. Al comienzo de la guerra se puso de parte de los rebeldes y formó parte activa de los servicio de información nacional del coronel Ungría.
En una España que se reinventaba, repleta de oportunidades, se dedicó a la exportación, montó alguna pequeña industria y, finalmente, se dedicó a la construcción, al ladrillo. En 1959 fundó Inversiones Maremi. En 1967 nacía Sofico. El negocio de Peydró pronto creció y se convirtió en un pequeño imperio económico con filiales como Sofico Inversiones, Sofico Vacaciones, Sofico Atlas, Sofico France, Sofico Great Britain, Sofico Deutschland, Sofico USA e Hispano Benelux. El pujante empresario supo rodearse de algunas figuras de segunda del Régimen como Luis Nieto Antunéz -hermano del ministro de Marina- o del general juanista García Valiño, que se convirtieron en invitados de paja en su consejo de administración, pero que proyectaban en la sociedad española de aquel tiempo una impecable imagen de seriedad.
En 1969 nace Sofico Renta para captar a pequeños ahorradores, admitiendo participaciones de 25.000 pesetas a los que ofrecía rentabilidades del 12%, lo que suponía un pago de intereses entorno a los 319 millones de pesetas anuales. En estos años el sueldo de los españoles se había triplicado en relación a los existentes al terminar la Segunda Guerra Mundial. Peydró emitió 127.000 títulos con los que obtuvo 3.189 millones de pesetas.
Sofico Renta murió por su propio éxito ya que su mayor fuente de ingresos terminó por ser la emisión constante de nuevos títulos y no la venta y alquiler de sus apartamentos. Preydró, sin saberlo, había montado una estafa piramidal como la que en 2008 protagonizaría la empresa norteamericana Bear Stearns, que defraudaría 1.400 millones de dólares a sus clientes y que sería uno de los detonantes de la crisis de las hipotecas subrime.
Al principio, la venta de los apartamentos se realizaba un vez que estuvieran terminados, pero pronto se pasó a venderlos sobre plano cobrando cantidades a cuenta y, en algunas ocasiones, hasta la totalidad del precio. Así los futuros propietarios financiaban la construcción. ¿Dónde iban a para los más tres mil millones obtenidos por la venta de los títulos de Sofico?
Peydró durante unos años se convirtió en el ejemplo del empresario con éxito y del progreso económico del franquismo. El Ministerio de Información y Turismo premió, a los siete años del nacimiento de Sofico, a su presidente con la Medalla de Plata al Mérito Turístico. En octubre de 1973 el Ministerio de Hacienda dio orden de limitar la publicidad financiera por hacer promesas de rentabilidad falsas, sometiendo sus operaciones a un estrecho control administrativo. Sofico no volvió a prometer el 12% de rentabilidad, aunque salvó su imagen poniendo en valor sus muchos años de éxitos. La Agrupación Nacional de Agencias de Viajes distinguió a Sofico -junto con Iberia, Ota, Swissair y Renfe- con un diploma por su labor realizada en beneficio de la industria turística.
Al año siguiente, en 1974, comienzan las dificultades para la sociedad. En julio deja de pagar la rentabilidad prometida. Peydró arbitró diversas medidas para que los compradores y rentistas no se alarmaran. Sofico siguió vendiendo apartamentos sabiendo que no los podría entregar nunca. El 28 de noviembre de 1974 un acreedor solicitó la quiebra de la sociedad. El 30 del mismo mes Sofico Renta presento suspensión de pagos. Sofico tenía un activo algo superior a los 700 millones de pesetas y una deuda superior a los 11.000 millones. Los activos que declaraba superiores a los 8.000 millones de pesetas era una ficción contable. En mayo de 1976 Eugenio Peydró Salmerón y su hijo Eugenio Peydró Brillas fueron procesados por el juez Daniel Ferrer que decretó la prisión provisional incondicional, comunicada, para ambos. Pocos meses después fueron excarcelados. El juicio tardaría 13 años en producirse.
Los Peydró fueron condenados por delitos de falsedad en documento mercantil y estafa a nueve años y a dos años y cuatro meses, respectivamente. En 1987, a los 81 años falleció en su domicilio de Madrid, de un paro cardiaco, Eugenio Peydró Salmerón presidente Sofico. No llegó a ingresar en prisión dada su avanzada edad.
En octubre de 2012 el Juzgado de lo Mercantil número 6 de Madrid informaba que Sofico Inversiones había cumplido su plan de pagos casi 40 años después de que protagonizara el gran escándalo financiero que afectó a más de 3.000 pequeños ahorradores con su quiebra.
Este escándalo financiero, junto al de Matesa y al de Fidecaya, este último ya en la Transición, fueron los casos más significativos del franquismo. Al Régimen no se le conoció ningún otro gran escándalo financiero. Casi cincuenta años después no se ha podido destapar ninguna otra gran estafa más. La administración franquista sigue limpia de casos importantes de corrupción y apropiación de los recursos del estado por parte de políticos y funcionarios, seguramente porque los impuestos que se ingresaban en las arcas del estado eran tan exiguos que resultaba imposible hacerse rico a costa del dinero público.
Es necesario señalar que estos grandes escándalos financieros fueron realizados por particulares contra los intereses de otros particulares, siendo el Gobierno únicamente responsable de no haberse descubierto antes estas grandes estafas.