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Bestiario mítico

Los centauros, de Homero a Cantabria

Estas criaturas legendarias con la cabeza, los brazos y el torso de un hombre y el cuerpo y las patas de un caballo, están asociadas a comportamientos crueles, salvajes y libérrimos: esclavos de las pasiones

La obra «Palas y el Centauro», pintada por Botticelli entre 1482 y 1483
La obra «Palas y el Centauro», pintada por Botticelli entre 1482 y 1483Archivo

Junto con las peligrosas sirenas femeninas, en el lado masculino los centauros son, acaso, los más célebres de entre los seres híbridos de todo bestiario. Son humanos de cintura para arriba, pero la otra mitad es de caballo. La maldad es inherente a estos seres, que son por naturaleza odiosos y violentos. Uno de los célebres castigados en el más allá griego, el Hades, fue el padre de la raza de los centauros. En efecto, se cuenta que son hijos del malvado Ixión, que deseó unirse con Hera, la esposa de Zeus: éste fabricó una nube con su forma, y de esta unión nacieron los siniestros centauros, fieros y peligrosos. Ixión, como castigo por su osadía, estaba atado a una rueda en llamas que giraba sin cesar, aunque nunca moría: así lo retrata José de Ribera en un lienzo de 1632 (Museo del Prado).

Hay alguna honrosa excepción: el sabio centauro Quirón, maestro de héroes como Jasón o Aquiles, y benéfico médico cuyo origen es divino y anterior a esta fase del universo, pues desciende del antiguo Crono. Para Homero este maestro de héroes, Quirón, era «el más sabio y justo de todos los centauros». Hay otro caso parecido, de nombre Folo, centauro benévolo que, según una tradición, ayudó al héroe Heracles en sus correrías, también contra los centauros malvados. Los centauros a menudo aparecen enfrentados a héroes que los domeñan, como símbolo de la lucha entre civilización y barbarie. A Teseo también, le atribuyen una centauromaquia, en la celebrada boda de Pirítoo con Hipodamia.

Allí estalló la lucha de los centauros contra los lapitas, cuando los primeros, enardecidos por el vino, intentaron raptar y violar a las mujeres que participaban en el banquete (cuidado con la lista de invitados en las bodas mitológicas: a veces se invita a centauros o no se invita a Eris y todo acaba fatal). Los lapitas de Tesalia se enfrentaron, ayudados por Teseo, en una lucha sin cuartel contra estas criaturas híbridas y violentas. La centauromaquia se convirtió en el arte antiguo, junto con la amazonomaquia, en un leitmotiv de las decoraciones artísticas en templos y otros soportes como se ve en las celebérrimas metopas del Partenón, dedicadas a este tema por la participación de Teseo en la gesta (hay que recordar también el templo de Zeus en Olimpia y el tesoro de los atenienses en Delfos).

Lucha de instintos

Otras luchas, contra los titanes o los gigantes, también simbolizaban la victoría sobre la brutalidad, en recuerdo del papel de los atenienses frente a los persas. La adaptación cristiana de la iconografía mítica adoptó la imagen del centauro como representación de la violencia, el mal y la lujuria en la decoración de los manuscritos y de las iglesias, desde una época muy antigua, con especial énfasis en la plena edad media. En el caso del románico español, es un tema que se repite en relieves y capiteles: lo vemos en Cantabria, en la Colegiata de Castañeda o en Santa María de Piasca, o la Colegiata de Santa Juliana de Santillana del Mar, con un centauro en un capitel, con gorro frigio, que arroja una flecha contra otra fiera. En otros lugares es tema ampliamente representado, como en Monasterio de San Pedro el Viejo en Huesca o en el claustro románico del Monasterio de Sant Cugat, en combate con otro ser.

Trataron el tema, con expresividad en las figuras de los violentos contendientes, otros artistas posteriores como Francesco Solimena (c. 1657), Luca Giordano (1688) o Jacob Jordaens. Pero en el arte europeo quizá el más hermoso ejemplo del simbolismo del centauro sea el lienzo «Palas y el Centauro» de Sandro Botticelli, encargado por Lorenzo di Pierfrancesco de Medici. La noble familia le encargó varias obras clave de su carrera en el proceso de reinterpretación neoplatónica y renacentista de las figuras mitológicas.

La obra, que se encuentra en la Galería Uffizi, representa a Palas Atenea, con el emblema de los Medici agarrando del cabello al bestial centauro, en la enésima representación de la lucha de los instintos salvajes contra una razón que lo vence todo. ¿Quiénes son nuestros centauros hoy? La mayor parte de las brutalidades de la sinrazón eran atribuidas por los antiguos a las influencias de seres como aquellos. Hoy nos haría falta encontrar un centauro simbólico para representarlas. Me quedo con un final más positivo, retornando al sabio centauro Quirón, cuya aventura resucitó para la novela en lo moderno la obra de John Updike.