Opinión
De Lenin a Podemos
Federico Jiménez Losantos ha escrito un gran libro. «Memoria del Comunismo. De Lenin a Podemos». Más de 700 páginas pero hábilmente estructurado para no agobiar al lector. Pasajes terribles y reveladores del sistema más criminal de la historia de la humanidad. A mí me ha servido para, al fin, descifrar un enigma que se resistía a mi entendimiento. Si el comunista francés ama a Francia, si el italiano a Italia, si el ruso a Rusia, ¿por qué el comunista español odia a España? En España, y recurriendo exclusivamente a los años posteriores al franquismo, desde la Santa Transición hasta las fechas podemitas, los comunistas se han situado siempre del lado de la anti-España. En el Parlamento, en la calle, en las autonomías con vigor separatista, en las Universidades, y lo que es más grave, en la constante mentira de la manipulación histórica. El PCE, y posteriormente IU y Podemos, jamás han simulado su querencia por los separatismos. Votan con ellos. Su capacidad de comprender, justificar y perdonar a los terroristas – ETA, GRAPO, Terra Lliure-, ha sido constante y severa. Todo lo que signifique abrir una nueva herida en la unidad de España, en el comunismo encuentra el puñal o el bisturí. La Ley de la Memoria Histórica, impulsada por Zapatero, respetada íntegramente por Rajoy y en trance de ser empeorada de nuevo con la colaboración de Ciudadanos y Podemos, es una ley plenamente triunfadora por haber alcanzado su propósito. El renacimiento del odio y el impulso de la venganza. No obstante, ser comunista está bien visto. Ser comunista se premia con el respeto social de los acomplejados. Ser comunista se interpreta como un privilegio intelectual sólo al alcance de la cultura y la inteligencia. Cuando en realidad, ser comunista es asumir, desde el conocimiento o la plena ignorancia, formar parte del sistema más asesino de la Historia. Y sigue estando bien visto. Un conservador, un liberal, un demócrata-cristiano, un socialdemócrata o un socialista lejano a la complicidad con el comunismo, son fascistas y cavernícolas. Un comunista es el progreso. Quien se reconoce orgulloso de España, de su Bandera, de sus instituciones y de su libertad, es un fascista. Quien se alinea con la anti-España, la vulneración de la Constitución, el acoso y derribo de la Corona y su fragmentación territorial, merece la consideración social de progresista.
Pero retorno al odio del comunista español hacia España, que hoy se sintetiza en Podemos, lo que queda de IU y el sector más desorientado del PSOE. ¿Por qué el comunista es antes comunista que español? ¿Por qué su rencor contra su país y el sistema democrático? ¿Todo viene de la derrota de la guerra? En el siglo XX, y en dos largas y terribles experiencias, las naciones de Europa se enfrentaron. España sólo se ha combatido a sí misma. Pero es errónea la conclusión. En la única nación que el comunismo ha sido derrotado por las armas, en una guerra, ha sido en España. Para el comunista español España es su vencedora, y él, el derrotado. Federico apunta que en dos ocasiones. En 1934, cuando el Golpe de Estado del Frente Popular que deslegitima a la Segunda república y en la guerra desde 1936 al 39, en la que el comunismo es pulverizado por un Ejército menos potente. No pierde la democracia, y sí el comunismo. Y todo ello a pesar del apoyo fundamental y derrochador de la URSS, la indiferencia americana, el recelo de Francia y la distancia del Reino Unido.
El libro de Federico tendría que ser de obligada lectura para la militancia de Podemos. Yo le agradezco que haya simplificado mi enigma. ¿Por qué el comunista español odia a España? Porque en España el comunismo fue derrotado por primera y única vez en una guerra. Así de sencillo, así de fácil, así de triste y así de bochornoso.
Y si lo intentaran de nuevo, la Historia se repetiría. Y el odio que aumenta al mismo ritmo que la ignorancia.
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